Gráfica comparativa de las búsquedas de los usuarios internacionales para los términos «sonic attack» y «ataque sónico», en los 90 días comprendidos entre el 22 de julio y el 22 de octubre de 2017. Autor: Google Publicado: 23/10/2017 | 10:33 pm
En inglés se le llama hot air, aire caliente, al modo de hablar incoherente y hueco con el que se pretende confundir al otro. En español, tenemos una palabra más gráfica: cantinfleo, que está a punto de quedarse corta para los voceros estadounidenses que intentan extender más allá de la insensatez esa historia de los supuestos «ataques sónicos» en Cuba. Y la trama, deberían reconocer, ya no da para más.
De hecho, el público se ha hartado del tira y afloja y de las contradicciones flagrantes entre el Departamento de Estado y la Casa Blanca, que obviamente tienen las líneas interrumpidas entre ambos edificios en lo que respecta a Cuba.
Mientras el secretario Rex Tillerson se aburre de decir que no tienen evidencias para culpar al Gobierno cubano y que la salida de la mayoría del personal diplomático estadounidense de La Habana es «una medida preventiva para proteger a los estadounidenses de futuros ataques» (sic), el Presidente Donald Trump lo desmiente alegremente cada vez que puede: «Creo que Cuba es responsable, realmente lo creo», dijo el lunes. Poco después el Departamento de Estado se apresuró a aclarar, en un cable dirigido a sus embajadas en el extranjero, que no ha asignado, de momento, culpa por el suceso.
Heather Nauert, vocera del Departamento de Estado, aumentó el viernes la cuota de confusión. Evitó culpar al Gobierno cubano, pero declaró que los supuestos afectados por los «ataques sónicos» son ahora 24 —inicialmente eran 21, de ellos 5 canadienses—, sin nombres, sin pruebas, sin médicos que lo confirmen, aunque cualquiera que siga con atención el día a día de la «noticia» ya perdió la cuenta del número de científicos de las más disímiles disciplinas que niegan la posibilidad de un ataque tal como lo describe la administración Trump.
Tras los primeros intentos serios para explicar el asunto y llegar a la conclusión de que ni las leyes de la física ni del sentido común explican los daños y circunstancias descritos, los propios expertos han pasado a tirarlo a choteo y a bromear con que quizá la «sordera selectiva» sea el efecto de la pistola mágica del Agente 007, el canto de unos grillos mutantes o los alienígenas.
La evidencia de que esto ya cansa la aporta la herramienta Trends, de Google, que permite visualizar el interés que despierta en los cibernautas cualquier término de referencia en un período determinado de los últimos 13 años. Cuando comparamos cuánto le importa a la gente la noticia del «ataque sónico», tanto entre los lectores angloparlantes como los de habla hispana, se aprecia que en ambos idiomas ese concepto apenas importó hasta agosto pasado y tuvo un pico de atención el 30 de septiembre, cuando el Gobierno de Estados Unidos anunció la decisión de retirar la mayor parte de su personal diplomático en La Habana.
A partir de ese día, el interés por la noticia ha ido decayendo hasta casi desaparecer este domingo. Por tanto, podría interpretarse que las declaraciones del viernes de la vocera Heather Nauert, infructuosamente, trataron de darle respiración artificial al tema, con Cantinflas posado sobre su hombro y echando bocanadas de «aire caliente»: «Las aseveraciones (de que ahora son 24 los atacados) se basan en evaluaciones médicas de personal que se vieron afectados por incidentes a principios de este año. No reflejan nuevos ataques», comentó.
Los periodistas que asistieron a la conferencia de prensa todavía deben estar intentando enterarse qué quiso decir la funcionaria, lo que no impidió que hicieran su trabajo. Las declaraciones de la señora fueron reportadas puntualmente por los más poderosos medios estadounidenses. Pero ni así el nuevo episodio de la saga «sónica» ha remontado el interés de las audiencias, como se puede ver en el gráfico de Google Trends.
Llama la atención que cuando se comparan las versiones en inglés (negro) y castellano (gris), es fácil reconocer la preeminencia de los medios estadounidenses en el acompañamiento de esta «noticia», que con honrosas excepciones, no han dudado en sentar a Cuba en el banquillo de los acusados. Las cámaras de eco de los medios anglosajones han sobrexpuesto el asunto frente a los medios hispanoparlantes, pero el interés ha caído totalmente en picada y difícilmente lo podrán hacer remontar, aunque sabemos que en la era de las redes sociales que un tema caiga en los brazos del aburrimiento o la indiferencia no significa necesariamente que la verdad logre imponerse sobre la mentira.
Como ha demostrado Craig Silverman, periodista y fundador del blog Regret the Error, cuanto más sensacionalista es una historia, más probabilidad tiene de viajar lejos, por dos causas fundamentales: la información incorrecta está destinada a ser más provocativa e interesante que un desmentido, y se presta poco o ninguna atención a las correcciones que vienen detrás de las noticias falsas.
Por cierto, todo esto ocurre en vísperas del aniversario 79 de la famosa locución radial de La Guerra de los Mundos de Orson Welles, que durante varios minutos hizo pensar a millones de estadounidenses que los extraterrestres habían llegado para quedarse. La invasión marciana era ficticia, pero el pánico que sintieron muchos radioyentes aquel 30 de octubre de 1938 fue más que real.
Entonces, la histeria colectiva tuvo sus raíces en la sombra de la nueva guerra que se gestaba, donde morirían millones por la fuerza de las armas, el hambre, las cámaras de gas y los bombardeos que calcinaron a dos ciudades japonesas bajo las órdenes del presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman.
¿Estaremos a las puertas de una situación similar? Para el actor, cantante y activista por los derechos civiles, Harry Belafonte, la respuesta es sí. En una presentación que hizo este viernes en Pittsburg, dijo a los estadounidenses que al elegir a Donald Trump, «el país cometió un error y creo que el próximo error podría ser la cámara de gas, y lo que sucedió con los judíos bajo Hitler no está muy lejos de nuestra puerta».
Creer que Cuba podría atacar a diplomáticos con láser para provocarles sordera es tan fantástico como la destrucción de ciudades estadounidenses con los rayos mortíferos de unos marcianos que iban camino a la Nueva York de 1938.
«Recuerden en los próximos días la terrible lección que han aprendido esta noche: (…) si su timbre suena y no hay nadie allí, no era ningún marciano, esto es Halloween». Así despidió Welles el espacio, pero antes había tenido la decencia de alertar a los oyentes de que lo que escuchaban era la adaptación radiofónica de la obra de H.G. Wells. Si la histeria se impuso, no fue por la falta de advertencia de un genio que sabía contar y convencer en la radio, unas cualidades que están ausentes en este remake mediocre de La Guerra de los Mundos, a cargo de Trump, Tillerson, Nauert y compañía.
(Tomado del blog de la autora Desbloqueando Cuba)