Luis Emilio (a la izquierda) aprovecha cada minuto en el taller. Autor: Yoelvis Lázaro Moreno Fernández Publicado: 21/09/2017 | 04:59 pm
ENCRUCIJADA, Villa Clara.— Por estos días el espíritu de la juventud villaclareña anda en 26. Más allá de los escenarios citadinos, en otros confines, los del surco y el taller, se desencadenan los sudores del diario. Allí también es palpable un resultado que junto a la alegría se vuelve trabajo y más trabajo.
Así nos lo muestra, desde una pequeña cooperativa de su natal Encrucijada, el operador de combinada Luis Emilio Álvarez Cárdenas, a quien le ha bastado casi una década a bordo de esas pesadas maquinarias para comprender que el mejor aporte se brinda donde uno es más útil.
Por eso, sin pensarlo mucho, nos confirma el valor de aprovechar cada minuto en el taller, reparando los equipos que no acabaron bien, manteniendo lo que inevitablemente ha de seguir en pie, o poniendo su ingenio a favor de aquellas piezas que deben adaptarse.
Este muchacho, por sus afanes productivos y su constancia en una labor de la que muchos rehúyen porque requiere gran esfuerzo, ha mantenido la condición de Vanguardia Nacional durante cuatro años consecutivos y asistió al más reciente Congreso de la UJC. Estamos ante un joven fuera de liga.
El escenario
La cooperativa de producción agropecuaria Jesús Menéndez Larrondo, a pocos metros del sitio en que nació el líder de los azucareros, es el escenario de los afanes cotidianos de este joven, en el que también descuellan una docena de muchachos como él, siempre ocupados bien cerca de la tierra.
Entre los 79 trabajadores de la entidad, los de menor edad son los que irrigan las mayores fuerzas y el entusiasmo de producir más, explica Rubén Ruiz Llanes, presidente de la CPA.
En la última zafra la cooperativa produjo en secano más de 14 227 toneladas de caña, cifra que supera el plan con un rendimiento de 44,06 toneladas por hectárea, entre los mejores de Villa Clara.
Esto se logra con mucha dedicación, dice Ruiz Llanes. El que pierde tiempo se pone a remolonear y la tierra se lo cobra. Si hiciera falta un dato para avalar esa aseveración, aquí lo tienen: están a un tilín de lograr las 54 toneladas por hectárea en secano, a las que aspira Villa Clara.
Como saben que la salud de su cooperativa depende de la producción cañera son celosos en cumplir los planes de siembra. Ahora solo les faltan 2,62 hectáreas para llegar a las 18,86 previstas en la temporada. Valga decir que sobrecumplieron lo fijado para la primavera, al dejar plantadas 71,75 hectáreas.
No solo de caña viven en la Jesús Menéndez, donde se cosecha parte de la alimentación de sus asociados y para la localidad de Encrucijada. En el primer semestre entregaron a Acopio 26,14 toneladas de productos, para un cumplimiento del 182 por ciento.
Tienen sembradas 69,78 hectáreas de cultivos varios hasta junio último, muy por encima de su plan, principalmente de yuca, boniato, hortalizas, maíz, frijol y arroz.
Más alla de Encrucijada
La cantidad de jóvenes hasta 30 años en el sector cooperativo y campesino de Villa Clara continúa siendo baja, independientemente de un incremento en los últimos años.
De los más de 35 000 socios de las cooperativas villaclareñas de producción agropecuaria y de crédito y servicios, poco más de 2 400 son jóvenes. La cifra se alcanzó con el otorgamiento de tierras mediante el Decreto Ley 259 a 648 de estos.
El sector cuenta con 532 militantes de la UJC en 58 comités de base, lo cual confirma también un aumento de los miembros de la organización. Este año se deben constituir otras 25 organizaciones en igual cantidad de cooperativas.
Tampoco los aires renovadores que hacen falta se han dejado al azar. La UJC y la ANAP desarrollan un plan de crecimiento de las fuerzas juveniles y en la atención a los que ya están en el sector que se analiza cada mes.
Héctor Rafael Pérez Salina, funcionario de la UJC en Villa Clara, mencionó cómo mantienen contacto con los hijos de campesinos que estudian carreras de Agronomía y de Veterinaria para que después vayan a trabajar a las cooperativas. También lo hacen con los hijos de aquellos que terminan el servicio militar con el fin de ofrecerles la opción de ir a trabajar al campo.
Ahora más jóvenes están al frente de cooperativas o pertenecen a sus juntas de dirección. Esto constituye un reconocimiento a su buen trabajo, explica Amado Pérez Colina, miembro del Buró de la ANAP en la provincia.
Ambas organizaciones valoran positivamente los resultados que logran, pero están conscientes de que todavía queda un trecho en el empeño de rejuvenecer a las cooperativas.