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Parece insólito, pero está sucediendo en EE.UU.: se ha incrementado el número de cadáveres sin reclamar porque las familias no pueden afrontar los gastos funerales. Este desatino macabro en el país más poderoso y rico del planeta resulta casi increíble; sin embargo, la información la hizo pública The New York Times en su edición dominical, y fue prolijo el diario en detalles de una situación lamentable que tiene extensión por todos los estados norteamericanos.
La doctora Karen Gunson, la examinadora médica del estado de Oregón, comentó que llevaba 24 años en esas funciones y «no puedo recordar que algo como esto sucediera antes». Se refería a que el número de cuerpos no reclamados se había incrementado en 50 por ciento; en las neveras de las morgues los muertos estaban por un tiempo más prolongado, y ahora la razón no era la imposibilidad de encontrar a los familiares del difunto: es que estos no pasaban a recogerlo porque «no tienen fondos para cubrir el entierro o los costos de la cremación».
Y ni en Oregón, ni en otros estados se trata únicamente de indigentes. El problema se acrecienta porque también los gobiernos locales están cortos de plata para este propósito, aunque ahora una docena de estados están subsidiando el servicio, pero la mayoría utiliza fondos de Medicaid, el presupuesto para dar ayuda médica.
Resulta tétrico y triste en extremo, pero es un prorrateo entre los vivos y los muertos. Así también en Oregón decidieron elevar el pago de los certificados de defunción de siete dólares a 20 con el objetivo de ir cubriendo los 450 dólares que le cuesta al Estado cada cremación de los menesterosos —eso es un tercio o la mitad de los costos de un entierro, aunque en otros lugares sobrepasa los 800 dólares o más.
Algunas autoridades de condados, al quejarse de la situación, señalaban causas del problema: un significativo incremento del desempleo, reducción de los salarios, pérdida de trabajos en la industria manufacturera, y compañías que cerraban sus puertas. Descripción de la crisis económica que sacude a EE.UU., a pesar de los reclamos oficiales de la administración del país sobre su fin. La gente en la calle dice y siente todo lo contrario.
Como paliativo al problema, en Tennessee decidieron donar los cadáveres a la «Granja de Cuerpos», el Centro de Estudios Forenses Antropológico, para que los universitarios estudien la descomposición, pero hasta la Universidad de Tennessee tuvo que detener el procedimiento porque estaban saturados.
Incluso, quienes pueden pagar el funeral están revirtiendo la costumbre y cada vez más acuden a la cremación frente a la mayor erogación de un entierro. Ya el gran negocio de las casas fúnebres dice sentir el cambio.
La crisis profunda, sombrío panorama extendido a prácticamente todo el mundo por el imperio económico, deja sin paz, sosiego ni descanso… también a los muertos.