Afortunadamente, la industria de la salud sexual también empieza a familiarizarse con prácticas productivas sostenibles
Buscando el bien de nuestros
semejantes, encontramos el nuestro.
Platón
El avance hacia el uso de energías renovables no solo representa una transformación en cómo producimos y consumimos electricidad en nuestros espacios; también ofrece oportunidades para una conversación más amplia sobre la sostenibilidad de la acción humana en todos los aspectos de nuestras vidas, incluida la sexualidad.
Estas dos áreas, aparentemente alejadas, pueden entrelazarse en el contexto contemporáneo de un mundo cada vez más preocupado por el cambio climático, con más individuos y familias apostando por un estilo de vida respetuoso del medio ambiente, lo cual fomenta un sentido de responsabilidad social que puede influir, también, en las relaciones interpersonales a nivel íntimo y comunitario.
La sociedad de conjunto y numerosos líderes de opinión y personas de bien están cada vez más comprometidos con las causas ecológicas, y buscan crear conciencia sobre cómo nuestras decisiones afectan el futuro del planeta, y ese tema penetra en otros programas y políticas de desarrollo, como los dedicados a promover equidad de género, relaciones sin violencia y una sexualidad más responsable y feliz.
Ya varias generaciones exploran su erotismo de manera más libre y consciente, comprenden el valor del respeto a la biodiversidad y el cuidado de la salud sexual como una faceta de la salud humana, en estrecho vínculo con la del planeta.
Esta evolución transcurre en paralelo con la necesidad de una transición energética hacia un mundo más sostenible, donde las elecciones personales y colectivas toman en cuenta no solo el bienestar individual, sino también el impacto de sus acciones en los ecosistemas del entorno, de los que somos parte activa, no meros beneficiarios.
Apostar por las energías renovables en casa y en espacios productivos y recreativos desde su diseño inicial es un modo de empoderar a las personas y proporcionarles herramientas y conocimientos para la toma de decisiones en la cotidianidad. No solo porque les permite un acceso seguro, estable y menos contaminante a recursos esenciales para el desarrollo, sino porque enseña a ver las fuentes de energía con más compromiso y como parte de ciclos y sistemas naturales imposibles de forzar, incluido el nuestro de mente-cuerpo-espiritualidad, como lo presenta la sexualidad holística.
Este empoderamiento intencional en materia de energías domésticas nos lleva a repensar cada elección a la hora de emplear una fuente para cocer los alimentos, refrescar la habitación o entretenernos, y a tener presente su uso racional y mantenimiento adecuado, habilidades que se pueden enaltecer en los programas educativos de sexualidad como valores a priorizar, en contraposición con la banalidad y el consumismo para cubrir apariencias, tal como las culturas ancestrales enseñaban a los púberes a trabajar para obtener su sustento y a la vez a modelar el barro y crear arte utilitario, porque sin dominar esa visión dual de una tierra tierna y nutricia, no lograrían ser buenos amantes.
Hoy ese aprendizaje de sostenibilidad social puede entrenarse a través de una convocatoria a repensar nuestras acciones destinadas a la satisfacción erótica en las que gastamos más energía de la necesaria, y no la nuestra precisamente…
Por ejemplo, podemos citar el hecho de malgastar agua para disimular el tiempo que demoras en el baño, o dejar las luces de la casa encendidas mientras disfrutas en el cuarto con tu pareja. ¿Acaso no importa el impacto de esa inconsistencia en el resto de la familia, el planeta y la gente que nos rodea?
Si desarrollamos empatía con el medio ambiente, seremos más capaces de establecer límites adecuados al amar, de entender y practicar el consentimiento en cada avance en terreno ajeno y de gestionar las relaciones íntimas de manera saludable, sin contaminar el cuerpo, la mente o el hábitat donde damos riendas sueltas a nuestro particular amor.
Este enfoque de sostenibilidad que promueve las energías renovables es una actitud ante la vida y puede calar en la proyección social de las personas y ayudarlas a cultivar valores como el respeto y la colaboración en las relaciones interpersonales, incluyendo las románticas y eróticas.
Afortunadamente, la industria de la salud sexual también empieza a familiarizarse con prácticas productivas sostenibles, con bienes de higiene menstrual más ecológicos, como las copas de silicona y las bragas de material absorbente para disminuir el uso de las almohadillas o íntimas, cuyo volumen anual es abundante y hasta peligroso, y consume mucha energía procesar esos desechos en cada zona.
En algunas de esas plantas, como también las de fabricar preservativos, anticonceptivos o juguetes eróticos, prefieren procesos menos contaminantes, y elegir sus productos es también un modo de demostrar que importa esta nave común.
Al incluir temas de sostenibilidad en la educación sexual y los movimientos feministas, se busca empoderar a las personas para que tomen decisiones informadas sobre sus derechos sexuales con el mínimo impacto ambiental posible, desde una mirada holística.
La conexión entre las energías renovables y los programas de sexualidad representan un movimiento comprometido hacia el futuro, y en el avance hacia este nuevo paradigma, es vital que dialoguemos con transparencia y pasión sobre cómo nuestras decisiones en ambas áreas pueden contribuir a crear un mundo más saludable y justo.
*Especialista Superior en Políticas de Comunicación. Oficina Provincial para el Control de Uso Racional de la Energía en La Habana.