Acuse de recibo
Todo comenzó el 7 de abril pasado, cerca de las cinco de la tarde. Pasó un camión grande por la Calzada de Diez de Octubre, y partió en dos el cable de la corriente eléctrica que alimenta al edificio sito en esa arteria capitalina con el número 1269, entre Carmen y Vista Alegre.
Lo revela Joana Lima, en nombre de los residentes en ese inmueble. Y cuenta que el cable de marras quedó tendido, una parte en la acera de enfrente y la otra en la puerta del edificio. Desde entonces quedaron sin electricidad.
Llamaron al 18888 de la Empresa Eléctrica de La Habana, y les dieron el número de reporte 25552. Al rato, llegó el camión de la empresa. Recogieron los cables partidos. Dijeron que se necesitaban 35 metros de cable para poder rehabilitarles la electricidad, pues el poste está en la acera de enfrente. Y se retiraron.
Después de múltiples llamadas de los vecinos, incluida una al puesto de mando del Partido en el municipio, volvió el camión, cerca de las diez de la noche. Los de la Empresa Eléctrica hicieron una conexión del pedazo de cable con el edificio de al lado, para darles corriente momentáneamente y no estar a oscuras.
Esa conexión es insuficiente, manifiesta Joana, pues según los electricistas no se pueden conectar equipos de 220 v ni tampoco todos los de 110, porque son muchos los apartamentos (19), y se pueden romper los equipos por la sobrecarga.
No se ha podido poner el motor del agua del edificio, por lo cual no tenemos ni una gota de esta, refiere la remitente. En la mañana del pasado 8 de abril dos vecinos se dirigieron personalmente a la Organización Básica Eléctrica Municipal (OBE). Allí les dijeron
que tenían que seguir llamando al 18888 y continuar reportando la situación, para que de la Empresa Eléctrica de la provincia suministren los 35 metros de cable.
Otra vecina llamó al 18888 y le dijeron que fuera a la OBE. Y cuando los vecinos fueron a la OBE les orientaron que llamaran al 18888. Otra vecina llamó a Atención a la Población del Ministerio de Energía y Minas (Atención a la Población). Y allí le dieron dos teléfonos de la empresa provincial, a los cuales llamó y nunca atendió nadie.
«Nosotros no podemos seguir esperando a que se nos rompan los equipos eléctricos, señala Joana. Y no tenemos una gota de agua por no poder poner el motor. En el edificio vivimos diez ancianos mayores de 70 años, cuatro niños y otros adultos mayores», concluye.
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