Inter-nos
Toda esta historia sucedió frente a Fort Benning, en Georgia, durante la protesta anual que exige el cierre del Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación de Seguridad —el nombre tras el que se oculta la Escuela de las Américas, la misma que durante años entrenó a los militares de América Latina y el Caribe y de cuyas aulas, entonces en Panamá, salió una larga lista de represores, dictadores y torturadores.
Las funciones solo han cambiado de nombre y locación, dice SOA Watch (Vigilando la Escuela de las Américas, sería su traducción), la organización antibelicista y defensora de los derechos humanos que convoca y realiza la manifestación. Y este año marcaba el aniversario 20 del asesinato de seis sacerdotes jesuitas y la esposa e hija de Obdulio Ramos en El Salvador, una matanza aún impune de la guerra sucia que EE.UU. organizó, fomentó y ejecutó durante el gobierno de Ronald Reagan y en la que 18 de los soldados participantes eran graduados de la escuela del crimen y el oprobio.
Había otro aspecto especial en el evento del pasado domingo de noviembre: el Padre Louis Vitale llevaba las cenizas de Joe DeRaymond, cuando cruzó las cercas de Fort Benning a través del punto de control de la Carretera Interestatal 185. Otras tres personas lo acompañaban en un acto que las autoridades militares estadounidenses consideran un delito: traspasar propiedad federal. Los cuatro fueron detenidos: Vitale; Nancy Gwin, de 63 años, de Syracuse, Nueva York; Michael Walli, de 61, de Washington, la capital, y Kenneth Hayes, de 60 años, de Austin, Texas. Como el Padre Vitale apretaba contra su pecho las cenizas, podríamos decir que DeRaymond también cayó en la redada. Y esta es su historia.
Joe DeRaymond era el mejor amigo de Sarah Snider, y juntos participaron en la primera protesta de SOA Watch, en 1998. Pero el mes pasado, dice el diario The Ledger-Enquirer, luego de luchar durante dos años contra un cáncer del cerebro, murió no sin antes pronunciar su último deseo: que Sarah Snider llevara sus cenizas ante las rejas de Fort Benning, y estar presente en una última protesta.
De seguro fue un domingo de sol para el alma buena de Joe DeRaymond, y acompañará a los cuatro cuando sean sometidos a juicio y probablemente condenados a seis meses de prisión, algo nada nuevo para Vitale, que ya ha pasado algún tiempo tras las rejas por acciones de honestidad y valor realizadas en Fort Benning y Fort Huachuca, este en Arizona.
Un convencimiento mueve el cuerpo vital de 77 años del Padre Vitale: «La maldad todavía está allí. Tenemos que protestar. Es hacer lo correcto».
Y aunque debieran ser más, muchos más, no es el único que así piensa: A pesar de la lluvia y el frío, aclaraba el periódico de la localidad, miles rodearon Fort Benning, cantaron, bailaron, demostraron su duelo por las víctimas de los genízaros de la Escuela de las Américas y se prometieron no descansar hasta lograr su propósito: el cierre de la escuela del crimen.
Por cierto, en verdadero acto de justicia y reparación, el sábado pasado, el Padre Roy Bourgeois, fundador de SOA Watch, y la propia organización fueron nominados para un Premio Nobel de la Paz. Dados los últimos indicios de la entrega del galardón, es poco probable que se les otorgue…
Pero ellos no cejarán en su lucha hasta que la ignominia sea sepultada por sus propios escombros.