Acuse de recibo
No se repone uno todavía de la inobservancia, la indolencia y desatención que exhiben ciertos funcionarios en sus respuestas a las quejas de ciudadanos, cuando ya llega otra misiva, que da mucho que pensar, de Yamira Acosta Rodríguez, directora general del Grupo Empresarial de Comercio de Pinar del Río.
Recordemos que el 14 de abril pasado, Dagmar Fernández —quien reside en Isabel Rubio 67, entre Adela Azcuy y Juan Gualberto Gomez, Pinar del Río— denunciaba en esta columna que la pared derecha de su casa coincide con la del bar La Esquinita, el cual se encontraba en labores de remodelación desde finales de 2013.
Todo se complicó, aseguraba Dagmar, «a partir de negligencias que provocaban molestias en mi hogar, como la invasión sanitaria e hidráulica, pues se conectaron a ella sin mi permiso…». Pero el colmo de los colmos fue que, inconsultamente, aumentaron a 3,80 metros la altura del muro que divide ambos patios, lo cual afectaba la iluminación, visibilidad y ventilación de la casa del vecino.
Así, el 14 de enero de 2015 Dagmar se dirigió al representante de la obra y al administrador de La Esquinita, quienes le respondieron que todo estaba correcto, según los planos. Y que, incluso, podrían hasta subir más aún el muro.
Dagmar se asesoró con abogados y arquitectos, y se dirigió a Planificación Física el 19 de enero, dispuesto a defender sus derechos. Y luego de más de 30 días, se esclareció que el proyecto describía la construcción de rejas sobre el muro y no las cuatro filas de bloques que levantaron sobre él. Resultado: una multa y un acta que ordenaba la demolición del exceso.
Dagmar precisa que, luego de reunirse varias veces con la Directora de Alimentación Pública, esta acordó poner las rejas, como estaba estipulado. Pero pasó el tiempo y la obra seguía detenida. No se cumplió lo pactado. Una verdadera burla.
Al respecto, el 24 de julio recibí la respuesta de Yamira Acosta, fechada nada más y nada menos que el 13 de mayo. En la misiva, sin un esclarecimiento de por qué se registraron impunemente tantas violaciones, ni qué medidas se tomaron con los responsables, la directiva reconoce tardíamente que «luego de visitado el lugar por el inversionista de la empresa y en compañía de los compañeros de Planificación Física, se comprobó que el promovente tiene toda la razón, por lo que se indicó de inmediato la demolición del muro».
Manifiesta Yamira que ofrecieron disculpas a Dagmar por las molestias ocasionadas y se le informó que en el término de 48 horas quedaría solucionado el problema.
La morosidad imperdonable para enviar una respuesta fechada el 13 de mayo, y que ya pierde vigencia informativa, nos hace preguntar: ¿Hubo interés en que esta llegara a tiempo? ¿Se habrá solucionado al fin el problema que, antes de publicarse, no tuvo la debida atención? ¿Qué hubiera sucedido de no escribir Dagmar y haberse revelado su denuncia?
Hay respuestas tan irrespetuosas del sentido de la justicia y la lógica, de la inteligencia de la ciudadanía, que no lavan las responsabilidades. Y, por cierto, ¿qué les habrá sucedido a tantos responsables? ¿Estarán en otras partes levantando muros al bienestar y la paz del prójimo? ¿Estarán oscureciendo la vida de otro más?
Karina Ortega Danet escribe desde el poblado de Comecara, en el municipio santiaguero de Tercer Frente, para contar una increíble historia de desentendimiento.
Precisa la remitente que cumplió misión de colaboración en la hermana nación de Venezuela, como profesora de Cultura Física, por un período de dos años: de diciembre de 2010 a diciembre de 2012. Hace ya 32 meses que retornó y, desde entonces, está en la espera del depósito de la divisa que deben pagarle.
Afirma que ha hecho reclamaciones a la Dirección Provincial de Cuba Deporte y no le han dado respuesta. En la última solicitud, tuvo que pedir un estado de cuenta que le costó cinco CUC. Y en marzo de 2014 le informaron que en tres meses le depositaban la deuda.
Desde entonces, realiza consultas de saldo y no ha recibido nada de lo prometido. ¿Por qué?
Ante tanto silencio e incumplimiento, a Karina no le queda otra alternativa que revelar públicamente las promesas incumplidas por Cuba Deporte, que si no son récord, al menos se acercan a un buen average.