Los que soñamos por la oreja
Lady Hamilton busca su lugar / entre tantos siglos desabridos, / sin orientación se ha echado a volar / tras un cuerpo al son de sus latidos.
Lady Hamilton quiere reencarnar / pero no ha tenido mucha suerte: / no ha encontrado al ser que se atreva a dar / todas las verdades por su muerte.
Lady Hamilton prefiere penar / entre nubes de
desamparados / y espera a que dios se decida a actuar / con su corazón desesperado.
Lady Hamilton se pone a pintar / versos sin reverso y dulces calaveras / y en su excitación mira al campanar / esperando el toque de quimeras.
Lady Hamilton quiere retornar: / da un divino instante a cualquier vida incierta. / Lady Hamilton se quiere posar / y anda merodeando por tu puerta.
He reproducido el texto íntegro de una canción titulada Lady Hamilton, el tema más conocido de un buen amigo trovador, otrora realizador de programas radiales, actualmente periodista y escritor. Esa hermosa pieza está dedicada a la poeta Juana García, mujer de singular sensibilidad y que en sus tiempos de profesora en las aulas del ISA, marcara, con la impronta de sus conocimientos, a una generación de creadores formados en aquellos años 80, artistas que dos décadas después son noticia con disímiles proyectos, como la exposición Killing time, dedicada a rendir tributo a toda una época de nuestras artes plásticas, y que por las semanas que corren ha generado comentarios en múltiples espacios informativos y de crítica.
En la condición de trovador, mi buen amigo llevaba rato en el intento de organizar un concierto con las canciones escritas por él a propósito del libro Confesiones, de El Diablo Ilustrado, piezas que serían interpretadas por otros cantautores. Ahora, por fin, en Cárdenas ha encontrado sitio para canalizar una idea que desde hace meses ha venido planeando. Como es sabido, en la actualidad la trova tiene en la llamada Ciudad bandera uno de sus espacios privilegiados. Se ha vuelto una especie de sueño para los trovadores de todo el país ser invitado a lo que se conoce como la Suerte de cangrejos.
Creada por un grupo entusiasta de espíritus poéticos y al amparo del Museo de la Batalla de Ideas, se realiza un sábado al mes la aludida función que, del patio del antiguo cuartel cardenense de bomberos, se traslada a trasnochar —pasando de concierto a descarga abierta— en un patio muy acogedor en la acera de enfrente.
Los generadores de tal suerte de fiesta para trovadores y trovadictos han querido llegar a su cuarto aniversario con un concierto sui géneris, el de las «confesiones» de El Diablo Ilustrado, que será la conclusión de tres días de celebración, donde trovadores de diferentes provincias se reunirán en defensa de un estilo creativo que ya tiene más de un siglo de existencia. En un correo electrónico, el hacedor de la idea del personaje de El Diablo me explica:
«Desde que se escribía Confesiones pensé en aprovechar la imaginería alrededor de “El Diablo” para convertir ese personaje-autor en el trovador, que es figura raigal en la cultura nuestra. Por varios sondeos, incluso con amigos y amigas de mi hijo mayor (que tiene justamente la edad de aquellos a quienes va dedicado en lo fundamental el libro), he podido comprobar que ciertamente son muchos los jóvenes que están abriendo sus ojos hacia disímiles temas que se abordan en El Diablo Ilustrado, después de leerlo pero especialmente hacia la Nueva Trova.
«Cantar yo todos esos temas, aparte de limitarlo interpretativamente, no daba la idea que quería y es que no asocien a el Diablo con un trovador, sino con la figura del trovador que puede ser cualquier auténtico exponente que vaga bohemiamente respirando esta Isla».
El libro Confesiones consta de 16 capítulos, inspirados cada uno en una canción del propio escritor incógnito. El domingo 3 de junio a las 9:00 p.m., en el teatro de Cárdenas, se escucharán por vez primera esos 16 temas, más uno de un capítulo que fue sacado del libro a última hora. Lo hermoso del proyecto es que junto a «El Diablo Ilustrado» estarán trovadores de varias generaciones, para hacer cada cual su versión, en un sincero homenaje a una de nuestras tradiciones de mayor autoctonía.