José Abreu es de esos historiadores que siempre tiene un as bajo la manga. No por gusto mereció el Premio Nacional de Historia en 2018
La única verdad de esta vida, y la única fuerza, es el amor. El patriotismo no es más que amor. La amistad no es más que amor,
José Martí
El aislamiento social implica contactarlos a ambos por teléfono, y vale la pena, pues el proyecto de ensayo Separado de todo cuanto existe; mambises, amores e infortunios, de los autores holguineros José Abreu Cardet (Holguín, 1951) y Ronel González Sánchez (Cacocum, 1971), fue uno de los textos premiados con la Beca de creación Dador 2020, del Centro cultural Dulce María Loynaz.
Escritor, poeta y decimista de prolífica carrera, González se califica como un apasionado de la historia patria y le place mezclar su contenido con la literatura: «El amor, la muerte y el infortunio de nuestro mambisado son tópicos focalizados y desarrollados para apelar a la relación con la poesía de autores del siglo XXI, en estrecha comunión con la cultura y el devenir nacionales».
Por ejemplo, en uno de los capítulos, titulado Los íngrimos amores del Padrazo, se habla de las relaciones amatorias delPadre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, y se devela un soneto de su autoría, localizado en su papelería inédita.
El también Licenciado en Historia del Arte y Máster en Desarrollo Cultural Comunitario añade que Separado de todo cuanto existe… es una suma de investigaciones sobre la espiritualidad cubana durante las tres guerras de independencia. Entre sus artículos se incluyen Mujeres en la guerra, Amor y muerte, Juana, Mujeres olvidadas, Isabel, Josefa, Los niños de la guerra, La vida en Cuba española (1868-1878), La lluvia y la guerra, Mambises y enfermedades, Los mambises, el amor y la posteridad, Mujeres y familia en el trasfondo del integrismo, La familia en la guerra del 68 y otros materiales como poesías, y fragmentos de cartas y documentos.
«El libro fue aprobado por la Editorial Oriente, de Santiago de Cuba, y estaba en el plan editorial de 2020, pero ahora habrá que esperar», reflexiona González.
José Abreu es de esos historiadores que siempre tiene un as bajo la manga. No por gusto mereció el Premio Nacional de Historia en 2018. En estos tiempos ha apelado al correo electrónico para enviar cada lunes al ciberespacio muchas de sus investigaciones. Indago con él sobre las mujeres y su rol en el período que comprende el proyecto de ensayo.
«Esas guerras fueron muchas veces de resistencia, ya que España movilizó a alrededor de 480 000 hombres, más los voluntarios, las tropas auxiliares, la marina y otros cuerpos represivos. Las mujeres mambisas curaban heridos y enfermos, cultivaban la tierra y criaban animales domésticos, laboraban y vivían en prefecturas. En ocasiones marchaban junto a las tropas y cubrían un espacio desde el punto de vista espiritual, familiar y sexual», describe.
Mujeres de origen muy pobre, antiguas esclavas o campesinas, participaron en la Guerra Grande, fueron amantes y compañeras de lucha. La bandera de La Demajagua la cosió una joven que vivía en el ingenio, apodada Cambula (Candelaria Acosta Fontaigne), hija del mayoral de Céspedes. Ella tuvo dos hijos con este, casado en segundas nupcias con otra gran mujer.
También en el exilio las cubanas recaudaban dinero para la causa y alentaban a sus parejas y familiares a permanecer en la manigua. Un sacerdote español alegaba que el ideal libertario perduraba en la Isla porque las madres amamantaban a sus hijos con leche patriota. Y no era para menos: cuando empezó la oposición a la metrópoli, las familias fueron a los bosques y campos, y los niños crecieron en un ambiente beligerante y fervoroso, frutos de relaciones no legalizadas: «Debió ser muy reconfortante para un mambí encontrar en el campamento a sus hijos o sobrinos después de un combate o una ausencia prolongada», asegura Abreu.
Una durísima prueba era que la familia cayera prisionera o se presentara al enemigo, que bien podía «dar vía libre a los instintos sádicos dormidos», porque tal era la política del estado español para desmoralizar a los revolucionarios. La forma en que trasladaban a esas personas, sobre todo mujeres, quedaba a criterio del oficial que dirigía a los captores. «En la soledad de sabanas y bosques ocurrieron muchas cosas desagradables», asevera el historiador.
Separado de todo cuanto existe… aparecerá en librerías y ferias literarias más temprano que tarde, para reivindicar a esposas, novias, amantes, madres y toda la prole que compartió la suerte de los independentistas tras el despertar definitivo de los sentimientos insulares de rebeldía.
De su prosa y poesía se desprenderán infortunios de la fiebre amarilla, barbaries colonialistas, amores truncados por las balas, pérdidas de seres queridos. Así la Historia será más completa y humana, unida a todo cuanto existe.