Los que soñamos por la oreja
Desde niña, cualquiera que la hubiese conocido por entonces sabía que Gretell Barreiro Fariñas se dedicaría a la música. Y no podía ser de otro modo, porque por su sangre corría la tradición de importantísimos antecedentes familiares que en su momento dieron gloria y prestigio al quehacer musical cubano.
Ser nieta de un par de personalidades como Carlos Fariñas y Manuel Duchesne-Cuzán es todo un compromiso, si se pretende dedicarse al arte sonoro. Empero, esta atrayente cantautora ha sabido asumir tal condición y proyectarse no a partir de lo hecho por sus antepasados sino desde su propia personalidad, mérito que siempre habrá que elogiarle a la Barreiro.
Para formular una valoración lo más equilibrada posible en torno al quehacer de Gretell, hay que tener en cuenta el contexto de la escena musical en la que ella se inserta.
Lo primero en que hay que pensar es que tras un período en que la figura del solista vino a menos en el panorama musical de nuestro país, desde hace un tiempo esa tendencia ha ido cambiando y así han aparecido numerosas voces masculinas y femeninas que pugnan por ganar afición entre los melómanos locales. En semejante contexto, Barreiro Fariñas es alguien que avanza con paso firme, segura de lo que quiere transmitir como creadora e intérprete.
Cantautora de formación académica, lo cual le permite escribir los arreglos de sus temas, se graduó de la especialidad de piano en el conservatorio Amadeo Roldán. Si bien desde muy pequeña se preparó para interpretar a los grandes clásicos de la pianística, al momento de decidir por qué tipo de repertorio se decantaría, escogió por el de la música popular.
Conocida de inicio por servir de corista a trovadores como Erick Méndez y luego por su participación en el grupo Lego, el primer fonograma grabado por ella lleva el título de Soy y es un álbum que en la emisión de Cubadisco 2013 fue nominado en la categoría de canción contemporánea.
Contentivo de 11 temas escritos por la misma Gretell Barreiro, este es un disco que, si bien está vertebrado en torno al pop, transita por distintos géneros y estilos, entre ellos rock, jazz, funk, ritmos afrocubanos y música brasileña.
Desde el primer corte del álbum, el denominado Llueve, se percibe que estamos ante una propuesta que nos presenta a una cantautora que parte del piano para entregarnos su quehacer. Esto ya por sí solo resulta llamativo, porque durante años perdimos la tradición que hubo en el país de que mujeres cantaran y se acompañasen desde la riquísima sonoridad ofrecida por el piano, por lo que hay que agradecer que tal práctica sea retomada por figuras como Gretell.
Otros temas a los que sugiero prestar especial atención son Iguales, primera pieza que se diera a conocer en la interpretación de Barreiro como solista; Juego (Algo pasa); Así no más, mi favorito de la grabación, en particular por el precioso puente del corte, en un pasaje a dúo entre voz y piano sencillamente exquisito; Ocasiones, Tapices extraños y Éxodos de fe.
Algo que mucho contribuye a hacer grata la audición del CD es la nómina de músicos que acompañan a la vocalista. Son el pianista Rolando Luna, Yandy Martínez en el bajo, el baterista Rodney Barreto, Yaroldi Abreu en la percusión, Yamil Reyes en voces, el saxofonista Germán Velazco en la condición de invitado especial en un tema y Miguel Comas, quien desde las guitarras tiene un rol sobresaliente en varias piezas del fonograma.
Cantautora de muchas posibilidades como nos la presenta el disco, yo le señalaría a Gretell Barreiro que como vocalista se apartase un tanto de ciertos modos de interpretar que, en mi caso no sabría explicar las razones de ello, se han hecho muy populares entre las recientes cantantes cubanas, que remedan en demasía determinado estilo de canto foráneo (léase estadounidense) y que si bien resulta apropiado para la cadencia del idioma inglés, poco o nada «machea» con el español. Por lo demás, buen debut el de esta joven y talentosa representante de la canción cubana contemporánea.