Los teléfonos celulares podrían estar a las puertas de una nueva revolución: la posibilidad de cambiar cualquiera de sus partes al gusto de los usuarios
En este mundo donde el neoliberalismo dicta el frenesí del consumismo, uno de los mercados que más rápido se ha expandido es el de los teléfonos celulares. Existen tantos aparatos operativos en el planeta que casi se equiparan a la población mundial, cifrada por el Banco Mundial en más de 7 147 millones de personas.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones, en su reporte del pasado año, estimó unos 7 000 millones de abonados, la mayoría en el llamado Primer Mundo donde no son pocas las personas que poseen más de un número.
Y sucede que casi a diario se anuncian nuevos lanzamientos de celulares, surgen nuevas compañías que tratan de competir con las establecidas, y el móvil que utilizas —que es «lo último»— queda de la noche a la mañana en una generación atrasada.
Sabido es que en materia de tecnología mantener el ritmo de actualización es una carrera sin meta final… y sin sentido. Pero esto podría cambiar de forma drástica en unos años, al menos con los celulares, ese dispositivo que acompaña la existencia moderna del hombre allí donde vaya.
La solución sería muy sencilla y le recordará su niñez. Probablemente usted jugó con los famosos bloques llamados LEGO, o algunas de sus derivaciones. Imagine entonces poseer ahora que es «grande», un celular construido de esa forma. Son los llamados móviles modulares, a los que el usuario podría cambiarles la parte que desee para tener un modelo adaptado a sus necesidades.
Por el momento, son varias las compañías que trabajan en esta idea, la cual hizo una breve «bulla» en el año 2013 con la presentación de Phoneblocks, diseñado por un holandés, para luego ser ratificada por el Equipo de Proyectos y Tecnología Avanzada (ATAP, por sus siglas en inglés), de Google, y PuzzlePhone, un desarrollador con base en Finlandia.
Los teléfonos celulares más potentes son fabricados actualmente por Apple con su gama iPhone, y Samsung con la línea Galaxy. Tal y como los conocemos, son grandes aparatos de pantallas impresionantes y un diseño exquisito. Aunque Apple fabrica dispositivos más compactos y casi imposibles de desarmar, en ambas marcas lo único que el usuario puede modificar, si tiene conocimientos avanzados, es el software.
Con el concepto de celulares modulares, la intención es dotar a las personas de un dispositivo que puedan adaptar a sus necesidades… y a su bolsillo.
En septiembre de 2013, el ingeniero holandés Dave Hakkens deslumbró al mundo tecnológico con su idea de un celular que pueda mejorarse sin necesidad de adquirir un terminal completamente nuevo. Su intención, según afirma en su web www.phoneblocks.com, es reducir la basura electrónica, un grave problema para toda la humanidad por los componentes tóxicos que libera al medioambiente.
Así, Hakkens creó un móvil por partes y lo presentó en un video en YouTube. El alcance de su publicación, estimado por el autor en 380 millones de personas, atrajo no solo la atención de los medios, sino de compañías como Google. Casualmente por ese tiempo en Silicon Valley, Estados Unidos, el megabuscador con su división ATAP ya trabajaba en esta idea, nombrada Proyecto Ara.
En ambos casos el móvil es ensamblado por el usuario a través de módulos. Es una idea bien simple: un equipo principal es capaz de acoplarse con otras piezas y así mejorar las prestaciones del celular. ¿La cámara es muy mala y queremos mejorarla? Quitamos la que tenga el teléfono y la sustituimos por una nueva. ¿Necesitamos una pantalla más grande? También podemos cambiarla. ¿Queremos acoplar una bocina mejor al móvil? Google afirma que será posible.
Dos años después de la introducción de este concepto, aún no se ha lanzado la prueba piloto, prevista a desarrollarse en Puerto Rico por estos días, con un modelo llamado Spiral 2. Google anunció hace unas semanas que atrasaba el inicio del plan y lo movería hacia Estados Unidos para comenzar los ensayos físicos el próximo año.
Sin embargo, algunas características ya se conocen. La compañía Toshiba trabaja en este proyecto con Google y afirma haber logrado la construcción de varias cámaras modulares para los nuevos teléfonos.
Según ha mostrado Google, el prototipo Spiral 2 es un rectángulo que llama exoesqueleto, subdividido en cubos rectangulares más pequeños. Este marco principal tiene diferentes tamaños, y en su parte posterior se ubican las placas de circuitos y contactos, donde el usuario encaja a presión los ladrillos rectangulares de cada módulo.
Al mismo tiempo, una compañía llamada Yezz, con sede en Miami, fabrica para Google varios módulos que permiten una mejor personalización de los terminales. Se habla en este caso de acoplar un sensor de latidos del corazón, al estilo de una sala de cuidados intensivos, un transmisor wifi más potente o un módulo para videojuegos específicos. Las posibilidades, asevera Google en la web del Proyecto Ara, son tan grandes como la imaginación lo permita.
En Finlandia, al otro lado del Océano Atlántico, también trabajan para hacer realidad los teléfonos móviles modulares. Aunque el concepto es diferente.
La compañía detrás del PuzzlePhone, como lo llaman, lo divide en tres partes análogas a la anatomía humana: la columna vertebral, el cerebro y el corazón.
La columna vertebral es la estructura principal del aparato, que estaría disponible en varios tamaños y materiales. Está compuesta por la carcasa y la pantalla. Luego viene el cerebro, que como seguro adivinó el lector, contiene los procesadores, la me-moria RAM y la cámara trasera. Finalmente el corazón tiene otro paquete de conjuntos electrónicos para el teléfono y la batería.
Aseguran sus creadores que todo es reemplazable y no se necesitan conocimientos expertos para hacerlo. Es simplemente quitar los viejos componentes y cambiarlos por otros nuevos. Al igual que el Proyecto Ara, el PuzzlePhone todavía no está disponible. Sus creadores afirmaron a la publicación PC World que darán más detalles en octubre próximo.
Un camino con baches
Si bien la idea de poseer teléfonos celulares totalmente personalizables por el usuario final resulta muy atractiva, este es un camino que no está exento de dificultades para los desarrolladores.
El primer tema es la compatibilidad. Por ahora Google y PuzzlePhone desarrollan sus modelos, pero con tantos fabricantes en el mercado si la idea se generaliza estaríamos en un escenario donde un módulo podría ser para una marca en específico, lo cual no libera totalmente a los usuarios finales.
También habría que esperar para ver cómo se emparejan, por ejemplo, un procesador de gama baja con una cámara de alta potencia. Hasta hoy el diseño monolítico de los celulares hace que todos los componentes utilizados tengan un propósito clave. Por eso los desarrolladores de este nuevo producto tendrían que crear guías para que los usuarios no se vean en problemas con módulos incapaces de comunicarse entre sí.
Otra dificultad será el tipo de sistema operativo que se utilizará. Se prevé que sea Android, un sistema de código abierto que por su versatilidad puede generar dolores de cabeza. Si un dispositivo usara una versión «cocinada» de Android diferente a la que admite uno de los módulos del teléfono, quizá no lo reconozca. Aun así vale la pena esta nueva filosofía. Los móviles como los conocemos podrían cambiar para siempre.