La computación en la nube es una opción que, por sus bajos precios y alto rendimiento, seduce cada día más a usuarios y empresas, a pesar de requerir avanzados sistemas de seguridad
Hace apenas un quinquenio un novedoso concepto comenzó a tratarse con fuerza en el mundo informático: computación en la nube. El término, traducido de su original en inglés cloud computing, se aplica a los sistemas de acceso a datos que utilizan servicios de red (principalmente Internet), para su procesamiento, y es una idea que comenzó a tomar forma en la década del 60 del pasado siglo.
Aunque esta tecnología parezca muy complicada y hasta alejada de la realidad cubana, el hecho es que los avances logrados en este último lustro en cuanto a facilitación y operatividad de estos servicios, incitan a un análisis sobre la pertinencia de adoptar esta forma de cómputo para utilizar los diversos equipos de telecomunicaciones con que hoy contamos y hacerlos más eficientes.
Con la computación en la nube, aunque no todo es color de rosa, ya se logran implementar sistemas de trabajo o aplicaciones en línea capaces de hacer más potentes los terminales de usuario, porque la necesidad de instalar aplicaciones o guardar grandes volúmenes de datos en las computadoras locales desaparece.
Según apunta el joven ingeniero Ezequiel Martínez Justiz, especialista comercial de Datacimex, en una investigación personal dedicada al uso de esta tecnología en el sector jurídico cubano, «el desarrollo de las redes sociales, blogs y otros disímiles exponentes de la Web 2.0 ha potenciado la necesidad de poder contar con los servicios ofrecidos por estos en cualquier lugar y en cualquier tipo de dispositivo tecnológico. Con el incremento cada vez mayor de la cantidad de dispositivos móviles en manos de la población se ha incrementado la necesidad de poder acceder a determinados servicios que antiguamente solo era posible utilizarlos teniéndolos previamente instalados en los ordenadores personales».
Agrega Martínez Justiz en su investigación que con la computación en la nube «todo lo que puede ofrecer un sistema informático local se ofrece como servicio, de modo que los usuarios puedan acceder a los servicios disponibles “en la nube” sin tener necesidad de poseer determinados conocimientos previos o sin tener que utilizar espacio físico propio en sus computadoras personales».
Apunta además que al analizar los principales servicios de esta tecnología resalta el poder almacenar archivos propios en la nube y ofrecer, de manera remota, servicios de software, «todo esto sin tener que utilizar espacio en el disco duro local y sin tener que instalar software previamente en el ordenador».
Las nubes informáticas pueden ser de varios tipos, según concuerdan múltiples fuentes especializadas consultadas para este reportaje.
De forma general se clasifican en públicas, privadas o híbridas. Las públicas son las más utilizadas por el usuario promedio en Internet. Puede ser un servicio gratuito, como Google Drive o Dropbox, o de pago, como los que ofrece Amazon. En este caso la información almacenada por parte del usuario se encuentra en servidores externos a este.
En cuanto a las nubes privadas, generalmente pertenecen a empresas o Gobiernos y se utilizan como medida de protección de información y aplicaciones dentro de la organización o entidad. No ofrece sus servicios a terceros y se enfoca en la obtención de hardware, pero también trabaja con aplicaciones. La empresa decide quién hace uso y tiene acceso a su servicio. Un uso extendido de esta nube hoy se encuentra en los medios de comunicación o en la que utiliza la propia Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI).
Finalmente, una conjunción entre lo público y lo privado lleva al modelo híbrido. En este tipo de nubes las empresas utilizan una parte de estas para proteger sus datos, mientras el público accede a servicios. En este caso las emplean mucho los bancos, por ejemplo.
Si hacemos un resumen de las ventajas y desventajas de esta tecnología, los resultados son los siguientes.
La nube permite accesibilidad a servicios y aplicaciones desde varios dispositivos y en cualquier lugar, no requiere de software o hardware especial, pues generalmente basta con la navegación web; el uso de los servicios es relativamente fácil y las actualizaciones automáticas de su estructura no afectan al usuario final. Otro punto a favor está relacionado con el medio ambiente, pues como apunta Martínez Justiz, «en los centros de datos tradicionales los servidores consumen mucha más energía de la requerida realmente. En cambio, en las nubes, la energía consumida es solo la necesaria, reduciendo notablemente el desperdicio».
Como desventajas destaca que la centralización de las aplicaciones y el almacenamiento de los datos originan una dependencia de los proveedores de servicio —si estos se «caen» el usuario se queda «en blanco»—. Igualmente el área de cobertura de una red será proporcional a la disponibilidad de las aplicaciones y en la medida que una red de usuarios crezca, la empresa que oferte servicios desde la nube deberá tener una infraestructura adecuada para soportar el tráfico.
Entre las vulnerabilidades más notorias de esta tecnología se encuentran los datos del usuario, que no están en su poder, y la seguridad que se aplica a la información.
Por ejemplo, en septiembre de 2014 un escándalo de seguridad conmovió a los usuarios de Apple. El servicio de almacenamiento en la nube ofrecido por iCloud fue vulnerado y de repente circulaban por la red fotos comprometedoras de no pocas personalidades del arte. Muchas de ellas, según declararon las propias personas afectadas, habían sido «borradas» meses antes.
Lo cierto es que Jennifer Lawrence, la protagonista de la afamada tetralogía fílmica Los juegos del hambre, estuvo entre las que más dañada vio su privacidad, además de otras féminas como Kate Upton, Kirsten Dunst, Mary Elizabeth Winstead, Avril Lavigne, Hillary Duff, Kaley Cuoco, Kim Kardashian, Rihanna, Scarlett Johansson y Selena Gómez.
Con este jaqueo quedó expuesta la mayor vulnerabilidad de un servicio en la nube, a pesar de que Apple ha negado rotundamente que su servicio sea penetrable. No obstante, los de Cupertino implementaron un mayor sistema de seguridad con una verificación en dos pasos para sus servicios en la nube.
Al mismo tiempo, múltiples empresas ajustaron sus estándares de seguridad, en aras de evitar un caso similar.
Raj Samani, director de tecnología de McAfee en Europa, afirmó a la web especializada searchdatacenter.com que los procesos de autenticación en un servicio en la nube deben ser reforzados por otras tecnologías biométricas. «La autenticación biométrica reemplaza contraseñas, teniendo en cuenta los atributos humanos como las huellas digitales, el reconocimiento de voz o facial para proporcionar un mayor nivel de seguridad», afirmó.
A pesar de contratiempos como este, la computación en la nube sigue creciendo. Expertos del ramo vaticinan que este campo se moverá en al menos tres direcciones: plataforma de servicios, software como servicio e infraestructura como servicio. La similitud de sus nombres dista mucho de las facilidades que cada una de estas modalidades ofrecen, aunque todas se complementan.
En medio de un importante proceso de informatización, Cuba podría utilizar la computación en la nube para construir plataformas en las que se integren facilidades como gobierno electrónico, servicios ciudadanos en línea y aplicaciones para la vida diaria. Eso sí, la seguridad, en cualquier caso, sería la principal premisa.