Acuse de recibo
Sergio Rivero Fuentes, residente en la comunidad rural Casero del municipio granmense de Campechuela, es un campesino asociado a la cooperativa de crédito y servicio (CCS) Carlos Manuel de Céspedes. Y escribe para lanzar un S.O.S porque peligra el arroz que produce en sus tierras.
Refiere que está en la época óptima de cosecha del grano, y tiene alrededor de una caballería lista para la recogida del mismo. Pero el complejo agroindustrial arrocero Fernando Echenique, al cual está adscrita la CCS, no garantiza las combinadas para la cosecha, con el consiguiente daño a la economía de cada productor y a la del país, en momentos en que la producción de alimentos es la prioridad nacional.
«Esto es algo que se repite año tras año sin que se avizore una solución, expresa. Comprendo la situación por la que atraviesa el país, pero creo que hay actividades, como esta, que debían ser priorizadas, por cuanto representan un problema de seguridad nacional, atendiendo a los llamados constantes que se nos hacen para producir más.
«Muchas veces se desalienta al productor con estas cuestiones que, quizá con un poco más de organización, se pudieran resolver», dice y afirma que esta situación es conocida por las autoridades del territorio.
«Y nada se hace, enfatiza. Mientras tanto, el precio del arroz se dispara, la población no puede acceder al producto, y en mis terrenos y los de otros socios de la cooperativa se pierde el grano. Reclamamos urgentemente una solución a este problema».
Desde el propio municipio de Campechuela, en Cienaguilla, Leodanis Torres Ramírez declara que esa localidad «está pasando por una crisis con el agua, una crisis que se repite cíclicamente, sin que se tomen las medidas para resolverlo de una vez por todas».
Refiere que el acueducto está situado a la orilla del río, y depende del caudal de este para funcionar. Pero con las continuas sequías, el río se va agotando y ya casi es incapaz de satisfacer la demanda.
Y cuando el río crece, el agua que reciben es sucia, porque el sistema de filtros hace años que no funciona. A ello se suma que aguas arriba hay productores de arroz que,
al liberar las aguas de sus sembrados, estas van a parar al río con toda su carga de suciedad y contaminantes.
«El agua del río no cuenta con los parámetros para ser catalogada de potable, señala, pues no recibe tratamiento de ningún tipo para liberarla de impurezas. Y solo se le agregan dosis de cloro que resultan insuficientes.
«Sin embargo, nadie toma cartas en el asunto para solucionarlo, aunque representa un gran peligro para la salud de los pobladores. A pesar de todo esto, esa es la única fuente de abasto de agua de que disponemos.
«Y cuando falla es agónica la situación». Leodanis critica que a veces se llega a retirar la turbina para repararla, y después de un tiempo la traen sin ningún arreglo y continúan en la misma situación.
«Aquí no hay planes de contingencia para estas situaciones. No se sitúan pipas como en otros sitios. Y a las reclamaciones de la población solo se argumenta que falta el combustible. Falta sobre todo preocupación y compromiso», concluye.
Por otra parte, alerto a nuestros lectores, una vez más, que las cartas a esta sección deben venir acompañadas del nombre y apellidos del remitente y su dirección particular. A pesar de repetirlo, llegan misivas sin alguno de esos dos requisitos. Carta que no los traiga, no pueden ser atendidas.