Acuse de recibo
Algún día habrá que hacer inventario de «víctimas» de la chapucería en nuestros predios. Lo feo, lo mal acabado, lo irresponsablemente hecho, corroen más que el salitre y aniquilan el entusiasmo colectivo.
Lo digo no por afán de descubrir el agua tibia, sino porque llega a Acuse otra carta del agramontino Reynaldo Márquez Páez (calle Línea e/ B y C, edif. 86, apto. 1, Santa Cruz del Sur), quien denunció aquí el 23 de mayo de 2015 los «regalos» de «Chapucio» en la vivienda económica que le habían entregado a él y su familia.
«Piso sin losa, no llega a pulido y sin calidad; la meseta también sin pulir, sin enchape y por debajo se cae a pedazos; el baño, sin enchape y supuestamente con estuque», describía entonces el remitente. Y añadía que en los hogares, otorgados supuestamente como estímulo a trabajadores en el plan CTC, ya los pisos se estaban filtrando.
Al respecto, el 30 de diciembre de ese año, más de siete meses después, llegó a JR la respuesta de Leonel del Risco Franco, director de Vivienda en suelo camagüeyano. Se publicó el 23 de enero de 2016.
En su misiva, Leonel refería varios elementos sobre la evolución de los planes constructivos que dieron como resultado aquellas entregas y evocaba que en todos los casos habían existido quejas de los propietarios.
Aseguraba el director que aunque se lograra calidad en las terminaciones, los enlucidos (estucados) y pisos pulidos —lo que correspondía por plan a estas casas— se cuarteaban a partir de los movimientos de oscilación de las edificaciones.
«Sin ir en contra de la política de construir viviendas económicas, y a partir de las capacidades de producción de losas de piso que existe en la provincia, desde mediados del presente año a todos los edificios construidos se les ha colocado piso de baldosa o mosaico; se prevé en el primer semestre de 2016 restituir los pisos de los edificios que fueron construidos con pisos pulidos», concluía Del Risco Franco.
Pues bien, ha pasado ya ese primer semestre de 2016, y el piso de Reynaldo y los suyos está igualito, como el cuartico de la popular canción.
«En respuesta que nos dieron la Ecoing-15 y la Dirección Municipal de Vivienda (DMV) con fecha 26 de junio de 2015, a más de un mes de que salió (el caso) en el periódico, se plantea que son viviendas económicas, el dueño tiene que mejorarlas y ellos hacen y trabajan con los materiales que les dan», narra el afectado. Y se pregunta con justeza si en estas instituciones al final de cada mes no habrá análisis de la calidad, control del uso eficiente de la fuerza laboral y del presupuesto o evaluaciones similares.
Otro «pequeño» detalle que se suma a la historia, de acuerdo con la misiva de Reynaldo, es la contestación que le han dado en la DMV sobre el costo del piso de marras. «Dice la responsable del tema que a ella no le importa cómo está hecha la casa, ella cobra los metros cuadrados y ya; esa es la ley». De ahí que el piso «puede ser pulido, de losa, de granito o de mármol, o de lo que sea, vale lo mismo».
Por tanto, reflexiona el remitente, si se sigue únicamente este criterio de cobrar por área, se le puede poner mármol al piso y llevarlo a una calidad suprema ¿o no?
Al publicar la respuesta de la máxima autoridad de Vivienda en la tierra de los tinajones, en enero pasado, lamentábamos que en esta faltaran pertinentes explicaciones. Y repetíamos que ante la necesidad de edificar al menor costo posible, todos los implicados deberían velar porque bajo costo no se traduzca en baja calidad, o lo que es lo mismo: irrespeto a las instituciones y a los ciudadanos.
Al parecer Chapucio, el personaje humorístico del maestro Zumbado, se ha reproducido felizmente y sus hijos y nietos continúan sueltos y sin vacunar. Esperemos que al piso de Reynaldo y su familia se le dé finalmente la terminación necesaria.