T.M.: Después de un año de noviazgo, tenemos la oportunidad de irnos a vivir solos, sin los padres de ninguno de los dos. Mi novia, aunque dice amarme, no quiere separarse de su familia. Alega que estudia y no se siente en condiciones de llevar una casa adelante. Yo no estoy dispuesto a seguir sintiéndome de visita en su casa. El problema es que la quiero mucho y no quisiera separarme. ¿Qué hacer?
Durante la vida de una pareja, son muchos los momentos en los que se discrepa sobre si avanzar en un rumbo o en otro. Algunos no logran comunicarse y precipitan la separación. Otros se toman el tiempo necesario para conversar una y otra vez hasta hallar una salida favorable. Sugeriría esta segunda opción.
Para empezar, habría que preguntarse si ambos desean pasar a este otro nivel del
vínculo, y si este tiene tanta significación para cada uno como para apostar por un proyecto de vida independiente de otros adultos que han sido significativos en sus vidas.
También pueden tomarse un tiempo para conversar de los temores de ella y el apuro tuyo. Quizás ella no quiere asumir todas las tareas domésticas como una mujer tradicional… Tal vez tú quieres controlarla sin la protección de su familia… Es posible que no quiera perder su lugar de «niña de la casa», o que sientas celos del amor que ella recibe allí…
Hay muchas posibles fantasías al respecto y habrá que ponerlas en palabras. Luego tendrán mejores posibilidades de encontrar maneras de lidiar con cada miedo.
Constituir una nueva familia puede resultar difícil. Implica asumir otras relaciones con las familias de origen y además encargarse de los detalles de la subsistencia, así como afrontar conflictos sin la asistencia de otros familiares.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica