El neuropsiquiatra norteamericano Daniel G. Amen, sugiere 12 reglas relativamente sencillas de impregnarnos en el cerebro de la persona amada
—¿Qué significa «domesticar»?
—¡Ah!…, es una cosa muy
olvidada —respondió la zorra— .
Significa «crear lazos».
Antoine de Saint-Exupéry
Cientos de recetas mágicas, invocaciones, mitos, actos heroicos y hasta escenas simpáticamente ridículas han respondido durante siglos a la necesidad de impregnarnos en el cerebro de la persona amada, de penetrar sus sueños y emociones con tal fuerza que nada en el mundo le resulte más placentero que nuestra compañía, y nada tan doloroso como romper el vínculo ya logrado.
Según el neuropsiquiatra norteamericano Daniel G. Amen, tal meta puede alcanzarse mediante 12 reglas relativamente sencillas, pero sugiere intentarlo solo si hay un auténtico interés en establecer compromisos, porque luego no será fácil ni moralmente correcto tratar de desentenderse de esa relación.
En su libro Sexo en el cerebro, publicado en 2007, el doctor Amen sugiere como primer paso hacer algo inesperado que implique dedicación y le resulte a esa persona gratamente asombroso, de modo que cale en el sistema límbico de su cerebro y ocupe un lugar en su memoria.
El paso dos, una vez claras las intenciones, es hacer algo especial con regularidad, para que su sistema nervioso aprenda a esperar y se prepare a gusto para ese momento… justamente lo que la zorra le pedía al Principito para ser domesticada.
Entre esos rituales positivos se cuentan compartir un café en la mañana o la tarde, bañarse juntos, marcar horarios para verse a solas... Si aún no hay convivencia, sugiere acaparar la primera o la última llamada de cada día.
Aunque el tercer paso parece contradecir al anterior, en realidad lo complementa: hacer algo especial sistemáticamente, pero sin que esa persona sepa cuándo el «milagro» se va a dar. Romper su rutina es un recurso poderoso para que la gente se reenamore, porque lleva a esa persona a sentirse la más querida en el mundo en ese momento.
En consecuencia, la cuarta regla de la estrategia de Amen es buscar contacto visual frecuentemente. Cuando miramos con atención nuestras pupilas se dilatan y la otra persona se percata de cuánto nos importa. El simple acto de reflejarse en los ojos mutuamente es un afrodisíaco muy efectivo. Las parejas que dejan de mirarse por mucho tiempo se desconectan emocionalmente y pierden la complicidad, aunque compartan el mismo espacio vital.
Un literato del pasado siglo vivía convencido de que una mujer podía enseñarle a un hombre el mundo de todas las mujeres, pero la ciencia ha demostrado que cada persona es, sensorialmente, un mundo único. ¿Qué sentido tendría limitarnos en la cama a lo que creemos hacer muy bien porque fue bueno para la pareja anterior?
La regla cinco es tan atrevida como eficaz: amante inolvidable es quien hace del otro cuerpo una asignatura prioritaria, con muchas clases prácticas. Hay que atreverse a explorar con picardía, mapear a conciencia las reacciones a cada estímulo y luego usar esos puntos con intencionalidad.
Según la regla seis, el éxito es mayor si además se ayuda a la pareja a entender lo que nos gusta especialmente. Por mucha afinidad que alcancemos ¡nadie puede leer nuestra mente! Describir el efecto que sus caricias provocan en nuestro cuerpo es un elixir poderoso, y un buen sustituto cuando faltan las fuerzas para hacer el amor o algún obstáculo real lo dificulta (reposo terapéutico, poca privacidad, tareas urgentes…).
Narrar el buen sexo provoca un nexo fisiológico entre ambos cuerpos a nivel de partículas subatómicas, lo que resulta más eficaz que esos medicamentos modernos para la erección, asegura el experto.
Pero la exploración no debe limitarse al nivel físico. La regla siete indica que es importante descubrir cómo funciona socialmente nuestra pareja, si prefiere las rutinas seguras o necesita variaciones frecuentes. Mantener la novedad sin forzar demasiado el ritmo puede llevar a su ganglio basal más dopamina (hormona del placer) y mantener vivo su interés en el sexo, a pesar del estrés cotidiano de la modernidad.
La octava regla indica mantener vivas las ilusiones: si la pareja nota que aún nos ruborizamos en su presencia hay más posibilidades de que conserve la motivación. También es bueno de vez en cuando forzar los límites preestablecidos con nuevas fantasías sexuales, pero sin asustar, para no perder la empatía lograda.
El noveno consejo del doctor Amen es impactar todos los sentidos para calar profundo en los circuitos sensoriales básicos del cerebro. Como la vista acapara la mitad de los estímulos diarios, ayuda mucho aparecer y desaparecer de su vista sorpresivamente, usar ropa con colores que le atraigan y facilitarle fotos nuestras.
El oído también es importante, sobre todo para las mujeres. Siempre se recuerdan con mayor agrado las palabras dichas en el tono adecuado, las canciones asociadas a momentos felices, los intercambios eróticos marcados con sonidos agradables… Con un código inteligente incluso se puede avivar el deseo dándole a cualquier conversación pública un matiz íntimo sin que otras personas adivinen de qué se trata.
En materia de olores, es preciso no abusar de colonias o jabones sintéticos y mucho menos cambiarlos continuamente si queremos fijarnos en su memoria olfativa. Es preferible elegir una esencia única, afín a nuestro sudor, y configurar el entorno con olores y sabores agradables: plantas aromáticas, flores frescas, ingredientes especiales en la comida…
Según la décima regla, es recomendable hacer algo grande por alguien cercano a nuestra pareja (hijos, padres, amistades), porque al cuidar de las personas que le importan nos anclamos en su cerebro con un halo de gratitud y lealtad.
Esa es una de las técnicas relacionales más poderosas de nuestra especie, tanto que en la época de las cavernas ayudó a consolidar la sociedad en familias y tribus. Cuando damos señales de que un ser humano nos importa en su contexto y no solo por su potencial erótico, hay más posibilidades de lograr un vínculo a largo plazo.
Del mismo modo, las expresiones de egoísmo o menosprecio ante sus obligaciones o gustos generan reservas, y en algunos casos empujan a la gente a compartir su vida con alguien que tal vez le guste menos, pero resulte mejor respaldo para la cotidianidad.
El paso 11 para lograr el éxito es inmortalizar los grandes momentos de ternura o pasión, tanto en la cama como fuera de esta: Hablar o escribir sobre esos instantes, convertirlos en leyendas y tomar fotos o videos, si es posible, para acudir luego a esos recuerdos en circunstancias difíciles o en la tranquilidad anodina de una tarde cualquiera. Si las emociones se recrean inmediatamente después de un orgasmo el efecto de impregnación es mayor.
Por último, el doctor Amen recomienda aprender de esas aves que establecen pareja para toda la vida, a pesar de los desencuentros y conflictos que provoca el roce diario en un espacio pequeño. Existe gran diversidad de criterios y experiencias traumáticas de las que a veces es difícil desprenderse, pero es posible salir adelante si nos proponemos crecer juntos, compartir el máximo de acciones cotidianas y ser constantes en la aplicación de los otros pasos, sin comprar afectos ni imponer estilos que atenten contra la dignidad personal.