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La impune maduración con químicos

Se ha denunciado bastante en esta columna la malsana trampa de esos vendedores de frutas que maduran las mismas precozmente con sustancias químicas, perniciosas para la salud humana. Y nunca autoridad alguna ha respondido qué se va a hacer frente a esta práctica bastante extendida. ¿Acaso cruzarse de brazos, mientras siguen haciendo de las suyas?

Pero no vamos a cansarnos. Esta vez me escribe una víctima más: Baldomero Rodríguez Martínez, residente en Avenida 53, no. 6031, entre 60 y 62, en San Antonio de los Baños. Él cuenta que padece serios problemas digestivos, y los médicos le indican que debe evitar cirugías. Le prescriben una dieta de muchas frutas y vegetales. Ahí comienzan sus problemas.

«He sabido por la televisión, la radio y escritos científicos, afirma, que se deben consumir productos sin tratamiento químico. Y al ir a los mercados y carretillas es de conocimiento público que la frutabomba, el plátano, la piña y el mango los están madurando con Flordimex».

Baldomero aplaude los esfuerzos actuales por enfrentar las estafas al consumidor, tanto en los precios como en el peso de los productos. Pero piensa que tan importante, y quizá más urgente, es velar por la inocuidad de los mismos.

«Es mejor prevenir que curar, refiere. La frutabomba debe cosecharse pintona para que madure por sí misma. A los plátanos solo se necesita darles su tiempo. Vivimos en un país eminentemente agrícola, debemos lograr una producción de frutos orgánicos, cercanos a los consumidores, con calidad. Menos químicos, menos enfermedades».

Me uno a Baldomero, y abogo por que, en esta ofensiva por la protección al consumidor, que debe ser sistemática y permanente y no campaña de ocasión, se dé la batida definitiva contra la maduración química de las frutas. De no solucionarse esa afrenta, con tanta maduración precoz e intrusa, se «pudrirá» la salud y la confianza de los consumidores.

Normado o liberado, complicaciones…

Jorge Luis Sánchez Gallardo (Rafael Oro 255, Reparto Vázquez, Manzanillo, Granma) refiere que a mediados de 2017 se inició la contratación del servicio de gas licuado liberado en esa ciudad y en Bayamo. Y en septiembre se procedió a permitir un segundo contrato por núcleo.

La cifra de contratos llegó a más de 20 000, afirma. Al principio se dijo que estaban garantizadas las condiciones para el abasto de gas a los puntos de venta. Pero la realidad fue que desde el inicio las colas eran kilométricas. Algunos vecinos de los alrededores de los puntos vendían los turnos a 20 CUP, asegura.

«Entonces, precisa, se informó que era por falta de “balitas”. Luego, desde enero hasta marzo pasados la situación mejoró mucho. Pero hace unas cuantas semanas volvimos a lo mismo, o peor: son muy pocas las balitas que dejan y se acaban en cuestión de horas.

«Los clientes madrugan y pasan el día esperando sin la certeza de si traerán gas ni a qué hora. Quienes trabajan tienen que comprar un turno en 20 CUP o que alguien les venda el “servicio” de “turno y compra” del gas en 30 CUP».

 El pasado 8 de junio, señala, un funcionario de Cupet compareció en el Telecentro Golfo Visión, de Manzanillo, y dijo que el desabastecimiento de gas está dado por déficit de transporte, porque para la distribución del gas a las cinco provincias orientales se había hecho un contrato con una empresa, y dicho contrato expiró en marzo y «el país» decidió no renovarlo, por lo que dicha empresa se retiró con sus medios de transporte.

Además, afirmó que los consumidores de gas normado (aquel que se vende de reserva a clientes «antiguos» de gas, para cuando se afecte el servicio eléctrico) tienen que hacer la misma cola que los del liberado. Pero estos últimos reciben una reserva de keroseno y alcohol y los del normado solo dos balitas de gas al año

«En estos momentos, subraya, hay consumidores de gas normado que este año no han podido comprar todavía el suyo. También se dijo que se había hecho un contrato con una empresa de Caibarién para que construyeran unos remolques jaulas, y una cuñas estarían próximamente entrando al país para resolver dicho problema en los próximos meses.

«Quisiera creerlo, pero solo lo creeré cuando se haga realidad, ¡si se hace realidad! El objetivo era mejorar la calidad de vida de la población, pero finalmente lo que ha sucedido es que les han complicado la vida tanto a los que contrataron gas liberado como a los del normado; y mucho más a estos últimos», concluye Jorge Luis.

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