Muchas conductas que parecen excesivas e ilógicas tienen una razón para establecerse y no siempre nos damos cuenta de por qué actuamos así
D.A.: Quisiera que me ayudara a entenderme y aceptarme, aunque no sé todavía qué es lo que soy. Creo que tengo una personalidad adictiva al alcohol. Soy pésima compañía, como pareja aún peor: posesiva, celosa, arrogante, autosuficiente, egocéntrica. En realidad, no sé quién soy, ni cómo debo tomar las cosas.
Muchos adjetivos para quien dice no saber quién es. Tomar mucho alcohol, tomar al novio que se cela, tomar el ego por el centro. «Tomar» incluso lo imposible.
Después de este saber que comienza aceptando «maldecirse», habría que intentar entender qué sucede para elegir encontrar satisfacción a partir de la posesión que busca tomárselo todo para sí. ¿Qué serían entonces esos celos, egocentrismo y arrogancia?
Muchas conductas que parecen excesivas e ilógicas tienen una razón para establecerse. Sin embargo, no siempre nos damos cuenta de por qué actuamos así, aunque no podamos evitarlo. Antes de imponerse un cambio, es recomendable intentar responder esa pregunta que le concierne y le inquieta en torno a cómo entender lo que hace.
Se precisa ir más allá de esta presentación que hace de usted para comenzar a comprender sus razones para el exceso con el cual se describe. Entender y aceptar requiere un trabajo subjetivo. Hablar hasta encontrar las coordenadas a partir de las cuales orientarse. El diálogo con profesionales podría ayudarla. En especial aquellos que estén dispuestos a escucharla hasta que vaya encontrándose en su decir.
Es posible que haya razones para usar tales adjetivos y tomar alcohol en lugar de otras conductas. Para descubrirlas y emprender un cambio será necesario avanzar a su encuentro.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica