En Cuba se han diagnosticado 24 109 personas como portadoras del VIH, de las cuales han fallecido 4 194. Más del 75 por ciento recibe tratamiento antirretroviral, TAR, sobre todo con medicamentos genéricos producidos en el país
La fuerza sin amor es energía gastada en vano.
Albert Einstein
La participación ciudadana en el fomento de actitudes saludables y la respuesta a enfermedades asociadas al comportamiento sexual fue tema reiterado en los tres días de sesión del II Congreso Internacional de Promoción de la salud y X Taller regional de promoción y educación para la salud en el ámbito escolar y universitario, desarrollado esta semana en el Palacio de Convenciones de La Habana.
La Doctora María Isela Lantero, jefa del Departamento de ITS y VIH/sida del Ministerio de Salud Pública, Minsap, explicó que el pesquisaje activo y la promoción son más intensos en los 26 municipios donde se concentra el 63 por ciento de las personas infectadas, pero se trabaja en todo el territorio nacional con una red de laboratorios y se capacita al personal médico y paramédico para acompañarles durante todo el proceso.
La prevalencia actual es de 0,27 por ciento (unas ocho personas cada mil). Solo dos territorios superan esa cifra: La Habana y la Isla de la Juventud. La epidemia en Cuba sigue siendo altamente masculina. La prevalencia en hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) es la más alta, con el cuatro por ciento. Un dato alarmante es la de personas que practican sexo transaccional: 3,31 entre hombres y 1,01 entre mujeres. Las cifras juveniles son bajas: 0,9 entre 15 y 24 años y 0,2 entre 15 y 19, pero no han dejado de crecer, aunque lo hagan lentamente.
Somos el país con menor presencia del virus en Latinoamérica y el Caribe, gracias a un redimensionamiento de sus bases en materia de ciencia, tecnología y cultura, involucrando tanto a instituciones estatales como a la sociedad civil, afirmó la experta.
La metodología mas eficaz ha sido promover conductas saludables y multiplicar conocimientos en el diálogo entre pares, sobre todo en los grupos de mayor riesgo. El voluntariado criollo lo integran hoy más de 13 000 personas, quienes participan en ferias y van a escuelas, centros laborales, prisiones, playas o discotecas.
En Cuba se han diagnosticado 24 109 personas como portadoras del VIH, de las cuales han fallecido 4 194, informó Lantero. Más del 75 por ciento recibe tratamiento antirretroviral, TAR, sobre todo con medicamentos genéricos producidos en el país.
De cara a 2020, Onusida propone elevar esa cifra al 90 por ciento. En Cuba se pudiera hablar hasta del ciento por ciento, pero algunas personas han logrado mantener su carga viral casi ínfima por muchos años y se respeta su deseo de no sumarse a la opción de los TAR, comentó el Doctor Jorge Pérez, director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, IPK.
Otra meta es que para 2020 el 90 por ciento de la población conozca su estado serológico. Hoy se hacen anualmente cerca de tres millones de pruebas gratuitas, muchas en sitios de encuentro de los grupos más vulnerables, y hay una red de 236 laboratorios.
Pero la sustentabilidad de ese esfuerzo está en lograr que la gente quiera saber y esté lista para actuar en coherencia con el resultado. La actitud de las personas serodesconocidas es por lo general más irresponsable que la de las seropositivas confirmadas. Para alardear de seronegatividad debes chequearte cada tres meses y mantener todo el tiempo una práctica sexual protegida.
Si no usas condón con tu pareja estable, ambos deberían hacerse la prueba de inmediato y comprometerse con la exclusividad, o al menos protegerse si deciden tener sexo con otros individuos, aun cuando estos aseguren estar limpios de cualquier ITS.
El tercer propósito de Onusida es esperanzador: lograr que el 90 por ciento de las personas seropositivas mantengan su carga viral indetectable, lo cual reduciría drásticamente la transmisión y daría tranquilidad a las parejas serodiscordantes y sus familias.
Para mantener a raya la enfermedad hace falta acceder a fármacos más potentes y menos agresivos y, más difícil aún, garantizar la adherencia al tratamiento de por vida. Ambos parámetros en Cuba van por buen camino, aseguraron Lantero y Pérez, e insistieron en que esta meta depende mucho del esfuerzo individual de cada paciente, el poder de seducción del personal médico y el respaldo emocional de la sociedad.
La aspiración de Cuba para 2030 es declarar a sus generaciones más nuevas libres de VIH. Es un sueño ambicioso, pero no imposible, porque solo 85 menores de 15 años viven hoy con VIH y somos el primer país que eliminó la transmisión materno-infantil, sin privar del derecho a ser madres a mujeres seropositivas o con parejas portadoras.
Para llegar a esa meta hay que movilizar conciencias y potenciar factores protectores en esa quinta parte de la población que constituye hoy nuestras juventudes, dicho así, en plural, por la máster Idania Rego, del Centro de Estudios Psicológicos y Sociológicos, en un simposio del recién concluido Taller.
Aunque hay elementos comunes (como la fuerte identidad nacional, el orgullo de nacer en Cuba y la sensación de ruptura con respecto a la «época» de sus progenitores), no puede hablarse de una juventud homogénea porque hay diferencias muy notables entre un joven universitario de la capital y un adolescente serrano, o entre una muchacha cuentapropista y una madre precoz.
Por eso las campañas de salud deben aspirar a ser cada vez más personalizadas, simples, con enfoque de género y aterrizadas en el cambiante contexto socioeconómico.
Debemos interiorizar que adolescentes y jóvenes no son solo el público, sino sujetos de derecho y parte activa en la evolución de la realidad. Los mensajes promocionales deben nacer desde y para esta multiplicidad de grupos que tiene hoy entre 14 y 30 años, e incluso los que clasifican con un poco menos o un poco más, porque hay evidencias de conductas sexuales tipificadas como juveniles en menores y mayores de esos límites.