Su líder, Fidel Castro, y los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, tenían una auténtica inspiración martiana. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:23 pm
Entre las más grandes calumnias dichas a nuestro pueblo en la Historia de Cuba estuvieron las divulgadas por los órganos de prensa reaccionarios del país, pocas horas después del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes por la juventud martiana comandada por Fidel, el 26 de julio de 1953.
Tales infamias generaron confusos rumores en toda la nación sobre el heroico ejemplo de aquellos jóvenes, desinformando al pueblo, en vez de decirle la verdad. Solo unas pocas publicaciones, como la revista Bohemia, que entonces cumplía 45 años de fundada, publicaron la verdad que pudieron obtener.
En cambio, el diario Avance para citar solo un caso, divulgó un montón de falacias y se hizo eco de las mentiras dichas por el entonces jefe del regimiento de Santiago de Cuba, coronel Alberto del Río Chaviano, en un informe al Tribunal de urgencia.
Aseguró que el asalto había sido protagonizado por cubanos y personas de otros países. El Diario de la Marina, Ataja, Avance, y otros libelos batistianos, comentaron que era cierto lo informado por Chaviano, de que casi todas las armas y proyectiles de los asaltantes procedían de lugares como Montreol, Canadá, «siendo evidente que fue un acuerdo insurreccional para atacar con cubanos y extranjeros al territorio de nuestra Patria, agrediendo con esta conducta el honor de Cuba».
El propio diario Avance dijo que casi todos los cadáveres tenían las cabezas destrozadas por balas explosivas utilizadas por los asaltantes, que así violaban lo establecido por los reglamentos internacionales de las guerras.
El coronel informaba también al tribunal, y la prensa batistiana lo reproducía, «que elementos dirigidos por Carlos Prío Socarrás, Aureliano Sánchez Arango, y otros políticos» integraban las filas de los asaltantes.
Llama la atención que el alto oficial de la dictadura afirmara que componían igualmente el destacamento de atacantes Juan Marinello, Blas Roca y otros líderes de los partidos Comunista, Auténtico y Ortodoxo y «un tal Fidel Castro que frecuenta la Universidad de La Habana y Santiago de Cuba», dicho así, como si no se le conociera todavía.
Agregaba el coronel del ejército, asesino de los heridos y prisioneros del Moncada, que los asaltantes pretendían también «tomar la población sin escrúpulos y miramientos de las costumbres, con instintos desprovistos de toda piedad y respeto por los enfermos y los hospitales».
El domingo 2 de agosto, luego de un recorrido del tirano por el Moncada y de felicitar a Chaviano por el cumplimiento de su orden de asesinar diez revolucionarios por cada soldado caído allí, habló a las tropas del ejército que desfiló ante él.
Sobre tal discurso —oído por Fidel en un pequeño radio desde un punto montañoso donde permanecía con dos compañeros asaltantes, antes de ser capturado por el teniente Sarría que impidió su asesinato— el jefe de los revolucionarios declaró posteriormente, en La historia me absolverá, que haberle creído al dictador una sola de sus mentiras, hubiera bastado para estar arrepentido toda una vida.
Qué fue la Generación del Centenario
Fidel, tras llegar prisionero al vivac municipal de Santiago de Cuba, dijo a los militares que los asaltantes no fueron a matar soldados, sino que atacaron la segunda fortaleza militar del país porque esos cuarteles sostenían al régimen. Y aclaró que la Generación del Centenario no estaba «en contra del ejército», sino de Batista, que le hacía mucho daño a ese ejército, perjudicándolo y echándolo a pelear contra el pueblo.
Allí mismo les dijo a los periodistas que esa generación de asaltantes que dirigía no tenía ningún vínculo con otros factores o núcleos políticos, y declaró que estaban ungidos de las enseñanzas e ideales de Martí.
Precisó que en esa fecha el movimiento no se llamaba 26 de Julio y que podría titularse Generación del Centenario, porque en sus proclamas se refería insistentemente al hecho de que en ese año 1953 se conmemoraba el centenario del natalicio del Apóstol, y que ellos se organizaron acorde con los postulados de desinterés y sacrificio por la libertad de la Patria que el maestro predicó y practicó hasta su inmolación en Dos Ríos.
En el juicio, en el hospital civil Saturnino Lora, el 16 de octubre de ese año, dijo al fiscal que esos jóvenes —señalando a los que se encontraban sentados en el banquillo de los acusados— «aman como yo la libertad de su Patria y luchan por ella. Y estoy convencido de que el 99 por ciento de la juventud cubana piensa como ellos y entienden que la única solución posible para derrocar este régimen que el pueblo detesta es la guerra».
La Generación del Centenario estaba integrada por simples obreros y trabajadores, por empleados de empresas y compañías, por estudiantes, algunos campesinos y por profesionales.
En el manifiesto de los asaltantes del Moncada a la nación, se decía que la Generación del Centenario había surgido de las capas más genuinas del valor criollo, de las que nacía la revolución en el alma del pueblo cubano, con la vanguardia de una juventud anhelante de una Cuba nueva, limpia de pasados errores y mezquinas ambiciones. «Es la revolución emanada de nuevos hombres, preparada con la paciencia, la valentía y la decisión de los que dedican su vida a un ideal».
Fuente: El movimiento 26 de Julio, Fidel Castro, Bohemia 1ro. de abril de 1956. La causa 37, Marta Rojas, 15 de febrero de 1959. «Un resumen de los dolorosos sucesos de Oriente», Bohemia, 9 de agosto de 1953.