Los que soñamos por la oreja
Los mendigos ensucian la portada del proyecto./
Se busca minero que encuentre dinero nuestro / pagamos con esperanza de alojamiento. / Se necesitan pintores, los más duros del momento / que le cambien los colores al rostro del argumento.
Secretarias que dejen de limar / las uñas del desconcierto / Obreros con experiencia de dar / mandarria sobre el cemento.
*(BIS) Los mendigos ensucian la portada del proyecto
Permuto archipiélago en trance / balcón al mar y sin luces / movimiento que seduce / futuro incierto anhelante
Mantiene su buen talante / en alma y cuerpo se luce / belleza que no traduce / lo que dijo el almirante
Comunicación mediante / telégrafo desfasado / permuto desde el pasado / al mundo que está delante.
Quién me quiere comprar... / un sueño.
Buscamos buen arquitecto / que levante barricadas / ideas una de cada / sin preguntar y sin texto
Una rueda de repuesto / para el carro de la historia / remedios pa’ la memoria / y un sol que no pague impuesto.
Un jardinero que sepa quitar / la hierba del pavimento / garantía de que no ha de brotar / la fruta del descontento.
*(BIS) Los mendigos ensucian la portada del proyecto...
Quién me quiere comprar... / un sueño.
*(BIS) Los mendigos ensucian la portada del proyecto...
Ariel Díaz debutó justamente en Casa de las Américas. Clasificados, título de la canción de la que he reproducido su texto, es uno de los temas que mejor refleja las actuales preocupaciones ideoestéticas de Ariel Díaz. Trovador que, hasta hace relativamente poco tiempo, se había caracterizado en lo fundamental por una proyección en extremo lírica, con mucha ternura en su decir y una muy fuerte presencia de un lenguaje vinculado a lo mejor de la poesía hispana, ha experimentado una transformación en su discurso, que sin renunciar a la riqueza del buen decir, ahora asume un matiz crítico, incluso a veces con cierto sabor acre en las palabras, como corroboran composiciones al corte de La orilla de las ganas, Quiero decir o la demoledora andanada en contra de los exterminadores de sueños denominada Hacheros.
Lo antes expuesto pudo comprobarse en el concierto que él ofreciera semanas atrás en la sala Che Guevara de la Casa de las Américas. El espectáculo, nombrado Ariel Díaz, el regreso, para el trovador vino a ser una suerte de reencuentro con la prestigiosa institución de la esquina de 3ra. y G, lugar donde allá por 1996 ofreciese su primer recital como solista, una función a la que tuve la dicha de asistir y donde el entonces bisoño cantautor evidenció tener garra en el arte de trovar, a pesar de que para la fecha solo había compuesto nueve piezas, todo el repertorio de la presentación.
El tiempo, el implacable, el que pasó (como diría Pablo Milanés) no ha transcurrido en vano en el quehacer de Ariel. Tras el período de fructífera colaboración con la actriz y cantante Amanda Cepero, etapa que abarcó cinco años y que para fortuna nuestra quedó plasmada en un par de fonogramas, en la actualidad Díaz lleva adelante un nuevo proyecto, esta vez con la trovadora Lilliana Héctor Balance, que lo acompañó durante la presentación en Casa de las Américas, en una función que sirvió de clausura al Coloquio Miguel Hernández y Cuba, organizado por el Centro Pablo de la Torriente Brau en colaboración con instituciones como la Fundación Cultural Miguel Hernández, de Orihuela (España).
El concierto de Ariel fue muy guitarrero y, entre otras cosas, demostró que él se ha tomado en serio su desempeño en el instrumento de las seis cuerdas. Con el apoyo de la ya mencionada Lilliana H. Balance, la flautista Glenda López, el percusionista Pedro Bandera y el bajista Reinier Aldana, en la función sobresalieron varios temas, entre ellos un delicioso zapateo titulado Habla, reflejo de un modo de pensamiento del que muchos somos partidarios y que me sirve para concluir esta breve reseña:
Habla, si vas a hablar es ahora, / el verso se te demora / y la ocasión se te pasa. / Habla, rompe de un tiro la inercia, / que empiece la controversia, / mejor adentro y en casa. / El silencio es una plaga / que se come la palabra, / no queda resto de nada / sin que una boca se abra, / hable, pa’ que la semilla / germine por la mañana, / hable, que el ojo le brilla, / no se quede con las ganas.