Acuse de recibo
Asombroso hasta la indignación es el comportamiento inconsecuente con el cliente de ciertas entidades, que siempre aplican la ley del embudo: la parte ancha para mí, y la estrecha para que tú, usuario más bien que cliente, te subordines siempre con las manos atadas.
La historia, que sabe a periódico viejo, a noticia fiambre, la envía Idalio Araújo Aguilar, desde Libertad 45, entre Mal Tiempo y América, en Campechuela, provincia de Granma.
Cuenta él que su esposa lleva años suscrita a Juventud Rebelde, pero hace aproximadamente un año que el diario llega a su casa una o dos veces por semana, aun cuando ellos viven a siete cuadras del centro donde se distribuye la prensa.
Idalio le planteó la situación al administrador del correo, quien le respondió que el cartero que debe distribuirlos tiene problemas, y no le autorizan a poner a un sustituto. Entonces Idalio le respondió que él personalmente podía recoger el periódico. Y el administrador le señaló que esa solución era imposible.
Habló entonces Idalio con las autoridades del municipio que tienen que ver con ello. Y nunca recibió respuesta. Así, han tenido que acostumbrarse a recibir todas las ediciones de la semana juntas. A leer noticias viejas.
Sin embargo, a fines de noviembre del pasado año, el cartero dejó la prensa por una ventana, junto con el comprobante de pago de la misma. La esposa de Idalio no se percató de que debía ir a pagar. Y cuando se hizo, tres días después, la respuesta fue: Está sancionado a no recibir la prensa por un período de un mes, por atrasos en el pago.
Idalio cuestiona: «Si son tan formales para exigir, ¿quién sanciona a quienes no cumplen con su deber?».
La sociedad necesita orden y el cumplimiento de lo que está establecido. Pero no a cualquier precio ante un problema humano; no con la intolerancia de quien desconoce el drama de una persona puntualmente. Hay que buscar siempre una alternativa para los casos excepcionales.
La carta la envía Emilia Iraiz Moreno Ríos, vecina de Villuendas 106, entre Moncada y 27 de Diciembre, en la localidad santiaguera de Palma Soriano; para abogar por un acto de justicia y comprensión con María Ríos Echarte, una anciana de 75 años que se encuentra en situación desesperada por una de esas negativas ciegas y sordas.
María, vecina de Calixto García 302, en la propia Palma Soriano, recibe una ayuda de Asistencia Social de 235 pesos por atender a su hijo enfermo.
Desde julio de 2011, y por problemas de atención a la salud, ambos se trasladaron hasta Matanzas, sin saber que no hay posibilidad de delegar en una tercera persona para que recoja la correspondiente chequera del nuevo año porque la entrega del documento es personal.
Manifiesta Emilia que han hecho las gestiones en la Dirección de Trabajo y en el Gobierno municipal; y según conocieron hay disposiciones legales que imposibilitan entregarle la chequera a otra persona que la beneficiaria autorice.
Precisa la remitente que los afectados, ya de por sí enfermos, están desesperados allá en Matanzas, y viven de la ayuda solidaria de otras personas.
Está claro para Emilia que las leyes se hacen para cumplirlas, y que la presencia de la beneficiaria y su firma son requisitos necesarios para recibir la chequera. Pero la vida es muy compleja, y ducha en imprevistos.
No todos los casos son iguales, argumenta Emilia, y pregunta si la única solución es que María, enferma y con otro enfermo, tenga que venir apresuradamente por la lista de espera para que le den ese documento. Todos los casos se deben analizar puntualmente.
Sería saludable que los especialistas del Ministerio del Trabajo explicaran si no existen variantes lógicas y realistas para solucionar problemas de este tipo, sobre todo con casos de personas ancianas y enfermas.