Acuse de recibo
Imagine que usted es un jubilado, y cada año debe renovar la chequera de la pensión. Imagine que cambie de dirección para otro territorio, y cuando va a renovar ese documento, este ande extraviado y no puede cobrar. Entonces, usted maldice la hora en que alguien se equivocó.
Eso fue lo que le sucedió a Antonio Tomás Quesada, quien hace cuatro años cambió de residencia de Centro Habana para Plaza de la Revolución, dentro de la capital, y solicitó su traslado para que cuando viniera la chequera nueva estuviera cercana a su domicilio. Pero alguien, irresponsablemente, la envió desde Centro Habana para el municipio de 10 de Octubre, adonde no llegan los pasos de Antonio Tomás. Y el viejo se complicó de mala manera, porque cada año se repetía la misma historia hasta dar con 10 de Octubre. Era darse con la misma piedra sucesivamente.
Esta historia, reflejada aquí el pasado 17 de enero, tiene respuesta por parte de Marta Elena Feitó, directora general del Instituto Nacional de Seguridad Social (INASS), quien primeramente reconoce que el reclamante «tiene toda la razón para sentirse maltratado por los errores cometidos en el servicio de entrega de renovación de chequeras para el pago de pensiones».
Precisa ella que el caso fue atendido por las filiales municipales del INASS en Plaza y 10 de Octubre, las cuales realizaron los trámites requeridos para que el beneficiario recibiera su medio de pago en el sitio solicitado, y erradicaron el error, algo que debió hacerse desde que el jubilado lo solicitó. Ya Antonio Tomás tiene en su poder la chequera, y con ella el traslado a una agencia cercana.
Aclara Feitó que cuando se publicó el caso, ya se había solucionado, y funcionarios del INASS se habían disculpado con él, en su propio domicilio. Agrega también que «se tomaron las medidas correspondientes para que casos como estos no se repitan», pero no especifica cuáles fueron. Ojalá nunca vuelva a registrarse un episodio de este tipo con algo tan sensible como la chequera de un jubilado.
La segunda respuesta de hoy la envía Marta Hernández, directora provincial de Educación en Ciudad de La Habana, a raíz de la denuncia de Coralia Valenzuela, reseñada aquí el 1ro. de diciembre de 2007.
Entonces, Coralia revelaba que en los bajos de su edificio, en O’Reilly 508, la Habana Vieja, hay una cocina-comedor de Educación que constituye una constante molestia para los vecinos: desde horas tempranas, «tiradera» de cazuelas y cajas de productos por la escalera, golpes para descongelar ciertos alimentos y el insoportable ruido del motor de la nevera las 24 horas. Además, con la ampliación del almacén, la cisterna del edificio quedó dentro de un cuarto que frecuentemente está cerrado. La cocina-comedor también instaló su motor de agua que, con la ampliación de los tanques instalados, afecta el suministro a los vecinos. Ellos han señalado estos problemas ante la administración del centro, la Dirección Municipal de Educación y otras autoridades del territorio, sin que se haya resuelto.
La funcionaria reconoce que se producen ruidos por el trasiego de calderos, la descongelación de alimentos y productos que se deslizan por la escalera, «pero se analiza con los trabajadores, alertándolos y explicándoles la necesidad de la toma de medidas para amortiguar los mismos, y de esta forma evitar molestias mayores a los vecinos de los altos», recalca. (Lo que no queda claro es si los trabajadores han rectificado el proceder).
En cuanto a la cisterna, aclara que es de uso común. Educación municipal independizó el comedor del resto del inmueble colocando dos motores con tanques. Y precisa que los vecinos del edificio se han beneficiado, pues esa zona es crítica en cuanto al agua, y por gestiones del centro para poder funcionar, se le garantiza el servicio de pipas.
Reconoce Marta que el local no reúne las condiciones apropiadas para su función, pues se procesan alimentos allí para entre 800 y mil comensales. Hasta ahora no ha sido posible su traslado para otro sitio, pero se le dará seguimiento al asunto por Educación en la provincia y el municipio.
A Coralia se le dieron todas las explicaciones, y se efectuó una reunión de análisis ético con el colectivo. Se revisa la cifra de comensales para su posible reducción, y se mantiene la valoración con los organismos competentes, de la posibilidad de traslado para otro local.