Acuse de recibo
Sin aspavientos ni regodeos triunfalistas, esta columna del ciudadano cumplió 25 años el 27 de diciembre de 2022. No hubo que celebrar la efeméride si tanto queda por hacer en este receptáculo de inconformidades de la población; ni festejar cuando aún las respuestas institucionales al Soberano aquí son insuficientes cuantitativa y cualitativamente.
Con tristeza e inconformidad hoy revelo los saldos del segundo semestre de 2022. De las quejas publicadas en ese período, apenas el 45 por ciento tuvo respuestas de las entidades responsables. Ni porque llevamos tantos años bregando por el tratamiento oportuno y respetuoso que merece nuestra gente por parte de las entidades públicas.
Al analizar la tabla 1 que acompaña este texto, la cual revela los porcientos de respuestas desde 2003 —año en que comenzamos a publicar estos balances—, se constata que tras un período de consolidación de ese deber institucional para con el ciudadano, con altas y bajas, este último 45 por ciento es una vergüenza. Ahí están las evidencias de cada quien en la tabla 2, de cumplimiento o no en cuanto a atender y responderle al quejoso y a esta sección.
Nota: Los análisis parciales de la sección no siempre han correspondido con el año natural. En ocasiones se han realizado por cuatrimestres, semestres o un periodo de 12 meses.
Hemos arribado a la cifra más pobre de respuestas desde 2005, precisamente hoy, cuando la dirección del país está insistiendo en el «Gobierno en la calle», en estar muy cerca del pueblo, atender sus quejas y planteamientos, y en la necesidad de agotar las posibilidades de solución a los problemas. ¿Es que no se sienten aludidos y evaden sus obligaciones de responder a esta sección, que les da todas las posibilidades para ello?
No menos elocuente es el hecho de que el 40 por ciento de las respuestas en este período revelen que el problema denunciado se solucionó tras la publicación aquí; y en un 14,8 el asunto se había resuelto antes de la publicación. ¿No sugiere esta paradoja cierta tendencia acomodaticia a atender los problemas al paso, cuando se hacen públicos? ¿Se está extraviando la capacidad de controlar y de prever?
Otro indicador que muestra deterioro es la explicación de las razones por las que la queja no había sido atendida, algo de elemental respeto para el ciudadano afectado. En este período el 61,7 por ciento de las respuestas alude a las causas, cuando en el primer semestre de 2022 el cumplimiento de este elemental requisito ascendía al 75 por ciento de las respuestas. ¿Seguirá disminuyendo?
Como si fuera poco, y perpetuando una lamentable tendencia elusiva en los últimos años, esta vez solo el 4,25 por ciento de las respuestas en el período precisan las acciones adoptadas para sancionar el proceder negligente de funcionarios y trabajadores, y prospectivamente buscar soluciones de raíz a esos problemas para que no se repitan.
Y aunque muchas insatisfacciones ciudadanas están condicionadas por reales carencias de recursos en el país, también se revela en no pocos de estos casos que ni siquiera se fundamentan esos imposibles con una información transparente y convincente, que sí aparece después en la respuesta i nstitucional, tras la revelación de la queja.
No obstante, no siempre los males que aquejan a quienes acuden a esta sección responden a problemas de recursos, y sí a muchos estilos burocratizantes, en los que la subjetividad, la ineficacia y la falta de compromiso con la ciudadanía fomentan serios nudos y obstáculos.
Como siempre, aclaro que hay entidades e instituciones a la vanguardia en materia de sensibilidad extrema y profunda ante los problemas de la población, que no se sentirán aludidas en este rosario de insuficiencias. Ellas saben cuáles son sus fortalezas, como mismo otras, indolentes, reconocen aquí su retrato. Y algunas saben, o se enterarán aquí, que han bajado la guardia.
Es muy preocupante que «a estas alturas del campeonato», cuando la situación del país se ha complejizado al extremo, y estamos sometidos a un cerco mediático tan agresivo, haya instituciones y administraciones públicas que ni siquiera reaccionen con el decoro necesario para sentir primero como pueblo, y actuar en consonancia. ¿Es tan difícil despejar de nuestra ecuación regeneradora a esos perpetuadores del silencio y la incertidumbre?
No nos cansaremos de seguir publicando y alertando.