E.F.: Hace diez años me divorcié y no me he vuelto a enamorar. Ninguna persona de las que he conocido me interesa mucho. Llega el momento en que me aburro y decido terminar. Es cierto que tengo muchas ocupaciones, pero me comienzo a preguntar si es que ya no volveré a experimentar aquel sentimiento.
El sentimiento aparece a su manera, cuando estamos preparados para consentir un buen encuentro con quien sea capaz de conmovernos e invitarnos a avanzar. Con cada nueva experiencia surge la posibilidad de vivir la pasión, la intimidad y el compromiso de un modo singular.
El amor tiene condiciones de existencia que para cada uno de nosotros son diferentes. Por un lado, debe aparecer alguien que no te aburra y te inspire amor. Por otro, es importante advertir que amar requiere tiempo, recursos, disposición, invenciones, apuesta. De algún modo, se fertiliza para que florezca.
Cierto que después de determinados acontecimientos ya no somos los mismos y los modos de amar no son iguales que en la primera juventud. Aun así, se puede tejer un lazo entrañable con otro ser humano, a la medida de sus circunstancias. Hay que dar cabida a arreglos que permitan coexistir con las exigencias cotidianas, hijos de parejas anteriores, retos económicos…
A veces pasa tiempo sin cerrar la historia amorosa previa. Se sigue esperando una oportunidad con esa misma persona; se sigue sufriendo la pérdida o se guardan rencores. Nadie sabe lo que sucederá mañana. El tiempo sin pareja puede concluir de un momento a otro. ¿Estás preparado para amar si te encuentras hoy con la persona indicada?
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología Clínica.