C. L. Tengo una relación con la cual me siento superbien, pero no logro concentrarme durante la penetración y paso trabajo para eyacular. Mi erección es tan potente como la de cualquiera. Con otras parejas me sucede lo mismo. No logro disfrutar al máximo aunque piense solo en el sexo y busque en mi memoria algún momento excitante. Cuando eyaculo, siento como si me hubiera quitado un gran peso. Mis relaciones con penetración duran alrededor de siete minutos y las repito cada tres o cuatro días. Tengo 24 años.
Como bien defines, tu problema no es de funcionamiento sexual sino de pensamientos aparentemente discordantes con el momento erótico. Tampoco se trata del tiempo porque siete minutos no es tanto, aunque pueden parecer más largos si se emplean en combatir ideas «obstaculizadoras» de una parte del goce asociado al coito, ideas que aunque parecen extrañas y distantes son íntimas, personales y protectoras ante algo difícil de soportar de otro modo. De hecho, es con ideas sustitutas que tratas de «concentrarte en otro momento excitante» y por eso son ellas más protagónicas que tu pareja, en quien evitas focalizarte.
Observa que siempre logras el alivio esperado en el orgasmo. Esas ideas desconcentran en tanto permiten alejarte de algo abrupto y desbordante, que reaparece de manera única e insólita durante la búsqueda de satisfacción junto a alguien significativo. En la escena del vínculo más íntimo con otro ser, en la cópula de los cuerpos, tu mente se separa. ¿Por qué salirse de la intensidad del instante, qué razones tan personales aunque insconscientes te llevan a vivir con semejante peso el encuentro sexual? En este espacio no tenemos las respuestas, como tampoco debes tenerlas ahora. Es preciso hablar ante un especialista que te ayude a comprender tu posición ante un goce que llama a tantas ideas para tomar distancia de la escena real.
Mariela Rodríguez Méndez. Máster en Psicología Clínica y psicoanalista