Acuse de recibo
A mediados del pasado mes de junio se rebosó la fosa del Edificio 17815, en calle 3ra. Sur, entre Central y Final, en el reparto Primero de Mayo del municipio capitalino Boyeros.
Y desde entonces la señora Hilda López Martínez, quien reside en el apartamento 2 del citado inmueble, en los bajos, ha tenido que autoevacuarse entre la casa de su hija y la de su nieta. No es para menos. Las aguas albañales comenzaron a brotar por los tragantes de su patio y a avanzar hacia dentro de la vivienda.
El 19 de junio Hilda fue a las oficinas de Aguas de La Habana, situadas en el vecino reparto Mulgoba. Allí, le atendió una persona llamada Oscar, quien recogió sus datos en una libreta para después incluirlos en la base de datos de la computadora.
Pasaron 15 días y las aguas sucias seguían inundando el apartamento. Hilda volvió por esas oficinas de Aguas de la Habana, donde la atendió una empleada con nombre María del Carmen, quien le informó que Oscar no había puesto su asunto en la base de datos de los reportes.
Hilda le mostró en su celular un video de la tragedia a María del Carmen, quien, muy alarmada, le dijo que no se preocupara, que al día siguiente iban a mandar a destupir los registros centrales (lo que le correspondía a Aguas en el asunto). Y lo cumplió. También le orientó que después de salir de su oficina fuera inmediatamente a la Dirección Municipal de la Vivienda, en Santiago de Las Vegas, a ver a Haisan, el encargado de mandar a destupir la fosa del edificio.
Eso hizo Hilda. Al contactar a Haisan le enseñó el video. Él también se alarmó, y le dijo lo que ella ya sabía: que no puede destupir la fosa del edificio si primero no se destupen los registros centrales. Que cuando María del Carmen lo ejecutara, le avisara por teléfono a su oficina.
María del Carmen cumplió su palabra. «Y ahí es donde comenzó mi odisea, afirma Hilda. Todavía no he podido hablar con Haisan. Cada vez que lo llamo me dicen que no está, ya que él es el Especialista Principal y es el encargado de salir a dar solución a todas las urgencias. O que no vino a trabajar. O el teléfono suena y nadie lo descuelga».
Hilda, tan tenaz, decidió personarse entonces en Vivienda. Y Haisan al verla, no se acordaba de su caso. Hilda le recordó la historia, y que ella le había mostrado el video. Entonces cayó en cuenta. Y amablemente la anotó, una vez más, en el registro. Le dijo que siguiera llamándolo, que no tenía que volver.
«Hasta la fecha no he podido contactar con él, refiere. El 6 de agosto lo volví a llamar y me salió la compañera Leila: una vez más Haisan no se encontraba. Me dijo que para resolver mi problema tenía que llamar a Aguas de La Habana en Mulgoba».
Llamó a Aguas de La Habana y la atendió Janet, quien le reiteró que esa entidad no es la encargada de hacer el trabajo restante, que para eso estaba el departamento de Haisan.
Ese mismo día, la irreductible Hilda llamó a Haisan, y una compañera llamada Jacqueline le comunicó que él no estaba. «Cuando ya un poco molesta le reclamo porque estoy cansada de la misma respuesta, refiere, ella me dice que él tenía que estar la mayor parte del tiempo en la calle por ser el especialista principal que atiende las emergencias. Y yo me pregunto: ¿Y lo mío qué es?».
Desde mediados de junio Hilda permaneció evacuada en casa de su nieta, que es cerca, hasta el 24 de julio, cuando se albergó en casa de su hija, donde permanece con tremenda depresión «al ver en qué condiciones está mi casa y además sentirme víctima del maltrato que he recibido por parte de algunos funcionarios de Vivienda».
Aun así, con sus 79 años, y con tanta energía y resistencia, Hilda está curada de espanto. Las albañales siguen enseñoreándose por su casa. Y ella sigue esperando como Penélope, tejiendo y destejiendo la esperanza hasta que consiga la victoria.