Por 1956, la editorial Gallimard patrocinó una ruidosa campaña para vender el libro de una niña llamada Minou Drouet, a quien se quería colocar como un genio de las letras
Una de las cosas que me gustan menos de los gringos es su conciencia de pecadores. Viven enredados con ella. Y donde más se nota es, por cierto, en este problema que ellos mismos se han creado con sus visas a escritores y artistas latinoamericanos
En aquellos días estremecedores de enero de 1959 llegaba por primera vez a Cuba el escritor colombiano Gabriel García Márquez para palpar cómo el pueblo, en una guerra larga y difícil, había derrotado a una de las más feroces dictaduras del continente. Juventud Rebelde reproduce su testimonio, publicado en estas páginas en diciembre de 1987
Se ha hecho mucha literatura barata sobre las diferencias entre un texto escrito a mano y otro escrito a máquina. Lo único cierto, sin embargo, es que la diferencia se nota al leerlos, aunque no creo que nadie pueda explicarlo
Entre las joyas que JR atesora en su archivo cincuentenario, sobresalen los artículos especiales con que el escritor colombiano, premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, prestigiara estas páginas a finales de la pasada década de los años 80.A una de esas encantadoras reliquias literarias, publicadas en enero de 1987,ha decidido volver hoy nuestro diario, con la intención de seguir procurándoles siempre a sus lectores aquello que es legítimamente hermoso
De una manera brutal, pero a la vez un poco lírica, Gabriel García Márquez narró haber tomado conciencia del bloqueo a Cuba. En su condición de «corresponsal errátil de Prensa Latina», pudo testimoniar la forma sigilosa pero irreparable en que la escasez se nos iba metiendo en la vida. JR reproduce ahora esas vivencias, que describió soberbiamente en el semanario de información y análisis Proceso, en 1978