Acuse de recibo
Nunca he entendido por qué es tan escasa y débil la figura de la indemnización, cuando entidades e instituciones dañan al ciudadano. El día en que los autores de muchas barrabasadas tengan que pagar de su bolsillo —y bien pagado— a las víctimas de sus disparates, muchos se cuidarán de ser tan irresponsables. Parece ser que para algunas personas, la ley, y no solo la letra, entra con «sangre».
Lo digo porque comparto la indignación de Oscar Felipe Chacón, vecino de El Itavo, en el municipio tunero de Jesús Menéndez; y operador de máquinas de riego en la UEB Unidad Técnica Agrícola del Complejo Agroindustrial Antonio Guiteras.
Refiere Chacón que el 20 de noviembre fue a cobrar en las oficinas de su centro laboral, y la pagadora le informó que su salario le había sido embargado, porque aún debía el set de cocción eléctrica entregado a él por la Revolución Energética. Además, el económico le agregó que si no aclaraba su situación, incluso iba a tener problemas con la justicia.
Tratado como un mala-paga, confiesa Chacón que se sintió indignado: «Veinticinco años de trabajo con honestidad y decencia, y de buenas a primeras me veo como un vulgar delincuente». Y por eso visitó el Banco y la ONAT. El Banco le entregó tres documentos, en los cuales se reconocía que le venían descontando el set de cocina desde 18 meses atrás.
Y para colmo, la quincena embargada estaba en el Banco de Puerto Padre. El económico y la pagadora de su centro le dijeron que tenía que ir él a cobrar ese dinero hasta allá.
Días después, volvió por el Departamento Económico y les planteó la posibilidad de que ellos le hicieran las gestiones necesarias para que le devolvieran su dinero. Pero hasta el 11 de diciembre de 2010, cuando me escribiera, nada de nada.
Por las muchísimas gestiones que tuvo que hacer, cuando fue a cobrar con los papeles del Banco a su centro laboral ya el dinero había sido reintegrado. «Ahora me dicen que yo demoré mucho. ¿Por qué tengo que ir yo? ¿Por qué el Departamento Económico, que fue quien descontó, no asume la gestión?», cuestiona Chacón.
No se puede jugar con la seriedad de un trabajador, ni con algo tan serio como su salario.
Desde Perucho Figueredo 38, en Veguitas, provincia de Granma, Mitzy Rodríguez reflexiona en su carta acerca del inventario increíble de asuntos que se revelan en este rincón de los lectores; y también de ciertas respuestas institucionales.
«En esta fabulosa sección, refiere, una se entera de hechos insólitos, lamentables, incompatibles totalmente con nuestro proyecto social.
«Sin temor a pecar de ultrainconforme», Mitzy considera que ciertas respuestas institucionales reflejadas aquí parecen dadas por funcionarios de otra época que por suerte ya hemos superado. «Cualquiera sabe que una amonestación pública o en el seno del Consejo de Dirección, un señalamiento crítico o algo parecido del mismo repertorio, es igual a nada, señala. Fueron negligentes e ineficientes, dieron respuesta, pero la vida sigue igual». En ello ve Mitzy la fuente primordial de muchos de nuestros problemas: Esos directivos no cumplen con su trabajo, muchas veces no dicen la verdad, maltratan a las personas que deben atender y servir.
«La gente sufre por meses y años, esperando por voluntades casi “divinas”; se busca enemistades de cualquiera, que entonces se siente ofendido porque la persona, cansada de esperar, le escribe a la prensa…
«Leí el balance general de la sección en el último semestre. El por ciento de respuestas obtenidas es aceptable, pero el alcance real de las medidas aplicadas es sencillamente inaceptable. Y demuestra, cuando menos, poco control, escasa exigencia y sensibilidad de las instancias superiores en los casos implicados».
Mitzy nos estimula a seguir en la batalla, y se lo agradezco. Prohibida aquí la palabra desaliento.