Un criterio para valorar la pertinencia de las decisiones es que ellas representen alguna satisfacción, realicen un deseo, aunque este no siempre esté acorde a la norma y no sea totalmente tranquilizante
Hace seis meses me separé de mi novia. Fue una relación muy bonita, aunque tuvo sus altas y bajas. Vivimos juntos por más de un año y creo que eso fue lo que destruyó la relación, en especial por tanta diferencia de edad (yo tengo 28 y ella 19). Cuando empezaba a olvidarla, nos vimos accidentalmente y fue algo mágico. Después no pudimos dejar de vernos a pesar de estar comprometidos. Cuando hablé con ella para reintentarlo siguió aferrándose al pasado, a que yo volvería a perder los detalles, etcétera. Lo cierto es que a pesar de quererla mucho, he decidido no responder a sus llamados hasta que no vuelva realmente, pues evito sentir el vacío enorme con el que me quedo cada vez que se va.
Un criterio para valorar la pertinencia de las decisiones es que ellas representen alguna satisfacción, realicen un deseo, aunque este no siempre esté acorde a la norma y no sea totalmente tranquilizante. Cada uno podrá encontrar al menos algo de lo aspirado con otras personas; pero todo tiene su costo, sus puntos de imposibilidad, su falta de otra cosa con la cual hay que arreglárselas en cualquier relación.
Por otra parte, cabe encontrar alguna forma de lidiar con sus diferencias, establecer un modo de enlazarse que no sea tan doloroso ni tan carente de detalles. En verdad, ambos siguen pensando en la relación de antes como el único modelo posible, pero ahora podrían crear otra alternativa que resulte más soportable para ambos.
Ya está claro que la convivencia anterior resultó insoportable y que no puedes sentir que se va con otro. Solo restaría asegurarse de que no tienen otra manera de salvar la magia sin repetir la misma convivencia, sin el descompromiso anterior.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica.