Acuse de recibo
Luis Gutiérrez Urdaneta (avenida Ciudamar No. 18503, entre 1ra. y 3ra., Ciudamar, San Miguel del Padrón, La Habana) recuerda un trabajo del colega Orfilio Peláez publicado en Granma el 21 de septiembre de 2013, sobre la «espera demasiado prolongada» para aplicar los sistemas de purificación de agua ZZ, basados en el uso de la zeolita natural, que ya en 1999 habían obtenido su primer registro sanitario, gracias a sus autores, el Doctor en Ciencias Físicas Gerardo Rodríguez Fuentes, y otros especialistas del Instituto de Ciencia y Tecnología de Materiales de la Universidad de La Habana.
Según Orfilio, el producto demostró sus cualidades como potente microbicida de amplio espectro ante pseudomonas, shigellas, salmonellas, Escherichia coli, Vibrio cholerae, giardias y otros, confirmadas en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, el Finlay y otras instituciones.
«Pese a que los mencionados sistemas parecían garantizar la máxima calidad del agua desde el punto de vista microbiológico, acotaba, ningún ministerio mostró interés en fabricarlos. Así el registro dejó de renovarse y se perdió a los tres años, pasando a engrosar la lista de aportes científicos “engavetados”».
Entrevistado por Orfilio, el Doctor Gerardo acotaba que, promovido por el Ministerio de Economía y Planificación, había el propósito de rescatar muchos resultados de la ciencia y la tecnología, ya en el olvido. Sobre el microbicida, esperaban que el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología lo validara, para otorgarle dos nuevos registros de producción y comercialización. Uno de ellos, el equipo doméstico denominado Filtro-Purificador ZZ, creado en la Inpud de Villa Clara, con cartuchos o bolsas de 300 gramos de zeolita purificada con sales de zinc.
Luis, quien solo ve en las tiendas filtros importados de Corea del Sur, pregunta: «¿Se realizaron las tareas programadas por las instituciones cubanas mencionadas en ese artículo? ¿Se han comenzado a producir y comercializar esos filtros? ¿Qué hay que esperar, mientras el país continúa erogando divisas en su importación, y se mantiene el consumo energético para hervir el agua?».
Alexis Macías (Pío Rosado No. 870, entre Princesa y Santa Rosa, Distrito 26 de Julio, Santiago de Cuba) labora como jefe de bloque en la central termoeléctrica (CTE) Antonio Maceo (Renté) de esa ciudad, y piensa que el sistema de pago en esas plantas es insuficiente y desmotivador.
Según la Resolución 6, afirma, el pago es por resultados; pero las CTE no dejan utilidades. «Así lo entendí cuando nos lo explicaron: el pago por resultados se aplica con un dinero que recauda la Unión Eléctrica, y esta a su vez reparte parte de ese dinero por cada empresa (cuando lo hace, porque hace meses no nos empatamos con la verdad)».
También entran otros pagos como la nocturnidad (de 8 a 16 centavos la hora) y condiciones laborales anormales (30 pesos), que tienen las mismas características de 40 años atrás. Y la estimulación en CUC, «oscila según la producción y no pasa de 30 en mi caso, cuando en otras empresas de menor importancia tienen ese estímulo fijo», enfatiza. Y el llamado mes 13 o pago anual, que no asciende a las cantidades de otras empresas. Afirma que en las CTE no entienden por qué se quedaron atrás en estimulación, si son una industria básica para el país, porque todo se mueve con energía eléctrica.
«Tenemos un trabajo de gran responsabilidad, máquinas de 30 años o más, evaluaciones mensuales y anuales de conocimientos, un horario irregular (turnos rotativos de 12 horas). Laboramos con productos nocivos para la salud, altos decibeles de ruido y no siempre con los medios de protección adecuados. Con vibraciones, tuberías de agua, vapor, petróleo, hidrógeno, amoníaco, muchas con altas presión y temperatura».
También, añade, deben saber cómo actuar ante un incendio, y laboran con mucho trabajo extra, por la no existencia, por ejemplo, de elevadores en las calderas, que tienen hasta 38 metros de altura.
Alexis considera que todo ello debe ser revisado, pues en la Renté, al igual que en otras CTE, ya han pedido la baja unos cuantos operadores. «Incluso, los jóvenes, dice, aunque conversamos mucho con ellos, no tienen intención de quedarse. Alegan que ganan muy poco dinero para el trabajo que desempeñan: Lo que ganan aquí se lo buscan en otros lugares sin estas condiciones de trabajo. Eso, sin contar que gran parte de los operarios tienen 50 años o más. Y un operario no se hace de un día para otro, lleva tiempo y dinero, incluso después de graduado.
«Tenemos que hacer cumplir de alguna forma la Ley de Distribución Socialista, y no solamente mencionarla. Pasa el tiempo y seguimos en las mismas», concluye Alexis.