El navegador que un día plantara cara a Internet Explorer agoniza ante un nuevo todopoderoso señor de la web: Google Chrome
A Mozilla Firefox lo «conocí» a inicios de 2003, cuando en mi condición de estudiante ya colaboraba en este diario. Desde los primeros momentos en que usé ese navegador web sentí que estaba ante un producto diferente, mejor que el habitual Internet Explorer, pues requería de menos recursos y permitía al ordenador trabajar con más fluidez.
Tales prestaciones permitieron a Mozilla un rápido crecimiento y su consolidación como el navegador preferido de muchos. Pero en los 14 años transcurridos desde entonces, la realidad es bien diferente: Firefox ha visto disminuida su base de usuarios de forma drástica, una herida grave para sus aspiraciones, como si estuviera al borde de la muerte. Y, paradójicamente, todavía goza de buena salud en Cuba.
Mozilla Firefox es el resultado de la sempiterna «guerra de navegadores», iniciada en la década de los 90 con la adopción de la web como una tecnología estándar. Por esa época Netscape Navigator dominaba el mercado y había puesto en jaque a Internet Explorer (IE), de Microsoft. Esta última compañía, para quitarse de encima a la «molesta» competencia, decidió incluir a IE de serie en el sistema operativo Windows.
Como respuesta a esa estrategia Netscape lanzó el código fuente de su navegador y lo hizo libre. Buscaba atraer un mejor desarrollo para sus productos. Así las cosas, en 1999 la compañía AOL compró Netscape y, con ello, el producto se volvió más comercial.
Al liberarse el código de Netscape, surgió un proyecto más amplio: crear la Mozilla Application Suite, un software de desarrollo multiplataforma sobre el que se podrían construir otras aplicaciones. Dicho producto incluía, además del navegador, un cliente de chat y otro de correo electrónico, un editor de páginas web y un módulo de calendario.
Pero los desarrolladores estadounidenses Dave Hyatt, Joe Hewitt y Blake Ross, trabajadores del proyecto, consideraron que Mozilla Application Suite era un software «inflado». Por eso se unieron para crear un navegador potente y ligero.
El 23 de septiembre de 2002 los ingenieros lograron su cometido y se presentó el Mozilla Firefox 1.0, que primero tuvo como nombre Phoenix y luego se llamó Firebird. En ambos casos las designaciones tuvieron que ser desechadas, pues pertenecían a otras compañías tecnológicas.
Lo cierto fue que, desde antes de su lanzamiento, el proyecto Mozilla Firefox había llamado la atención de los medios de comunicación estadounidenses, tanto que la versión 1.0 tuvo 25 millones de descargas en los primeros cien días. En 2006 la cifra rebasaría los 200 millones.
Netscape, entretanto, desapareció un tiempo después (2008), y Firefox se instaló como una fuerte alternativa a Internet Explorer.
Si bien nunca superó a IE —sustituido por Edge en Windows 10—, con los años Firefox ganó cada vez más seguidores y todo apuntaba a que algún día lo sobrepasaría. En 2009, por ejemplo, Mozilla había logrado escalar hasta el 30 por ciento de la cuota de mercado global (IE acumulaba entonces 60 por ciento), según datos de la consultora Stat Counter.
Más allá de cifras, uno de los mayores logros de Firefox había sido instaurar la cultura del código abierto y libre para los navegadores web, algo que no tenía precedente en un entorno a base de Windows, por ejemplo.
También Firefox aglutinó a una comunidad de entusiastas colaboradores, los cuales aportaron (y aportan) ingeniosas soluciones al navegador, a partir de las conocidas extensiones, los temas y otras funcionalidades muy populares.
En Cuba ello tiene expresión en comunidades como la muy activa Firefoxmanía, de la Universidad de las Ciencias Informáticas.
Pero retornemos a 2009. Mientras Firefox se apuntaba como el navegador destinado por la providencia para desbancar a IE, por ese entonces comenzaron a desarrollarse de forma acelerada unos «monstruos silenciosos» que serían su condena: los móviles inteligentes.
Google se introdujo en el negocio de los navegadores web en 2008, el mismo año en que se presentó el sistema operativo Android.
El proyecto Chromium, de software libre, da vida a este navegador, que se distribuye gratis bajo condiciones específicas de software privativo. Ello significa que los aportes hechos por el proyecto libre Chromium sustentan el código fuente del navegador base sobre el que está construido Chrome y, por tanto, tendrá sus mismas características, a las cuales Google adiciona otras que no se consideran software libre.
Al igual que Firefox, Chrome está disponible para Windows, OS X, Linux, Android e iOS. Comenzó de forma discreta a ganar mercado, hasta que el rápido desenvolvimiento de los teléfonos celulares inteligentes y las tabletas le permitió instalarse como navegador base de la mayoría de esos terminales.
Firefox, una vez más, tuvo que enfrentar lo que podríamos llamar una competencia desleal. Si primero Windows hizo presencia directa con Internet Explorer en cada ordenador, luego Google instaló Chrome de forma predeterminada en cada equipo con Android.
Como informamos hace apenas una semana, en el mundo existen más de 7 300 millones de celulares y, de estos, 3 285 millones son smartphones. De entre los móviles inteligentes, cerca del 80 por ciento opera a base de Android, lo que se traduce en la presencia de Chrome. La cifra no toma en cuenta las tabletas.
Acaso por eso entre 2008 y 2012 Chrome ganó cada vez más usuarios globales, a despecho de Internet Explorer y Firefox. Ya en 2012, indican cifras de Stat Counter, Chrome se posicionaba como el navegador más usado del mundo, con el 30 por ciento del mercado. Ese fue el año que marcó la caída en picado de Internet Explorer, ignorado por el público ante su pésima factura. Firefox, entretanto, se mantuvo como la otra opción fuerte, con el 21 por ciento de uso mundial.
Pero Chrome ganó en calidad y multiplicó su presencia para, desde 2012, incrementar su base de usuarios de forma sostenida y brutal, hasta situarla el pasado mayo en el 53,06 por ciento de los usuarios globales.
En ese período, y de forma silenciosa, las excelentes ventas experimentadas por los dispositivos de Apple impulsaron a que Safari, su navegador insignia, creciera hasta ser hoy el segundo más usado, con el 14,45 por ciento. Firefox, por su parte, solo registra el 6,47 por ciento de uso en el mundo conectado a la web.
Esas cifras son diferentes en Cuba. Las mismas buenas características que se apoderaron de mis gustos por Firefox en 2003 parece que calaron hondo entre nosotros. Tal es así que Stat Counter indica que hoy Firefox es usado por el 67,66 por ciento de los usuarios cubanos de internet. Ello representa, no obstante, el nueve por ciento menos con respecto a 2016, porcentaje que se agenció —sí, ya sé que adivinó—, Google Chrome.
Andreas Gal, quien fuera un alto ejecutivo de la Fundación Mozilla, publicó en su blog el pasado 25 de mayo un post titulado Chrome ganó, en el que proyectó la desaparición de Firefox en un período de dos a tres años.
De seguir así, la Fundación muestra números rojos y carga con el fracaso rotundo de su aplicación para teléfonos móviles (que se anunció sería retirada de las tiendas de aplicaciones para enfocarse en equipos de escritorio), pero en escritorio tampoco ha funcionado en los últimos años, afirma Gal.
«Firefox no va a ningún lado», atiza el exdirectivo, y agrega, demoledor: «La visión fundacional de Mozilla era construir internet con la creación de un navegador. La tecnología móvil rompió con esa idea, pues en estos equipos los navegadores son menos importantes y forman parte de aplicaciones mayores, como Facebook o Twitter».
La reflexión de Gal está motivada por el fracaso del proyecto Firefox OS, un sistema operativo destinado a móviles y equipos de escritorio en el que Mozilla puso todo su empeño entre los años 2011 y 2014. Por entonces su cuota de mercado cayó cerca del 14 por ciento, lo que motivó a la organización a poner de nuevo el foco sobre el navegador de escritorio. Empero, el tiempo transcurrido le hizo perder calidad y, con ello, usuarios.
A casi 15 años del lanzamiento del navegador que hizo cotidiana la navegación por pestañas, los números, como ya vimos, languidecen. ¿Podrá Mozilla recuperarse de este escenario desfavorable con el lento crecimiento que hoy experimentan las ventas de ordenadores, o estamos asistiendo a su muerte? Por el momento, al menos en Cuba, su funeral parece lejano.