R.O.: Tengo un amigo desde la secundaria al que quiero mucho. Hace unos meses, después de romper con mi novio anterior, comenzamos una relación. Seguimos queriéndonos, y aunque en la intimidad marcha bien, siento que me falta la pasión. Él me reclama porque no tengo ese deseo que él siente. No es que esté mal, pero creo quererlo solo como amigo. Todavía pienso en mi ex y la intensidad de aquella relación. Tengo miedo de romper una amistad y relaciones familiares tan lindas. ¿Acaso podré llegar a enamorarme de él?
No hay una norma estándar en las relaciones humanas. Tampoco en las parejas. Lo que describes como relación con tu amigo, podría ser perfecto para muchas personas. Pero, no es tu caso. Según tus palabras, lo sigues considerando como amigo. A ello sumas que consideras noviazgo a la relación que recientemente concluyó. Si esto no cambia para ti, difícilmente te enamores.
No depende de nuestra voluntad o buenas intenciones llegar a amar, desear o apasionarse. Aunque idealmente esperes un equilibrio entre la intimidad subjetiva, la pasión erótica y el compromiso con la relación, en la práctica, las parejas priorizan más un aspecto que otro, según su singularidad. Cada quien tiene su manera de mantenerse en un lazo estable, sorteando los escollos que todo vínculo tiene.
En ocasiones, la cercanía erótica sorprende a quienes se sentían solo como amigos. Son muchos los matrimonios que se forman así. Hay, por otra parte, amores que no se apoyan tanto en la vertiente erótica de la relación; y otros que no logran la intimidad y complicidad subjetiva de los amigos. La pregunta fundamental es en torno a qué quieres establecer tu vínculo y qué representa hoy para ti.