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Cerebro y placer: la clave de una sexualidad plena

El verdadero director de la orquesta del placer es el cerebro. Cuidarlo no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que también potencia nuestra experiencia sexual

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

La imaginación es al sexo lo que el viento al saxo.

Frase popular.

Cuando hablamos de sexualidad, muchas veces pensamos en el cuerpo, en el deseo o en las emociones. Sin embargo, el verdadero director de la orquesta del placer es el cerebro. Cuidarlo no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que también potencia nuestra experiencia sexual.

El Doctor en Ciencias Neurológicas Nivaldo Pérez explica que la actividad sexual es un complejo proceso neurológico en el que intervienen regiones clave del cerebro, como el hipotálamo, el sistema límbico y la corteza prefrontal. El cerebro no solo regula el deseo y la excitación, sino también la capacidad de disfrute y vinculación emocional, asevera el especialista.

Para que el cerebro funcione de manera óptima en el ámbito sexual, es fundamental mantener hábitos saludables. La alimentación equilibrada, rica en antioxidantes y grasas saludables, ayuda a preservar la función neuronal. Asimismo, la actividad física mejora la oxigenación del cerebro y favorece la liberación de endorfinas, neurotransmisores vinculados con el placer.

El estrés y la ansiedad son enemigos de una sexualidad plena. El cortisol, hormona que se libera en situaciones de estrés, puede inhibir la producción de hormonas sexuales, reduciendo el deseo. Estrategias como la meditación, la respiración profunda y el sueño reparador ayudan a disminuir el estrés y mejorar la respuesta sexual.

También es crucial el entrenamiento cognitivo y emocional. La comunicación con la pareja, el autoconocimiento y la estimulación de la imaginación erótica son factores que fortalecen la conexión entre cerebro y placer.

«Una mente sana y activa se traduce en una sexualidad más rica y satisfactoria», insiste el Doctor Pérez, defensor asimismo del cuidado holístico del cuerpo y las emociones a través de la nutrición y los hobbies para mantener el cerebro en su mejor forma a lo largo de la vida.

Cuidar nuestro cerebro es una inversión en bienestar integral. No se trata solo de mejorar la memoria o prevenir enfermedades, sino de garantizar una vida sexual saludable y placentera. Después de todo, la mejor herramienta para el placer no está en el cuerpo, sino en la mente, responsable de la interpretación cultural y percepción sensorial de la experiencia erótica.

Entrénate a sentir

Para entrenar la inteligencia emocional y mejorar la respuesta sexual, se pueden practicar ejercicios específicos como:

Diario emocional: Escribir sobre pensamientos y sentimientos ayuda a gestionar mejor las emociones y reducir el estrés.

Visualización erótica: Imaginar escenarios placenteros fortalece la conexión entre mente y cuerpo, lo que aumenta la respuesta sexual.

Escaneo corporal: Tomar conciencia de las sensaciones físicas y aprender a relajarse mejora la sensibilidad y la conexión con el placer.

Mindfulness en pareja: Practicar la atención plena durante los encuentros íntimos potencia la conexión emocional y física.

Expresión afectiva: Hablar abiertamente sobre deseos y límites fortalece la seguridad y confianza en la relación.

Protégete de los malos hábitos

Algunas prácticas habituales que pueden dañar el cerebro y afectar la sexualidad incluyen:

Falta de sueño: El descanso inadecuado deteriora la memoria, la concentración y la regulación emocional, y afecta el deseo sexual.

Estrés crónico: Aumenta los niveles de cortisol, afecta la producción de hormonas sexuales y disminuye el placer.

Dieta poco saludable: El consumo excesivo de grasas trans, azúcares refinados y alcohol puede deteriorar la función cerebral.

Sedentarismo: La falta de actividad física reduce el flujo sanguíneo al cerebro, afectando su capacidad de respuesta emocional y sexual.

Consumo excesivo de pantallas: La sobrexposición a dispositivos electrónicos puede afectar la dopamina, al reducir la sensibilidad al placer natural.

Aislamiento social: La falta de interacciones sociales limita la estimulación cognitiva y emocional, y afecta la conexión con la pareja, al profundizar la experiencia de estar atrapados en una insana y estrecha rutina.

Consumo de sustancias nocivas: El abuso de alcohol, tabaco y drogas deteriora las conexiones neuronales y puede reducir la libido.

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