Hombres jóvenes buscan la compañía de mujeres maduras, y no entienden que sus pretendidas prefieran parejas de más edad
Cuando no se puede lo que
se quiere, hay que querer
lo que se puede.
Publio Terencio
¿Qué tiene el amor después de los 50 que no tenga en la juventud?, preguntó un lector a través del espacio de consejería de la plataforma Senti2.
Su historia se hace cada vez más común: hombres jóvenes buscan la compañía de mujeres maduras para aprender a ser mejores amantes, y no entienden que sus pretendidas prefieran parejas de su edad o más años, en las que el sexo es complemento y no sujeto de la acción.
¿Es por miedo? ¿Complejo de su cuerpo? Pregunta desafiante, porque no logra aceptar que el amor maduro puede ser sabio y disfrutable, cualidades que sí compiten con la pujanza de las primeras décadas, sobre todo cuando se llega saludable a esa fase de equilibrio entre experiencia y juventud.
Sobre ese tema tratará nuestra página en un seriado para el que nos apoyaremos de un material digital muy intersante: Sexo sabio. Cómo mantener el interés sexual en la pareja estable, del máster en Sicología y salud sexual Antoni Bolinches. Si te interesa la lectura completa del texto, puedes pedirlo a través del WhatsApp al número 52164148, o buscarlo en el canal de Telegram @sexosentidocuba.
En el capítulo 8 del citado material, Bolinches hace un análisis del comportamiento sexual en la etapa madura en hombres y mujeres, con sus diferencias biológicas y sociosicológicas.
Aclara que madurez y edad no siempre van de la mano, sobre todo en estos asuntos de la práctica amorosa y sexual. Pero una buena combinación de ellas, con un toque de suerte e inteligencia, pueden llevarnos por el camino del sexo sabio y garantizar el acople adecuado de la pareja para sortear las crisis existenciales en todos los campos: comunicación, deseo, cambios físicos...
Madurez, entonces, conlleva equilibrio y sensatez, además de aprendizaje de los fracasos para afrontar mejor el futuro. Es eso lo que atrae a las personas jóvenes, y la lección es muy clara: si te gusta alguien mayor puedes no tener su edad, pero es imprescindible ser su igual en valores y modos de aprovechar la vida.
Vivir no es garantía de aprender, de la misma manera que escuchar no es garantía de comprender, explica el profesor barcelonés. Para madurar, es importante asimilar de modo positivo todo lo que nos pasa, incorporar lo aprendido, dejar ir el trauma y progresar.
Esa noción de aprendizaje vital relacionada con la aceptación de la realidad es su propuesta de referente cuando se habla de madurez sexual, siempre partiendo de que la maduración personal y la de esta dimensión en particular siguen dinámicas evolutivas diferentes y en ciertos aspectos antagónicas, alerta el experto.
Al comparar ambas, resalta sus diferencias. Por ejemplo, en la maduración general, los malos momentos ayudan a crecer cuando se asumen de modo reflexivo y autocrítico, y todas la personas son igualmente capaces de aprender de sus errores e integrar esas vivencias para facilitar el proceso de vivir.
En la dimensión sexual nos hemos acostumbrado a crecer con los éxitos y asumir los fallos como bloqueos que van de la mente al cuerpo, o viceversa. También las diferencias en el sexo biológico (y su correlato en el género asignado y construido culturalmente) tienen un peso mayor en la maduración sexual y manifestaciones muy distintas que hasta cierto punto alejan a los integrantes de la pareja al pasar de los años.
Por eso, asevera, lo que nos hace madurar como personas puede contradecir a la maduración sexual, y viceversa. Son procesos paralelos, y cuando logran una correcta sinergia aportan buenos resultados, pues la persona madura en el sentido amplio, comprende los efectos diferenciados de la evolución sexual y los incorpora a su realidad para sacarles ventaja.
La próxima semana te contaremos cómo funciona el sexo después de los 50, y cuánto puede contribuirse a su plenitud desde la etapa joven de la vida.