La tecla del duende
Ella siempre estaba lista para resolver los problemas de todos. Siempre, aunque doliera; a pesar del cansancio. Postergándose, infinitamente. Hasta que un día su cuerpo no pudo sostener más ese camino. Y aparecieron múltiples enfermedades que no respondían al tratamiento médico. Que no eran bacterias, ni el metabolismo, ni virus… Era estrés, frustración, angustia.
Nadie se dio cuenta.
Todos pensaban que ella siempre podía, que era la más fuerte, que no necesitaba a nadie. En esa soledad de abrazos que nunca llegaban, de una calma no permitida, de una demanda que nunca cesaba, de lágrimas que nunca vieron, ella tocó fondo.
Pasó a ser la «loca», la que tenía crisis injustificadas, la que todos mandaban al siquiatra. Y en ese fondo de angustia e impotencia, pudo «darse cuenta». Darse cuenta de que, cuando no hay otros brazos, puede abrazarse sola. Apreciando que el tiempo no tiene que dárselo, debe tomarlo. Darse cuenta de que, a veces, los «no» son necesarios.
La abnegación es una virtud moral, pero no debe comprometer la salud mental. Ten presente algo: el sobresfuerzo permanente no es calidad de vida. Ese no es el camino. No debe serlo.
Amor por el otro con vínculos «de ida y vuelta», pensar en sí mismo. Ese sí es el camino. (Enviado por YSA)
Las ocurrentes espirituanas se reunirán este domingo 5 de febrero en la galería de arte Oscar Fernández Morera. Desde las nueve de la mañana dedicarán su espacio mensual al Día del Amor y la Amistad, y tendrán además la organización de una competencia culinaria.
Ya prevemos para febrero la realización de un encuentro teclero en Bejucal, con el apoyo de todos nuestros lectores de los territorios cercanos, así como el auspicio del presidente de la Uneac en la joven provincia de Mayabeque, Juan Carlos García Guridi. Informaremos.
Lismari: Nos vemos en el próximo Día del Egresado. Ya corresponde. ¿Qué me dices? Abdel.
«No importa qué tan lento vayas, mientras no te detengas». Confucio.