H. P. Hace seis meses terminó un amor de dos años. Estábamos en una de esas crisis donde todo cae mal, con discusiones por gusto, hasta el punto de dejarnos de hablar. Una mañana me dijo que ya no sentía nada por mí y lo mejor era terminar. Desde entonces ando desconsolado. No sé si la ruptura fue por el sexo o porque no me quería. Temo que otras me rechacen. Aún la amo. Tengo 22 años.
A veces para que una pareja se establezca él debe hallar en ella algo de la esencia que colma su satisfacción, mientras aquella consiente en ser la mujer de sus sueños, sueños donde ambos creen que ella encarna lo especial buscado por él. Este lazo puede caer en crisis si uno o ambos dejan de creer en el amor, si ella deja de sentirse amada o de desear estar en el lugar que antes la complació, si él ya no la ve como la encarnación de su deseo.
Es ingenuo atribuir el problema solamente al sexo si funcionó bien antes. Eso que llamamos sexo suele tener connotaciones diferentes para hombres y mujeres. Es común que para ellos ocupe un lugar central en la búsqueda y argumentación de una pareja, pero para ellas, además de la satisfacción del encuentro, hay otro goce irreductible más vinculado a la palabra amorosa y a su propio ser.
El encuentro de hombre y mujer en el amor y el goce no los convierte en mitades complementarias. Siempre estamos llamados a afrontar ese punto de discontinuidad, conflicto y crisis en la pareja. Es ahí donde análisis y actos creativos deben suplantar esas discusiones «por gusto». Donde falta la palabra precisa puede aparecer el abismo fatal. Por fortuna continuarás deseando, y existirán otras con quienes lograrás vibrar una vez más. Continúa creyendo en el amor y encontrarás lo que tanto te conmueve.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista
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