D.A.: Siempre me he exigido el máximo en todo. He llegado a deprimirme si el resultado no es el deseado. Soy consciente de esta conducta insana, pero realmente nunca había sentido tan de cerca sus consecuencias. A pesar de desear con todas mis fuerzas establecer una relación de pareja estable, sana, responsable y enriquecedora, no logro conectar emocionalmente con esa persona elegida, pues no la considero lo suficientemente «buena para mí». No me creo narcisista, autosuficiente o con algún complejo de superioridad, simplemente anhelo encontrar a la persona correcta, a mi media naranja. Sé que soy muy joven, pero me aterra la idea de no llegar a experimentar esos sentimientos hermosos del amor, desconocidos para mí, debido a mi carácter exigente. ¿Qué puedo hacer? Tengo 20 años.
La persona «correcta» será aquella con quien logres esa conexión, incluso sin cumplir tus exigencias. La atracción y el amor nos toman por sorpresa. Luego elegimos si consentimos o no a ellos y establecemos o no una relación.
De seguro las buenas cualidades no serán suficientes y a tu naranja siempre le faltará algo. Es lo que suele suceder, incluso en las mejores relaciones. Tanto en la pareja como en la vida, es un reto arreglárselas del mejor modo con aquello que va faltando en lo que tenemos, pues lo posible y lo imposible siempre van de la mano.
Insistes en tu carácter exigente como algo que te hace sufrir cuando el resultado no es el esperado. La consulta sicológica podría servirte para analizar esa tendencia tuya a exigirte, que te parece insana pero persiste, que te gusta y molesta a la vez.