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Nacida en el fragor del combate (+Fotos)

La Bandera Nacional, en sus 175 años de haber sido izada por primera vez, ha devenido en símbolo patrio que une a los cubanos

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Juventud Rebelde

Cárdenas. Matanzas.— Un acontecimiento insospechado sacudió los cimientos del colonialismo español en la Isla el 19 de mayo de 1850. Desembarcar por la bahía de Cárdenas y enfrentarse a las tropas de la metrópolis fue una sorpresa total para las huestes de la corona.

La historiadora cardenense María Teresa Clark Betancourt reseña en su investigación La bandera cubana en Cárdenas, que el 19 de mayo de 1850, entre las 3:30 y las 4:00 de la madrugada desembarcaron del buque Creole por el muelle del almacén de mieles Lucas Muro, las tropas al mando del general venezolano Narciso López Uriola. «Avanzaron hasta la plaza fundacional. En un ángulo de ella, en la esquina de las calles Real y Aranguren, estaba situada la cárcel pública. La Tenencia de Gobierno radicaba cerca, en una casa alquilada a Alejandro Capote, hoy hotel La Dominica», cuenta Clark Betancourt.

Hoy, a 175 años de aquel acontecimiento histórico, recordamos el suceso que también aportó al afianzamiento de la nacionalidad cubana.

La bandera al frente del combate

Ni los pobladores ni las tropas españolas comprendían qué significaba aquella bandera tricolor que ondeaba en medio de la pólvora y el caos propios de un combate.

Entre los 600 invasores dirigidos por el general venezolano Narciso López desembarcaron en su mayoría húngaros y norteamericanos, además de un argentino y solo cinco cubanos.

«El que portaba la bandera de toda la tropa fue el norteamericano Bill Redding. El combate duró 16 horas, y los invasores tuvieron varias bajas. Ante la tenaz resistencia, el jefe de las tropas ordenó prender fuego a la sastrería que estaba en la panta baja del edificio que servía de residencia al teniente Ceruti», subraya a este diario el historiador e investigador Ernesto Álvarez Blanco, quien amplía que de esta manera logran la rendición de la plaza y colocan en ese lugar la bandera de la estrella solitaria.

La prensa de la época, como El Faro Industrial, la calificó como «ridícula invasión», mientras que el Diario de La Marina como una «invasión pirata».

«La mayoría de las publicaciones narraron los detalles de la acción de la sustracción de los fondos del erario por parte del general anexionista. No hicieron alusión a la bandera que flameó durante horas en la Junta municipal, considerada como la casa de gobierno», precisa Álvarez Blanco.

Las actas de la Junta municipal, que se encuentran en el Archivo Histórico de la Ciudad de Cárdenas, no hacen referencia al acontecimiento de ese día.

En la reunión efectuada después de la invasión, el 31 de mayo, tampoco se menciona nada del hecho, solo en el mes de octubre, al abordar el tema de la situación financiera del territorio, se culpa a «la epidemia de cólera y la invasión pirata», sin ofrecer otros detalles, expone Álvarez Blanco en su libro Cárdenas; historias de una ciudad, el cual se edita en estos momentos por le editorial Mezquita de la Unión de Historiadores de la provincia de Holguín.

«La trascendencia del hecho que llevó al izamiento de la bandera ese 19 de mayo en Cárdenas radica en cómo fue asimilada esa bandera por muestro pueblo años más tarde, borrando todo designio de anexión al proclamarla en la Asamblea de Guáimaro, el 11 de abril de 1869, como hija de la independencia verdadera, al aprobarse como enseña de la nación cubana en armas», reflexiona el escritor e investigador cardenense.

Con el reinicio de la lucha por la independencia el 24 de febrero de 1895, dirigida por José Martí, se constituyó al siguiente año la Brigada Cárdenas.

«El 16 de diciembre de 1898 la bandera cubana llega a la ciudad de nuevo a través del mar, esta vez desde Varadero, en las manos del abanderado de dicha brigada. En esta ocasión, representando el verdadero ideal independentista de los patriotas cubanos», resume Álvarez Blanco.

Destaca que Cárdenas posee el primer monumento a la bandera, erigido por la Compañía José Arrechabala como expresa la placa colocada el 13 de mayo de 1945, a cuya inauguración oficial el día 21 asistió Ramón Grau San Martín, entonces presidente de la República.

Primera alameda

En 1950 diversas acciones se efectuaron para conmemorar el centenario del izamiento de nuestra enseña nacional, entre ellas la convocatoria a un concurso escolar nacional sobre la bandera, organizado por el Club Rotario cardenense. El 19 de mayo de 1950 los alumnos triunfadores plantaron en la avenida Sáez treinta álamos, que aún la engalanan. Los premiados fueron cinco estudiantes por cada una de las seis provincias existentes.

Cada árbol de norte a sur tiene el nombre del estudiante premiado y su lugar de procedencia.

Como resultado quedó inaugurada la primera alameda dedicada a la insignia de la nación cubana, todo un símbolo por haberse utilizado en la plantación tierra de Yara y Bahía Honda, por solo mencionar dos territorios de las provincias extremas de nuestra isla.

Ya había ondeado

«Me gustaría apuntar que la bandera de la estrella solitaria ondeó por primera vez, desde que fue concebida, el 11 de mayo de 1850, ocho días antes de que lo hiciera en suelo cubano, en las afueras del edificio donde radicaba el periódico New York Sun. Fue precisamente esta publicación neoyorquina la que publicó, el propio 11 de mayo de 1850, la primera representación gráfica del pabellón glorioso traído a Cuba por López y sus hombres», asegura el autor de numerosos libros.

Emilia Margarita Teurbe Tolón y Otero (Matanzas, 9 de enero de 1828–Madrid, 22 de agosto de 1902), fue la bordadora de la primera bandera cubana, cuya pieza original se encuentra en el Palacio de los Capitanes Generales, en La Habana.

El historiador y periodista cardenense Miguel Martínez Méndez, publicó como curiosidad en 1928 en el periódico local La Unión, con motivo del Centenario de la fundación de Cárdenas que antes de que Ceruti y los suyos cedieran y el pabellón de la estrella solitaria ondeara en la entonces considerada Casa de Gobierno de la población, (edificio que se conoce desde 1861 como La Dominica, por el café y luego hotel de este nombre, declarado Monumento Nacional en el año 2000); nuestra bandera flameó, por primera vez bajo el cielo azul de Cuba y durante varias horas, en un palo clavado, a manera de rudimentaria asta, en el suelo de la plaza de Recreo de Isabel II (hoy Plaza de Colón, Monumento Local), a solo unos 20 pasos de la puerta central de la Iglesia Parroquial, sitio en el que la colocó el abanderado de las fuerzas expedicionarias.

El 19 de marzo de 1851, casi un año después de ser tomada la urbe por unas horas por el general Narciso López y sus hombres, según contó la novelista sueca Fredrika Bremer, los cardenenses enseñaban todavía a los viajeros que, como ella, llegaban por primera vez al poblado, (a punto de convertirse en Villa), los agujeros dejados por las balas de ambos bandos en los muros de los edificios.    

La máster Clara Enma Chávez Álvarez, historiadora e investigadora matancera, concluyó en 2008 una investigación que fue publicada en Ediciones Matanzas con el título Emilia Teurbe Tolón: Encarnación de la mujer cubana. En ese texto expone que la bandera original se la habían regalado a Narciso López porque debía traer la bandera en la expedición y él pidió el modelo para confeccionar las que ondearían en las dos embarcaciones. Cirilo Villaverde era el secretario de Narciso López y su cuñado. Fracasada la expedición, Cirilo guarda la bandera original y luego se la entrega a su hijo, quien la dona a la Presidencia en Cuba.

«En abril de 1850, cuando llega Emilia deportada a Nueva York, Narciso le pidió que hiciera el modelo para que las costureras confeccionaran otras. La utilizaban los emigrados de Nueva York en los honores que le hacían a cubanos que allí fallecían, cuyos féretros eran cubiertos con esta.

«La grácil y activa dama, entusiasta y filibustera como su marido y sus demás compatriotas, hizo la bandera con cintas de sedas blancas y azules y un retazo de tela roja. La estrella también era de seda. Tenía un ribete del mismo género, blanco y trenzado. El azul era muy fuerte, lo mismo que el rojo. Medía 18 pulgadas de largo y 11 y media de ancho, cada lado del triángulo 11 pulgadas y de una punta de la estrella a la opuesta, tres pulgada», relató Cirilo Villaverde, testigo de la escena.

«Ese modelo lo usaron dos jóvenes norteamericanas para confeccionar otras banderas. Son las hijas de propietarios de dos periódicos de Nueva York que habían apoyado a Narciso con dinero y con la divulgación de la causa. Incluso la bandera ondeó primero en sus redacciones, y la publicaron con una reseña de lo que significaba el diseño», refiere la autora también de Hacedora de la bandera cubana: Emilia Teurbe Tolón y Otero (Ediciones Boloña).

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