Los que soñamos por la oreja
En una época en que el mundo se encoge cada vez más, por el contrario de lo que algunos pensaron en determinado momento, y que vieron en el jazz un agente de colonialización o dominio cultural, el mismo —en vez de barrer la siempre deseada y necesaria diversidad— en casos como el cubano ha proporcionado un mecanismo para que el músico se reconozca e identifique con tradiciones sonoras locales. Ejemplo de lo anterior se halla en Parodies, de Alfredo Triff, uno de los compositores que más capta mi atención en nuestro actual panorama sonoro. Sobre este reciente fonograma del otrora integrante del grupo Arte Vivo durante la primera etapa de la formación, el crítico de arte Jesús Rosado ha escrito un texto que me parece fundamental para comprender la esencia de la propuesta de Triff. En tal sentido, quiero reproducir un fragmento del texto de Rosado:
«En las 17 piezas que conforman el disco se advierten cruces tangenciales del free jazz, el atonalismo, el jazz sinfónico y hasta de la música concreta, mientras que como telón de fondo se percibe el espectro acústico de la isla. Pero, en todo caso, las fuentes de inspiración son trascendidas y transformadas. Los temas muestran una base armónica específica y los instrumentos emprenden la improvisación sin abandonar la tonalidad. Las polifonías son audaces y la estrategia con que esquiva lugares comunes desorienta a la intuición convencional. Difícilmente la frase musical cumpla con el discurso que la audiencia está aguardando y ese conflicto entre figuración y desfiguración melódica rige a lo largo del disco, reforzándolo en peculiaridad».
Tanto este CD como los anteriores del violinista Alfredo Triff, son ejemplos ideales para demostrar el verdadero concepto de lo que desde 2001 he denominado Música Cubana Alternativa, término muy aludido en los últimos tiempos, pero muchas veces mal empleado.
Sucede que, al menos desde la perspectiva que yo he usado, un trabajo encaja en dicha categoría operativa cuando la agrupación o el solista que interpreta determinado género o estilo no está ligado a circuitos del mercado musical o la difusión sonora o publicitaria; cuando se hace con vocación puramente artística y no comercial; cuando el estilo que toca un artista o un conjunto no parece cumplir los parámetros de ninguna etiqueta de definición conocida o utilizada por la prensa especializada; cuando el sello discográfico encargado de editar las grabaciones o los medios que la difunden (radios, publicaciones...) son de pequeña envergadura o de carácter amateur; y cuando todo el proceso artístico está controlado por los músicos y en él no interfieren directrices ni condiciones de departamentos de marketing, compañías discográficas, instituciones o medios de comunicación.
Cada uno de los aludidos puntos se cumple en un álbum como Parodies, de Alfredo Triff. En dicho ámbito, cuando un músico cubano de nuestros días, como este destacadísimo violinista hace jazz, tiene que ser ubicado dentro de un contexto internacional de influencias, préstamos, innovaciones e intercambios musicales.
Parodies posee la rara virtud de que a lo largo de sus 17 cortes resulta punto menos que imposible definir qué es, en materia de géneros y estilos, lo hegemónico y qué lo subalterno. Cuando uno se enfrenta a piezas como las realizadas por Triff y sus acompañantes (entre ellos sobresale René Luis Toledo a la guitarra y Daniel Ponce en las congas, grabación póstuma del célebre percusionista) en este fonograma se da cuenta de que los parámetros, patrones y criterios que han definido qué es lo cubano en la música ya no son del todo válidos, pues en el instante en que Alfredo se apropia de elementos de diferentes géneros y estilos de la música foránea, tanto académica como popular para hacerlos suyos, se está dando una transformación de nuestra identidad, fenómeno que no puede ser explicado en los estrechos marcos del enfoque convencional de dicho concepto.
Habría que apelar a la exégesis de los procesos de fragmentación que en el presente momento se dan en el universo de las producciones artístico literarias y auxiliarse de teorías como la de la deconstrucción, a tenor de los cambios de coordenadas que en la actualidad tienen lugar en la cultura cubana, en la cual el referente ya no solo está dentro de las fronteras locales.
Un analista imparcial que escuche un CD como Parodies, ideal para verificar cómo nuestra gente maneja hoy la intertextualidad en la creación musical, ha de reconocer que la etapa que vive en estos tiempos la cultura artística es de carácter transnacional, aunque a la par (y esto es lo interesante) se refuerza la identidad. Así, en el quehacer composicional de Alfredo Triff se pone de manifiesto la condición de sujeto multicultural de buena parte de las actuales generaciones de artistas cubanos.