Acuse de recibo
El pasado 25 de febrero, y desde el municipio capitalino de Cotorro, Roberto H. Guethon, diabético insulinodependiente, solicitaba aquí al Ministerio de Salud Pública (Minsap) una información acerca de por qué escaseaban las jeringuillas para ese tipo de pacientes en las farmacias. «No sabemos si es por falta de gestión, o si es un problema nacional, que no se ha podido resolver en el exterior», afirmaba Roberto, al tiempo que contaba cómo de diez jeringuillas por paciente al mes, que no alcanzaban, se redujeron a cinco, y para rematar, cuando escribió le vendían en la farmacia apenas dos.
Al respecto, el 8 de junio respondía el doctor Emilio Delgado, director de Medicamentos y Tecnologías Médicas del Minsap, que la comisión ministerial integrada al respecto, como resultado de su investigación, calificó con razón la queja de Roberto, «toda vez que existieron problemas con la planificación, de las jeringuillas desechables en el 2014, que no lograron satisfacer la demanda real, originando bajas coberturas en el último trimestre del pasado año». Ello, agrega, motivó un análisis que implicó una amonestación ante el Consejo de Dirección al jefe del Departamento de Tecnologías Médicas en ese momento.
Acota que también «se unió el retraso en la llegada al país del recurso, a punto de partida de que estas entregas se pospusieron como consecuencia del cambio de moneda de dólar a euro, lo que motivó una renegociación con los proveedores, condicionando la toma de medidas organizativas que propiciaron que en marzo arribaran al país las jeringuillas desechables, garantizando su distribución para la entrega a los pacientes con cobertura para el transcurso del año».
Expresa Delgado que se le ofreció respuesta particular a Roberto, quien mostró satisfacción con la misma, además de que ya tenía el recurso para su tratamiento.
Y por estos días volvió a escribirme Roberto, para mostrar su gratitud a varios cubanos que se solidarizaron con él y le enviaron jeringuillas desechables.
En cuanto a la respuesta del doctor Delgado, agradezco la explicación, y no puedo menos que preguntarme por qué, si precisamente la adquisición de jeringuillas en el mercado exterior está tan marcada por dificultades reales e impredecibles, podemos permitirnos «problemas con la planificación» de las mismas. Tampoco puede entenderse que con tamaña causa, sencillamente se amoneste al responsable correspondiente.
Fulgencio Moisés Mola (avenida 53/C No. 8427, Marianao, La Habana) se define como un especialista en el calentamiento excesivo de los motores de combustión interna, sobre todo de camiones y ómnibus. Y lo avala hace años su tesis presentada ante un tribunal científico en la Facultad de Ingeniería Mecánica del Ispjae, con la cual obtuvo calificación de excelente.
Explica que el resultado de su trabajo fue bajar la temperatura del motor a 75 grados, modificar la presión del aceite para garantizar mejor lubricación, retirar el termostato del radiador, modificar la calibración de válvulas de admisión y escape, y con esos cambios redujo el desgaste del motor en un 50 por ciento. Así se alarga la vida útil del motor al doble de lo diseñado por el productor, y representa un ahorro de 10 000 dólares, al evitar el recambio prematuro por desgaste.
Cuando en 2013 entraron al país ómnibus articulados que se calentaban a temperaturas superiores a cien grados centígrados, Fulgencio fue a la Dirección de Metrobús, en la terminal de Puente Nuevo, calle 100, y conversó con su director, quien rechazó su ofrecimiento, alegando que cada ómnibus de esos valía 200 000 dólares, y los técnicos correspondientes eran los únicos facultados para tal modificación.
«Desde entonces, alega, ya ha transcurrido tiempo. Y de haber realizado la propuesta de forma experimental, para mejorar los ómnibus fuera de servicio por defectos técnicos de recalentamiento de los motores, se hubieran reparado dos equipos cada semana, ocho al mes y 96 al año. Hoy estarían en explotación más de cien vehículos, con un ahorro de 20 millones de dólares.
«Ello ahorraría también un millón de dólares por la no importación de los motores, que además durarían el doble del tiempo de diseño, y también aportarían otro millón por la prolongación de la explotación.
«Hoy están fuera de servicio 180 ómnibus articulados y rígidos por el defecto de calentamiento excesivo del motor, lo cual pudiera tener una solución técnica que les devolviera la vida útil», concluye, sin apenas comentarios. No se necesitan, ante trama tan elocuente.