Se requiere enriquecer la cultura tanto institucional como de las personas en relación con las materias primas para concebir los muebles. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 05:47 pm
Sobre la mesa se exhibían pequeñas repisas para la cocina, portatazas, utensilios ornamentales, palos para colgar, carteras y otros artículos de madera… El vendedor lijaba un trozo de madera en busca de una figura que pronto estaría entre sus ofertas. Sin abandonar su faena se dejó arrastrar al diálogo:
«No tengo problemas para obtener la madera de mis trabajos, pues como son de un formato pequeño, resuelvo con la poda de los árboles». Nos dijo, no sin advertir cómo su afirmación nos hacía fruncir el ceño…
«Sí, periodistas. Tengo mis papeles en regla —espetó—. Mis guías están autorizadas… No trabajo con maderas preciosas en grandes cantidades, con cualquier recorte que consiga, con cualquier palito o puerta tirada por ahí, de la madera que sea, yo resuelvo».
Su experiencia no parece la misma de otros que tallan objetos o piezas de distintos tamaños, algunos de los cuales «se las ven difíciles muchas veces», como nos confesó un joven artesano, quien prefirió mantener el anonimato.
«Se supone que trabaje con la madera que el Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) me garantiza, pero no me es suficiente, por eso tengo que recurrir a otras vías, de las que prefiero no hablar», explicó.
Quienes ofrecen en las ferias de artesanía tallas de diversas dimensiones y hasta muebles pueden tener una historia diferente a la de los carpinteros por cuenta propia, protagonistas de la primera parte de nuestro reportaje, publicado el pasado domingo.
Si están inscritos en el Registro Nacional del Creador de las Artes Plásticas o son miembros de la Asociación Cubana de Artistas y Artesanos (ACAA) o el FCBC, es posible que estén «menos apretados», pero también padecen la escasez de la materia prima para sus obras.
La ACAA es una organización de filiación voluntaria y selectiva, y tiene entre sus objetivos el desarrollo pleno y superior de las artesanías, como expresión de la identidad de nuestro pueblo.
El FCBC es la entidad encargada de promover la producción y comercialización de las artes plásticas y aplicadas en Cuba, y potenciar la labor creativa en función de la sustitución de importaciones. También está autorizado para la importación y la compra de madera en el país, así como para la posterior comercialización de los productos elaborados con ella.
¿Y qué pasa con quienes no están adscritos a estas entidades? ¿Qué tal si no cuentan con una asignación del Fondo? «Si no hay dónde comprar la madera para trabajar, uno siempre busca, y a la hora de los papeles, siempre existe un arreglo», nos comentó un entrevistado.
Más allá de lo bonito
La sección de Misceláneas de la ACAA reúne a aquellos que trabajan con cera, tarro, hueso, elementos de muñequería, fibra y componentes naturales. En el caso de la madera, pertenecen a ella los que elaboran muebles, para quienes la situación es compleja.
Omar Suárez, presidente de esta sección, relató que el suministro de madera que les llega a través del Fondo, según lo establecido, es fundamentalmente de pino, cedro, caoba, pinotea, granadillo y majagua, aunque no resulta suficiente para sus trabajos.
«Se labora con lo que aparezca, incluso con aquello que pudiera haber sido desechado por alguien. Los artistas no pueden tramitar directamente con la Empresa Forestal la compra de la madera para sus trabajos. Esta sería una acción muy conveniente para ellos, pues la compra de materiales figura como un gasto, que luego se traduce en la reducción de los impuestos».
Es un problema que tenemos, apuntó. Sería necesaria la liberación de esa venta, aunque con regulaciones. «La sustitución de materiales es lo que siempre hacemos en cualesquiera de las especialidades de nuestra creación, ya que no podemos dejar de trabajar».
Danilo Arrete, presidente de la sección de Talla de la ACAA, recordó que hace aproximadamente dos años se tomaron un grupo de medidas restrictivas con algunos artesanos para la venta de artículos relacionados con la fauna, es decir, aquellos en los que se empleaban para su creación corales, caracoles, moluscos, polimitas…
«Con respecto a ello no se había actuado anteriormente, y fue necesario por las constantes acciones de depredación contra la fauna y por las relacionadas con la tala indiscriminada, que lacera nuestra flora».
Arrete declaró que cuando compran las maderas ya vienen procesadas en forma de vigas o tablas, y realmente los precios a los que se comercializan son muy altos, porque el valor de la madera se encarece luego de ser procesada.
«Esa es la razón por la que las obras que se venden en las ferias y otros espacios tienen precios tan elevados, pues el creador “saca” ese precio de costo al máximo.
«Nuestra obra no es de las más comercializadas, pues está destinada al turismo extranjero. La población cubana disfruta y admira la pieza, pero es muy raro que la compre. Las tallas no son de primera necesidad como sí puede serlo un mueble, un calzado u otra creación».
El especialista comentó que las mejores maderas para trabajar las esculturas son las preciosas —la llamada madera dura— y la semipreciosa, las cuales están incluidas en las regulaciones prohibitivas de la Ley Forestal. Sin embargo, utilizan la madera restante de la poda de los árboles, de las remodelaciones de viviendas, de los postes eléctricos sustituidos…
«Los adscritos a la sección de Tallas también necesitamos un lugar donde adquirir, a un precio razonable, ese tipo de madera. La más útil para desarrollar nuestro trabajo es aquella que en el aserrío se puede convertir en desecho: ramas, bolos sin aserrar y recortería, pues para lograr las esculturas, necesitamos todas las riquezas posibles que tiene la madera en su forma natural».
El Presidente de la sección de Talla explicó que esa madera del Fondo no le es suministrada de forma estable, y el mecanismo para ello es engorroso. Con él fue que conocimos que el país importa buena cantidad de madera para muchos trabajos.
«Se importa madera y eso hay que evitarlo. Es cierto que si despiadadamente se talan los árboles, la naturaleza se afecta, pero ¿cómo es posible que las entidades destinadas a ello no contribuyan también a evitar esas importaciones?
Por otra parte, comentó que «sería bueno que se creara un lugar de compraventa mayorista donde adquirir madera, algo similar al mercado El Trigal, también del Ministerio de la Agricultura», y añade que el Fondo no tiene que ser el intermediario entre la ACAA y la Forestal, pues podrían comprarla directamente en un aserrío.
Con visión de futuro, subrayó Arrete, son importantes las regulaciones que hay sobre este tema, sin que ello implique dejar de producir. «Nosotros somos fabricantes de bienes y los aportamos a la población con un valor estético y utilitario», insiste.
En consonancia, Dámaso Crespo, presidente de la ACAA, asegura que «Cuba está transformándose, y en cuanto a la situación que enfrentan los miembros de la Asociación, relacionada con la imposibilidad de acceder directamente a la compra de los materiales necesarios para su trabajo, mucho se ha debatido, sobre todo con la Forestal.
«Existe un consenso entre las autoridades de la Forestal, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y otras entidades en lo referido a la necesidad de instrumentar un mecanismo que permita que la madera llegue directamente al artista y facilite nuestro trabajo. Por supuesto, este aparato debe contar con regulaciones pertinentes, porque hablamos de un recurso preciado para el país. Esperamos que se materialice».
Al respecto, Jorge Alfonso García, director del Fondo, plantea que la institucionalidad es vital en cuestiones como estas, y que no se debe debilitar el papel de las entidades. «En el caso del control sobre la madera no puede dejarse de la mano, fuera de los mecanismos establecidos».
«Tenemos que fortalecer el papel de la institución. No se trata de monopolizar, es una actitud más bien flexible y competente en el escenario cambiante del país. Debemos garantizar el ejercicio de la política cultural, pero sin separarnos de las regulaciones».
El tema de la madera en Cuba es muy complejo, y la insuficiencia de un mercado se debe a la no disponibilidad del recurso en grandes cantidades y a las limitaciones financieras que impiden la importación a gran escala para dar solución a este problema, destacó el Director, del FCBC.
Eduardo Escandel Amador, subdirector de Comercio Exterior de la entidad, precisó que en 2013 el Fondo fue autorizado a importar madera, «pero no hemos puesto en práctica esta opción, debido a impedimentos financieros, excepto con la que se ha traído para la restauración del Gran Teatro de La Habana, que será obra de uno de nuestros creadores».
Esa operación es realmente muy costosa, aseveró Alfonso García. «Nuestra empresa no genera por concepto de exportaciones, digamos, lo que se necesita en términos económicos para respaldar las importaciones».
El Fondo garantiza la madera para los trabajos de sus afiliados por distintas vías. Al decir de Raúl Márquez Yanes, subdirector de Producción y Logística, una de ellas es a través del cliente que encarga un trabajo específico, quien muchas veces garantiza la materia prima.
«También la obtenemos a través de la Forestal, con toda la documentación necesaria, pues hasta para mover un saco de aserrín tenemos en cuenta cada requerimiento. En ocasiones, conseguimos madera a partir de un decomiso que, luego de ser analizado, se decide que esa madera puede utilizarla el Fondo en alguno de sus proyectos», detalló.
Quienes se dedican a las tallas y la marquetería no necesitan grandes cantidades de madera, afirma Mercy Correa Piñero, directora del Centro Nacional de Artesanía. «Un artesano puede convertir un trozo insignificante de madera en una gran obra de arte, por ejemplo, en una miniatura. Todo puede ser aprovechado, tanto las ramas, los tocones, la recortería como los postes eléctricos sustituidos».
Un renglón importante del trabajo de nuestros artesanos y para el país son los humidores*, explicó, para cuya confección la materia prima está garantizada y su financiamiento lo asume, en gran medida, Habanos S.A.
En relación con los muebles —área de la artesanía que más ha crecido en los últimos años—, Correa Piñero enfatizó en que la calidad y la racionalidad se persiguen con esmero. «Promovemos proyectos de diseño más racionales, sencillos, y ello conduce a un uso adecuado del recurso. Debemos comprender también que los muebles no tienen que ser solamente de cedro o caoba».
Hoy es insuficiente la madera que existe en el país y, aunque se quiera impulsar la producción de muebles artesanales, el costo de la materia prima es elevado. Esa es la razón por la que los precios de lo que ofrecemos aún permanecen altos para los cubanos, expone Alfonso García.
«Sin embargo, ofrecemos alternativas con otros materiales, por ejemplo, la MDF** en diseños atractivos, pero el público cuestiona entonces su calidad si no es de madera preciosa. Definitivamente se necesita de un cambio en la mentalidad del consumidor y también del productor, para lo que trabajamos en propuestas novedosas», dijo.
Almacén sin puertas
La ausencia de un mercado en el país que permita la compra de madera a personas naturales y las ilegalidades que a partir de esa carencia se generan, llevó a dialogar con Isabel Rusó Milhet, directora forestal del Ministerio de la Agricultura, quien explicó que las autorizaciones para talar, transportar y comercializar este recurso natural son otorgadas por el Servicio Estatal Forestal (SEF), estructurado en 16 provincias y 167 municipios.
El control estatal del patrimonio forestal es nuestra razón de ser, subrayó Rusó Milhet, y en los municipios se emiten autorizaciones para efectuar actividades relacionadas con ello, así como las certificaciones oportunas a los trabajos realizados, según establece la Ley Forestal, vigente desde 1998.
Todo aprovechamiento forestal o cualquier tipo de corta de árboles del patrimonio forestal, incluidas las de mejora, requieren de la autorización emitida por el SEF a través de un documento que puede ser la Autorización de Corta o Guía, regulado en el Capítulo VI, artículo 59 de la Ley, detalla la especialista, quien especificó que la persona a favor de la cual se haya emitido el documento debe portarlo en el momento en que realiza la tala o corta.
La Guía de Tránsito es el documento, que también expedido por el SEF municipal, ampara el transporte de los productos forestales, añade. En el caso de los madereros que no sean del balance nacional, el artículo 68 de la Ley, referido al transporte, aclara que debe ampararse en un Conduce expedido por la entidad que realizó el aprovechamiento, donde se refleje la cantidad, la especie, el origen, el destino, número, fecha y lugar de expedición de la Autorización de Corta o Guía Forestal.
Se profundiza en las medidas de fortalecimiento y control en lo concerniente a las guías forestales —añadió Rusó Milhet—, pues tenemos conocimiento de que no siempre se sigue el mecanismo establecido.
—¿Ampara la Ley la venta de madera en algún caso?
—La comercialización de los productos madereros incluidos en el balance nacional le corresponde a las empresas forestales y a otras entidades estatales autorizadas. Aquellos productos madereros que no estén en el balance nacional y los no madereros pueden comercializarse, Guía Forestal mediante, por los propietarios, administradores o usufructuarios del recurso forestal.
«En el caso de los que reciban tierras en usufructo, si desean comercializar, deben hacerlo a los precios establecidos para el uso de las entidades o personas usufructuarias, como lo regula la sección quinta de la Ley, en su artículo 86».
Rusó afirmó que en la actualidad la única madera que se vende a la población se puede hallar en los rastros de venta de materiales de la construcción y es aquella que se utiliza para encofrar.
—En caso de un decomiso, ¿cuál es su destino?
—El Cuerpo de Guardabosques de Cuba, la Policía Nacional Revolucionaria y el SEF son las autoridades encargadas de efectuarlo. La Ley establece que si se trata de productos forestales del balance nacional, lo obtenido debe destinarse a las empresas forestales vinculadas con su comercialización. Otro tipo de producto se destina a satisfacer necesidades de instituciones o de la comunidad.
«Si se decomisan muebles semielaborados, por ejemplo, se ponen a disposición de la empresa forestal, del Gobierno territorial o se destinan a obras sociales».
Rusó Milhet explicó que la legislación se reevalúa en la actualidad, para ponerla a tono con las realidades del país, pues el trabajador por cuenta propia no estaba incluido en la norma legislativa y hoy son 18 figuras jurídicas autorizadas las que inciden en los recursos naturales. Será en 2015 cuando se propongan esas modificaciones a la Ley y se someta a la aprobación del Parlamento.
«Debemos trabajar en conjunto con el Ministerio de Comercio Interior, por ejemplo, para que acepte ofertas nuestras relativas a la venta de recortería del aserrío, de costanera, entre otras opciones. La comercialización será un capítulo aparte, porque abogamos porque el tenente del recurso tenga la posibilidad de hacerlo, de acuerdo con las regulaciones establecidas».
En cuanto al manejo de la madera como materia prima, Rusó Milhet estima, de acuerdo con Alfonso García y Correa Piñero, que la cultura nacional debe crecer en ese sentido. «¿Por qué no se puede concebir un juego de muebles de algarrobo, de acacia o de pino bien trabajado? El bambú y hasta el marabú son útiles para estos fines; no hay por qué limitarse al cedro, la majagua o la caoba para elaborar muebles de buen gusto».
El SEF encamina sus empeños hacia otros caminos que permitan un mayor aprovechamiento de los recursos, afirma. «El aserrín, por ejemplo, es un contaminante con poca degradación que abunda en los aserríos y trabajamos para poder hacer tableros con él y facilitar su uso, e incluso, vincularlo a la producción de energía».
Se analizan las cuestiones relativas a modificar el Decreto de Prevención, agrega Rusó Milhet, teniendo en cuenta que la Ley Forestal registra una lista de especies con prohibiciones y limitaciones de talas, la cual se viola con frecuencia por artesanos y artistas que luego venden una obra de ébano real, caguairán, manajú y otras.
—¿Cuán noble es la legislación en relación con las sanciones y contravenciones?
—Si se tiene en cuenta el perjuicio causado a la naturaleza con la tala indiscriminada, las dificultades para luego reponer una especie que demora 20, 30 o más años en llegar a su etapa adulta, realmente la ley es benévola, y eso debe revisarse.
«Pagar 50 pesos en moneda nacional por cada árbol dañado y el decomiso de los medios empleados para ello no resulta muy aleccionador. Cien pesos para quien lo autorice, y el doble y el triple en caso de que la infracción se cometa contra la palma real o árboles de especies de maderas duras o preciosas, tampoco lo es.
«La cuantía más elevada es la de mil pesos y la obligación de reforestar en el caso de quien autorice o efectúe talas de explotación en los bosques de conservación. La mitad de ese dinero debe abonar quien posea, transporte, use y comercialice los productos forestales sin autorización».
Rusó Milhet precisó que los trabajadores del SEF y del Cuerpo de Guardabosques son las entidades facultadas para imponer multas y contravenciones.
«Los bosques son como almacenes sin puertas, y solo se determina por la conciencia individual el buen actuar con respecto a ellos. Realmente deben existir legislaciones más severas para el que infrinja lo establecido, así como mecanismos legales que permitan la obtención de la madera para trabajar a quien la necesite, pero nada justifica el daño ecológico que estas acciones causan».
*Humidor o humectador es un cajón de madera revestida interiormente con un sistema de humidificación y mecanismos controladores del grado de humedad y temperatura, que se utiliza para guardar puros y evitar la desintegración o desecación de los mismos.
** MDF es la madera compuesta de pedazos de fibra de madera aglomerados con pegamento, resina, presión y calor.