Acuse de recibo
Luis Enrique Ferrán me escribe en nombre de los trabajadores de la fábrica de conservas La Favorita, en la ciudad de Sagua la Grande, provincia de Villa Clara. Y lo hace porque ya no sabe qué hacer ante lo que considera «una falta de respeto».
Ferrán es el secretario general del sindicato en esa planta, y reside en Hermanos Borrón 19, entre Goicuría y San Ignacio, en la misma Sagua. Cuenta que ya hace más de 2 años a esos trabajadores no les asignan botas de goma para su trabajo, las cuales constituyen imprescindibles medios de protección, pues ellos laboran dentro del agua y tienen el peligro potencial de contraer enfermedades en sus pies, como los hongos.
Esos medios de trabajo están incluidos en el convenio colectivo de trabajo que el sindicato firmó con la administración. Y reclamaciones no han faltado a la empresa, como tampoco respuestas contradictorias y ambiguas: «No se han comprado porque en todo el país no hay»; o «ya se autorizó la compra».
Lo cierto es que no aparecen las botas, y no son un lujo. Como alternativa, les han resuelto tenis que, con el agua, son una bomba de tiempo para los hongos.
Ferrán contrasta con el hecho de que otros colectivos de la Industria Alimenticia en el municipio sí han recibido las botas de goma: el combinado cárnico Lorenzo González y el combinado lácteo La Villareña; así como centros de otros sectores, como la empresa pecuaria Macún, del territorio.
«Lo más triste —subraya Ferrán— es que las botas de goma que necesitamos se venden en tiendas recaudadoras de divisas como las de Trasval».
La segunda misiva la envía Luis Mateo. Y su carta es una demanda al Ministerio de Justicia, por lo que considera una injusticia de una dependencia de ese organismo para con él.
Mateo, quien reside en coronel Chávez 24, en San Luis, provincia de Santiago de Cuba, narra que su casa colinda con el Registro Civil de esa localidad, y comparten el mismo techo. Como parte de la remodelación del Registro, en enero de 2006 desmantelaron los techos. A la parte del Registro Civil le pusieron el nuevo y a la vivienda de Mateo solo una parte del mismo, en junio de 2006. Y se retiraron, alegando falta de materiales. El trabajo no se ha reanudado... Desde entonces, dice, viven en condiciones infrahumanas, casi a la intemperie, expuestos a la lluvia y el sol, que aceleran el deterioro de sus bienes y de las estructuras de la casa.
Él ha canalizado sus quejas con el Ministerio de Justicia, y le prometieron que se iba a resolver. Visitas no le han faltado de funcionarios del Gobierno municipal y de la Dirección de Justicia provincial. Pero todo sigue igual.
La última respuesta dada es que continuarían laborando después de las aguas. Y Ferrán se pregunta cuándo escampará el diluvio de justificaciones y dilaciones para que cumplan con su palabra.
La tercera misiva la envía Arlen Cepero, desde Edificio Estrada Palma, Bloque 2, apartamento 7, en la localidad camagüeyana de Florida. Y lo hace para reconocer el positivo cambio que se observa en el popular centro gastronómico El Conejito, de Aguada de Pasajeros, en la Autopista Nacional.
Arlen contrasta la tan deplorable referencia de ese centro en el pasado, con la que ha apreciado en los últimos tiempos, en cuanto a variedad y calidad de las ofertas gastronómicas y atención al cliente.
«Pude encontrar a mi gusto el alimento que deseaba —señala— y bien preparado, con los gramos correspondientes y con los mismos precios que antes nos dolía pagar por la pésima calidad. Pienso que es bueno reconocer las mejorías».
Comparto el saludo de Arlen, siempre que se mantenga la calidad como un estilo asentado, y no como un arranque súbito, de ocasión, que luego languidece. Ojalá ese Conejito, que tan importante servicio presta al viajero en una autopista bastante solitaria, no abandone las expectativas de Arlen y de muchos cubanos.