La educación no es la preparación para la vida, es la vida en sí misma.
John Dewey.
Desde la pasada semana se desarrollan en todo el país un sinnúmero de talleres y otras acciones educativas como parte de la décima edición de las jornadas Maternidad y Paternidad: iguales en derechos y responsabilidades, que impulsa el Centro Nacional de Educación Sexual, Cenesex, siempre entre el 14 de febrero y el 4 de abril de cada año.
Convivencia familiar en equidad es el lema de este 2023, la primera tras la aprobación del nuevo Código de las Familias, y uno de los aprendizajes a construir es el uso adecuado de esa ley, que por sí sola no resuelve los problemas, pero ayuda a decodificarlos y transformar las conductas colectivas e individuales.
Como se insiste desde el espíritu de estas convocatorias (y se refleja en los planes de acción de cada provincia), parentalidad responsable no es la que se limita a velar por la alimentación y estado de salud de hijos e hijas o darles un techo, ropa y gustos materiales. Es también la que cuida el bienestar sicológico y emocional de esa generación de cara al futuro, la que le permite crecer con criterios, esperanza y derechos bien ejercidos por el bien común, en el marco de la construcción de una sociedad socialista, próspera y sostenible.
Estos espacios de reflexión y diálogo se ajustan a las características de cada región y su problemática familiar más perentoria. En ellos se socializan buenas prácticas de crianza y educación; se resalta el valor del acompañamiento a las personas y grupos familiares en la construcción de sus identidades y se hace énfasis en lo que significa para la sociedad que todas las madres, padres y otros adultos que asumen la guarda y cuidado de sus menores se interesen por adquirir herramientas para el desempeño adecuado de esos roles desde el respeto a la multiplicidad de familias que tenemos hoy en Cuba.
Lás cátedras de Sexualidad de todo el país se han mantenido activas en el diseño y ejecución de estas jornadas, que involucran a profesionales y activistas de las redes del Cenesex y llegan a escuelas, comunidades, hogares maternos, universidades y otros espacios públicos con la mira puesta en lo que pasa en nuestros hogares: ese espacio de coexistencia mediado por vínculos afectivos y pragmáticos donde la cotidianidad se articula a través de estilos de comunicación e interacción que reflejan los valores y normas de sus integrantes.
La familia como grupo social primario es el marco de los primeros aprendizajes que sustentan nuestra subjetividad a largo plazo, el filtro desde el que adquirimos las primeras nociones de realidad del mundo que nos rodea.
Potenciar un ámbito familiar saludable es un objetivo primordial de nuestra sociedad que se reafirma con estas jornadas, las primeras también a plenitud tras las limitaciones impuestas por la etapa de pandemia, cuando los núcleos debieron aislarse para sobrevivir, y en ese proceso crecieron muchas desigualdades y situaciones de violencia inimaginables.
Nuevas leyes traen nuevas oportunidades de acción, pero el cambio en los estilos de crianza y de respuesta social a conductas nocivas naturalizadas por la cultura necesita además un reaprendizaje de lo que representa ser o tener una familia.
Estos diálogos contribuyen a desestructurar el juego de poder hacia el interior de los hogares tradicionales e invitan a pensar las injusticias invisibilizadas por supuestas razones biológicas o cronológicas, ciertamente dañinas para todos sus participantes.
Aunque nacen de un espacio académico, lo trascienden, por su capacidad para incluir a la FMC, los CDR y otras organizaciones estudiantiles y comunitarias.
Entre los temas que respalda el eslogan central están también la promoción de salud sexual y reproductiva en las diversas edades; la atención a la mujer embarazada y la preparación familiar para el parto, la lactancia y las atenciones al bebé basados en evidencias científicas.
Con el personal de Salud, Educación y otros servicios se estará trabajando en mecanismos para ayudar a entender el lastre de las lógicas binarias patriarcales, que son dependientes y discriminatorias; a lidiar con los escenarios de incertidumbre y las prisas cotidianas; para reforzar la utilidad de establecer límites saludables y cuidar el papel que cada quien desempeña y favorecer la autonomía paulatina para cultivar, como en un semillero, las promesas de una sociedad más inclusiva, equitativa y solidaria, con cultura de paz y respetuosa con el medio ambiente.