Acuse de recibo
Ochenta y un años tiene la tía holguinera de Carlos Enrique González-Pintado García (Apodaca No. 352, entre Suárez y Revillagigedo, La Habana Vieja, La Habana) y no merece, ni puede echarse encima los trajines provocados por cierta falta de escrúpulos. Lo cuenta su sobrino y espera hallar oídos receptivos.
Resulta que la anciana holguinera se define como la legítima propietaria de la casa ubicada en Avenida Gendis No. 61, entre Céspedes y Maceo. Este hogar tiene un patio detrás que colinda con la cafetería El Viajero (antigua Cafetería), describe el remitente.
Pues bien, sucede que el administrador de esa institución, según afirma Carlos Enrique, pretende dividir el terreno de dicha posesión, violando francamente el derecho de la veterana propietaria.
Aún en vida de mi abuela, que era la dueña de la casa, ella donó a la cafetería un pedacito del patio para que pudieran hacer en esa área la cocina de la entidad, evoca el lector.
«Desde aquel entonces —sostiene— jamás tuvo la familia ningún problema con ninguno de los administradores que han pasado por allí. Muy por el contrario, hasta se les ha permitido situar dentro del patio de la casa los tanques de agua de la propia cafetería, lo cual permite el acceso al patio de todo el personal de la misma sin que la familia se moleste»…
Pero la actual administración, apunta el capitalino, ha dado un giro a esta cordialidad de relaciones, al extremo de que se han llegado a colocar dentro del terreno particular vigas para supuestamente dividirlo, cerrando una parte del patio para que la longeva dueña no tenga acceso.
La máxima figura de la institución dice actuar en virtud «de una propiedad» de ese pedazo de patio que, dice, data de 1958, «año en que aún no se había intervenido la propiedad y que no se corresponde, claro está, con el año de los documentos que tiene la familia de la casa», señala el sobrino de la afectada. Por supuesto, apunta, esta propiedad que el administrador está invocando nadie la ha visto, ni se la han mostrado a la propietaria legítima del inmueble y el terreno.
Ya bastante ha tenido la anciana con soportar que los pasajeros de cada ómnibus que allí para entren al patio a orinar; que algunos utilicen improperios verbales y faltas de respeto… como para tener que sufrir también que le dividan arbitrariamente lo que es suyo, se duele el remitente.
Según narra, es recurrente la escena de que el directivo del centro y algunos de sus allegados saquen sillas de la cafetería, las coloquen en los dominios de la anciana holguinera, y se pongan a beber allí sin permiso alguno. Y ahora hasta quieren llevar a juicio a la octogenaria mujer, para arrebatarle un pedazo de su patio, relata Carlos Enrique.
Por lo que cuenta este capitalino algo turbio se cuela en la cafetería El Viajero, allá en Cueto. Y no es precisamente café.
También desde Holguín llega la misiva de Juan Simonetty Ramos (calle Celia Sánchez Manduley No. 17, Antilla) quien alerta sobre la necesidad de que el salón de operaciones de su municipio recupere su funcionamiento normal, pues en estos momentos los pacientes están teniendo que trasladarse 30 kilómetros, hasta el municipio de Banes, con el consiguiente gasto económico y malestar para las familias, a realizarse intervenciones que bien podrían resolver en su localidad.
La esposa de Juan tiene un NIC 2 y una hernia abdominal. A ella, como a tantos otros en Antilla, le sería mucho más ventajoso ser operada cerca de su casa. Pero lo que le han informado, refiere el remitente, es que falta un bombillo en el quirófano de Antilla y con esa iluminación deficiente no se pueden realizar operaciones.
Juan y su familia entienden las dificultades económicas del país, pero también consideran que esta pequeña inversión resolvería muchos problemas. Además, lo más costoso de formar, que es el cirujano, está, y el resto del salón también. ¿Ha de detenerse todo por un bombillo? ¿O es otra la razón?