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La historia de Walt-Mart está llena de sinsabores... por supuesto, para sus empleados —perdón, que ellos les dicen «asociados». Y este año 2009 lo inicia con nuevas expansiones en América Latina que llevan no solo el signo de la excesiva y peligrosa concentración de capital y lo que Human Rights Watch ha calificado como su característica sobresaliente «la magnitud y agresividad de su aparato antisindical», sino también con un actuar político de ultraderecha.
Tras tomar el control de la principal cadena de supermercados chilena, la D S, la gigantesca empresa estadounidense arremetió contra una parte del mundo, como si fuera la representante y ejecutora comercial de los Departamentos de Estado y del Tesoro en los epílogos de la administración de George W. Bush.
Un ordeno y mando de la mayor cadena de tiendas estadounidense, como corresponde a los amos y señores, hizo saber a los administradores de la hasta ahora compañía sudamericana que a partir del lunes 5 de enero se suspenden las compras de productos de Irán, Cuba y Venezuela. También están vetados bienes de Costa de Marfil, República Democrática del Congo, Corea del Norte, Sudán, Liberia y Belarús.
Demasiado fácil «descubrir» que Estados Unidos está en conflicto diplomático con todos estos países —y muchos más.
La agencia DPA, que se hizo eco del úcase transmitido en un correo electrónico corporativo con fecha 31 de diciembre, dijo que la medida «afectará las adquisiciones de 42 productos originarios de esos mercados, entre los que destacan los rones», muy consumidos por los chilenos, asegura el medio noticioso, y da la lista de los buenos licores prohibidos: los cubanos Havana Club y Varadero; y los venezolanos Diplomático, Santa Teresa y Pampero.
El hecho ha puesto en estado de alerta a no pocos, cuando la prensa chilena dio a conocer el mandato de Wal-Mart; y la reacción llegó desde la socialdemocracia y los pequeños productores, pues los diputados del Partido por la Democracia (PPD) Eugenio Tuma y Rodrigo González, como también el presidente de la Confederación Nacional de la Pequeña y Mediana Industria, Iván Vuskovic, consideraron que las prohibiciones «atentan, restringen y entorpecen» la libre competencia, y más que el comercio, limitan la soberanía. «Es inaceptable» que se obligue a Chile a participar en un bloqueo económico que no comparte, dijeron.
Por tanto, acudieron ante la Fiscalía Nacional Económica para solicitar una investigación, abierta el mismo lunes 5 de enero, como precisó el jefe de esa entidad, el fiscal Enrique Vergara, para «comprobar la eventual discriminación de productos que actualmente se comercializan en los supermercados de la cadena D S, cuya toma de control por parte de la gigante estadounidense está en proceso», publicó EFE.
La poderosa firma estadounidense, que crece desaforadamente aun en estos tiempos de crisis, está presente en no menos de 16 países con más de 7 000 tiendas y casi alcanza los dos millones de empleados. La compra en Chile comenzó el pasado 23 de diciembre, cuando la mayor empresa minorista del mundo, controladora de buena parte del mercado global, ofertó 2 660 millones de dólares por el cien por ciento de las acciones de los supermercados D S (Líder y Ekono), poco más de una semana después les llegó la instrucción bloqueadora desde la empresa extranjera.
Radio Cooperativa informaba el mismo día que los rones cubanos habían entrado en liquidación, a mitad de precio. A partir de ahora, si las entidades pertinentes no hacen sentir la soberanía de la nación, los chilenos se perderán un gustazo, y mucho más...
Luego la empresa que el economista estadounidense Paul Krugman calificó de «brutal» por sus drásticas políticas laborales, eliminará los sindicatos, dejará cesantes a los activistas gremiales, establecerá medidas discriminatorias por género y etnias para la estimulación y los ascensos y fortalecerá también allí la condición que la organización no gubernamental Global Exchange le dio como una de las 14 empresas más dañinas del planeta.
Y quizá, siguiendo el ejemplo de lo instituido por el consorcio en el vecino país gaucho, donde está establecida desde 1995, de la seguridad de la «gran familia» se ocupen los represores chilenos pinochetistas, pues el Director General de la Seguridad de Wal-Mart en Argentina es Alfredo Oscar Saint Jean, hijo, militar retirado que en 1976 se desempeñó en Tucumán, Bahía Blanca y en Tandil y Azul, dos localidades donde funcionaron centros clandestinos de detención durante la dictadura militar, de la que formó parte su padre, un general genocida de igual nombre, que llegó a ocupar el cargo de Ministro del Interior de Leopoldo Galtieri, y hasta fue por un brevísimo lapso Presidente de facto.
¡A brindar por Wal-Mart en Chile!, la empresa que odia los gremios y los rones...