Las muertes registradas el año pasado en la masa ganadera son solo la punta del iceberg de un entramado de dificultades que dependen del mejoramiento de las condiciones objetivas y de cambios subjetivos en productores y directivos. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 05:48 pm
Cuba necesita producir cada año cerca de mil millones de litros de leche para autoabastecerse. De ese modo, ahorraría anualmente más de 180 millones de dólares, al dejar de importar leche en polvo.
En la década de los 80 se sobrepasó esa cifra. El mayor récord histórico data de 1984, cuando se alcanzaron 1 138 millones de litros.
Cinco años después, con el período especial, cayó el modelo que sustentaba los niveles productivos, tanto de leche como de carne. Como explicó el doctor Fernando Funes Aguilar —investigador de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey—, la ganadería tropical que se practicaba en Cuba, de acuerdo con los cruces, la inseminación y el promedio de litros de leche por vaca, quedó sepultado en medio de las escaseces.
«La masa de ganado vacuno, que llegó a más de siete millones en los primeros años de la Revolución, bajó a menos de cuatro millones de cabezas. El golpe por el cambio de alimentación fue contundente e incidió de manera notable en la depauperación de esta importante rama agrícola.
«Eso trajo como consecuencia que se redujera la producción de leche de 1 100 millones de litros a 400 millones. En 2004 llegó a tocar fondo con la producción de 340 millones. También se redujo la producción de carne de 300 000 toneladas a 100 000 cada año.
«Para analizar la ganadería en la actualidad hay que tener en cuenta que el ganado vacuno estaba fundamentalmente en manos del sector estatal en 1989. Este poseía el 75 por ciento de esa masa, y el 25 por ciento pertenecía al sector privado y cooperativista. En 2004 mermaron las cifras del Estado, y el 75 por ciento pasó a manos privadas y a distintas formas de cooperativas».
El Doctor Funes, quien en 2012 mereció el Premio Nacional de la Asociación Cubana de Técnicos Agropecuarios y Forestales, señaló que en 1991 la utilización de piensos en la ganadería vacuna bajó a la mitad, en relación con el empleado en la década de los 80, y en los años subsiguientes fue hasta 15 veces menor.
Las mieles finales, provenientes de la industria azucarera, se redujeron al 90 por ciento en los primeros años del período especial, y después a menos del 50 por ciento. Han faltado las sales minerales, harina de pescado, urea y otros recursos para la alimentación animal, así como la disponibilidad de maquinaria, combustible, piezas y neumáticos, entre otros insumos que necesita la ganadería.
Inyección demasiado costosa
Aldaín García Rodríguez, director de Ganadería del Ministerio de la Agricultura (Minag), señaló que para lograr los niveles de antaño se precisan cuantiosas inversiones y una estricta disciplina tecnológica que posibilite con urgencia el manejo de la masa ganadera.
Solo así los indicadores económicos se elevarán, y las muertes como consecuencia de la desnutrición, la sequía, los accidentes y enfermedades prevenibles se evitarán.
Aldaín dijo que, en medio del esfuerzo para recuperar la ganadería y garantizar parte de la alimentación, existen cerca de 800 000 hectáreas de pastos —incluidos kingras, caña, moringa y morera—, y que se ha importado semilla de pastos mulata 1 y 2, de alto poder nutritivo.
Apuntó que existe un diagnóstico de las necesidades objetivas del sector con propuestas de inversiones, las cuales serán valoradas por el Gobierno próximamente. Pero por razones financieras, sobre todo, las acciones no se podrán acometer a la vez y con la prontitud que precisan, por lo que en un inicio se priorizarán los principales polos productivos.
En 2013 —según el Director de Ganadería del Minag— se demandaron 331 millones de litros de leche a los productores. La solicitud se correspondió con el balance estimado por el Ministerio de Finanzas y Precios.
El plan surgió del equilibrio de las potencialidades reales del sector ganadero y de las condiciones económicas del país para poder importar leche en polvo. Sin embargo —señaló el directivo—, ese año solo se contrataron 300 millones de litros, y finalmente a la industria llegaron 289 millones.
En 2014 la contratación para la industria asciende a 324 millones de litros, y a juzgar por el cumplimiento del primer trimestre, la entrega marcha de manera satisfactoria: de los 45 290 080 de litros pactados se tributaron 46 523 400 en ese período.
Según Aldaín, el comportamiento se fundamenta en el aumento de los niveles de exigencia en la base productiva para que se entregue la leche contratada. También el funcionamiento de 645 puntos refrigerados distribuidos a todo lo largo del país permite que el alimento llegue a la industria láctea con mejores parámetros de calidad.
El directivo dijo que el 30 de junio deben quedar instalados 974 puntos refrigerados en todo el país.
Estos puntos realizan tres pruebas que dan cuenta de los niveles de agua, acidez y mastitis. Existe además una pesquisa visual para evitar que la leche con materias extrañas llegue a la industria.
Según Aldaín, las comprobaciones deben realizarse de modo individual, para que quienes no cumplan con las normas técnicas durante el ordeño no contaminen la leche de buena calidad, y afecten económicamente a los productores eficientes.
Precisó que cuando el camión recoge la leche debe hacer, además, una prueba al contenido del tanque, para dejar constancia de la calidad del producto que traslada y evitar que lo adulteren. Cada paso de la comercialización debe estar respaldado por una certificación que valide los procesos.
Apuntó que en cada punto debe existir una nómina que dé cuenta del cumplimiento del contrato por productor. Está legislado que quienes incumplan pueden ser demandados por la industria láctea del Ministerio de la Industria Alimentaria.
Por su parte, Gustavo Rodríguez Rollero, titular del Minag, ha asegurado que este año las empresas agropecuarias y cooperativas que prestan servicios a los productores recuperarán las fincas de compra venta y las de mejora de ganado.
La aseveración la hizo el titular de la Agricultura en el encuentro con los mejores productores, en septiembre pasado. En esa oportunidad precisó que esas fincas tendrán sus pesas, base alimentaria y garantía de agua para la permanencia de los animales.
Rodríguez Rollero mencionó otras acciones de carácter infraestructural encaminadas a recuperar la ganadería, entre estas las concernientes a la ceba y a potenciar la inseminación artificial en todo el país. Concedió gran importancia a la recuperación de la potestad del médico veterinario para poder avanzar a los ritmos que el país exige.
Mientras se consolidan los proyectos enunciados, habrá que seguir pensando en el buen trecho que resta, teniendo en cuenta todo lo que se requiere para que la ganadería salga de la depauperación en que se encuentra.
Las muertes registradas el año pasado en la masa ganadera son solo la punta del iceberg de un entramado de dificultades que dependen del mejoramiento de las condiciones objetivas y de cambios subjetivos en productores y directivos.
En cada proyección deberá incluirse los mayores retos del país y, por consiguiente, del agro cubano: el envejecimiento poblacional y el cambio climático.
No debe pensarse en una agricultura que excluya el desarrollo tecnológico, cuando es cierto que faltan brazos en el campo, y los que hay están cada vez más envejecidos. Asimismo, habrá que diseñar modelos con capacidad de respuesta rápida ante sequías y períodos intensos de lluvia, imprevistos asociados a las variaciones del clima.
El problema financiero es el handicap del progreso tecnológico que requiere la agricultura toda. Por eso, cuando el vicepresidente de los Consejos de Estados y de Ministros Marino Murillo, explicó ante la Asamblea Nacional del Poder Popular por qué era necesario aprobar la Ley para la Inversión Extranjera, entre los sectores más necesitados de esta mencionó a la agricultura y, dentro de ella, a la ganadería.
Hacen falta millones, todos lo sabemos. Ahora la luz puede ser la inversión extranjera, pero mientras esta se abre paso en la Isla habrá que ajustar aspectos que no requieran de capital foráneo, sino de sentido común; entre estos los precios de los insumos que los vaqueros necesitan para sus corraletas o para el ordeño.
No es viable económica ni socialmente justo que un rollo de alambre o una cubeta sigan valiendo lo que ahora cuestan. El arte de lo posible debe definir este momento tan difícil y determinante para la economía cubana. Ya de imposibles sabemos demasiado.