E. L.: Estoy casada hace casi 12 años. Sigo enamorada de mi esposo como el primer día, aunque ya no existe la misma pasión. Sé que es normal; pero hace un tiempo he experimentado una falta total de deseo sexual, ya no me apetece nunca. Si hacemos el amor me siento bien, pero no tengo deseos de comenzar nunca, prefiero dormir. ¿A quién debo acudir para que me ayude?
Debe acudir a su área de salud para que la deriven a los especialistas más cercanos, capaces de diagnosticar las causas de su inapetencia. Hay que descartar afecciones de carácter orgánico y condicionantes psicológicos.
En ocasiones, las mujeres pierden el deseo sexual por causas orgánicas como deficiencias endocrinas, tumores o acción de sustancias como medicamentos, abuso del alcohol, narcótico... La menopausia contribuye a cierta disminución de deseo, como el cansancio excesivo o la depresión.
Por otra parte, se encuentran las razones psicológicas. A veces parece que todo marcha bien cuando en verdad no es así. Quizá se experimenta tedio, hay sentimientos de los que no se quiere saber o ideas que se soslayan por conflictivas.
No menos importante es dar lugar a la «falta» para alimentar el deseo. La ilusión de que ya se tiene todo lo que se buscó (amor, bienes, seguridad, etc.) mata el deseo, que se alimenta con el anhelo de algo más que no está entre todo lo poseído.
Prefiere dormir antes que hacer ese amor, con lo que se siente bien pero no llega a dejarle ganas de repetir. Su amor ya no le explica ese adormecimiento y hace bien en indagar más su causa. La falta de deseo no tiene que ser el destino. Más que dormir, se podría soñar.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista