La solución más efectiva para el control del peligroso agente transmisor del dengue radica en el trabajo colectivo, en empoderar a las personas para que identifiquen y evalúen los problemas que favorecen la expansión del vector
El virus conocido como dengue bien podría compararse con esos niños traviesos y testarudos, que nada entienden sobre reglas, regaños o castigos. A cada rato rompe pronósticos, burla medidas de control y reaparece cuando más vencido lo creemos.
No han sido pocos los esfuerzos, ni tímidas las iniciativas de países latinoamericanos y del resto de las zonas tropicales y subtropicales por librarse, de una vez y por todas, de este «obstinado» flagelo.
Como el más perspicaz de los tramposos, el dengue se las ingenia para aquejar anualmente a millones de personas, y provocar más de mil muertes en todo el mapamundi.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la incidencia de este virus ha aumentado extraordinariamente en todo el planeta en los últimos decenios. Dos quintos de la población mundial corren actualmente el riesgo de enfermarse, y cada año se registran unas 500 000 hospitalizaciones por dengue hemorrágico, su variante más peligrosa.
Como si todo eso no bastara, la OMS alertó que el incremento de la temperatura en uno o dos grados Celsius, como
consecuencia del cambio climático, podría sumar otros 20 000 o 30 000 fallecidos.
Ante estas preocupaciones asociadas a la pandemia, JR conversó con algunos especialistas que trabajan interconectados para controlarla. El primero de los consultados, el doctor Ángel Manuel Álvarez Valdés, epidemiólogo del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), comienza llamando la atención sobre el calentamiento ambiental, un fenómeno que favorece el desarrollo acelerado del mosquito Aedes aegypti, vector de esa enfermedad.
«Como mismo existen agentes transmisores que necesitan de bajas temperaturas, otros se benefician con las altas. Su ciclo evolutivo se favorece, se multiplican, crecen más y pueden permanecer un tiempo mayor en la naturaleza», refiere el especialista.
Al igual que el dengue —dice—, con el cambio climático proliferarán otras enfermedades como el paludismo y la fiebre amarilla, entre otras, que también necesitan del mosquito para transmitirse.
El método más efectivo que existe actualmente en el mundo para erradicar o al menos controlar la transmisión del dengue es la erradicación de su agente transmisor, el mosquito Aedes aegypti.
«Aunque pequemos de recurrentes, el punto sigue siendo el mismo: eliminar la presencia del vector en los hogares. Porque si el 70 por ciento de los criaderos se detectan en patios, tanques, depósitos o basureros, significa que el hombre está criando al insecto. El mosquito siempre va a buscar la forma de sobrevivir, y si se la facilitas, la aprovecha», comentó el epidemiólogo del IPK Ángel Manuel Álvarez Valdés.
El combate —enfatiza— sigue siendo con saneamiento y con la participación de la comunidad, así como lo hizo Carlos J. Finlay con la fiebre amarilla, en 1904.
No obstante —aclara— la responsabilidad no pesa únicamente sobre los hombros de la población, ni corresponde exclusivamente al Programa Nacional de Control de Vectores del Ministerio de Salud Pública (MINSAP).
«Tiene que existir un trabajo articulado. Las familias deben abrir las puertas, hacer el autofocal y mantener la casa cerrada el tiempo establecido luego de la fumigación. Pero sectores como Comunales, Acueducto y Viales, por solo mencionar algunos, deben cumplir con tareas como la recogida de vertederos o la reparación de salideros».
Con Álvarez Valdés coincide la doctora María Eugenia Toledo, especialista en Epidemiología, quien explicó que el único camino para garantizar sosteniblemente el control de la enfermedad es la verdadera implicación de la comunidad, de conjunto con las instituciones competentes.
«Formo parte de un grupo multidisciplinario que estudia cómo se involucra la población en el control del virus. En los últimos años hemos realizado proyectos comunitarios, fundamentalmente en provincias como Santiago de Cuba, Guantánamo y La Habana».
Según la doctora, los resultados arrojaron que la solución más efectiva para el control se basa en empoderar a las personas para que ellas mismas identifiquen y evalúen sus problemas.
«En nuestras investigaciones hemos detectado que muchas de las soluciones las encontramos en la comunidad. Mientras que, si esta no se empodera con las acciones, lo que hace es demandar», dice.
Por tanto —puntualiza Toledo— las personas pueden identificar sus inconvenientes, organizar un plan de acción en la medida de sus posibilidades y solicitar ayuda institucional cuando sea necesario.
«Justamente ahora estamos trabajando en cómo implementar esta estrategia dentro del programa de control de vectores. Y no se trata de sustituir las acciones de dicho programa ni de transferir la responsabilidad a la comunidad, sino de involucrarnos más unos con otros», concluye.
El dengue constituye una enfermedad endémica en más de cien países de África, las Américas, el Mediterráneo Oriental, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental. Afortunadamente, Cuba es uno de los tres países del continente americano donde no lo es, aunque cada año traspasan nuestras fronteras cerca de siete millones de personas procedentes de casi todo el planeta, incluyendo las zonas donde esta enfermedad es pandemia.
Este logro que pudiera perderse ante cualquier vulnerabilidad en el sistema de vigilancia epidemiológica, ha sido fruto de la voluntad política del país, de su perseverante estrategia para controlar el agente transmisor, del sistema médico-preventivo y científico investigativo, así como resultado de la constante labor de educación higiénico-sanitaria de la población.
Los episodios de introducción del mosquito Aedes aegypti, como consecuencia de la llegada de personas desde el extranjero, continúa siendo un peligro latente. Sobre todo si tenemos en cuenta que el cinturón tropical y subtropical del planeta, hábitat natural del vector, es la región donde miles de colaboradores cubanos brindan su servicio, y de donde provienen cada año miles de estudiantes.
Por ello, Ada Prior García, especialista en Epidemiología, y directora del Programa de Control Sanitario Internacional en la provincia de Matanzas, recomienda que antes de viajar cada colaborador sepa si en el país de destino la enfermedad es endémica, y si en ese momento hay epidemia.
Una vez en el lugar de trabajo, resulta prudente informarse sobre la incidencia de la enfermedad y los niveles de infestación, así como practicar sistemáticamente el autofocal y otras medidas higiénico-sanitarias para evitar criaderos.
También es aconsejable colocar tela metálica en las viviendas o usar mosquiteros, utilizar tabletas o líquidos repelentes y promover la educación sanitaria entre las personas que compartan el lugar de residencia.
Según la especialista, en los días previos al regreso, es oportuno vestirse en los horarios críticos de actividad del mosquito, velar por el estado de salud propio y el de los colegas, cumplir con las indicaciones sanitarias en los puntos de embarque, y no ocultar o enmascarar un síntoma.
«En las primeras 72 horas de llegar al lugar de residencia en Cuba, el colaborador se debe realizar un chequeo médico, informarse sobre la existencia o no de algún foco en la zona y, en caso de algún cuadro febril u otro síntoma, acudir con urgencia al médico», subraya Prior.
Para el caso de los turistas —aclara— Cuba también cuenta con un mecanismo de control. «Cada hotel dispone de un equipo básico de salud donde, conociendo la procedencia del turista, se puede hacer una vigilancia intencionada, a partir de una sintomatología.
No sucede lo mismo con los cubanos que viajan de visita al exterior, quienes deben velar por su estado de salud en sus consultorios de médicos de la familia. «Por eso es tan importante la educación sanitaria de la población. Porque no podemos saber en qué momento va a salir una persona fuera del país, por qué motivo ni a qué lugares. De modo que cada quien debe saber qué observar y qué medidas de autocuidado debe adoptar una vez que viaje.
«Asimismo, a su regreso, es muy importante declarar cualquier sintomatología para que, desde la misma frontera, se alerte al sistema de salud y se pongan a disposición los medios de diagnóstico y tratamiento», concluye.
»El virus del dengue se perpetúa gracias a su ciclo de transmisión: hombre-Aedes aegypti-hombre.
»Un mosquito vector puede quedar infectado cuando se alimenta de un humano infectado.
»En la fiebre por dengue y fiebre hemorrágica la viremia en el ser humano puede estar presente unos días después del comienzo de esta, lo cual puede variar, pero no es frecuente.
»Luego de un período de incubación intrínseca de diez a 12 días, el virus atraviesa el intestino medio del mosquito vector para infectar otros de sus tejidos, incluyendo las glándulas salivales. Es así como la hembra es portadora del virus.
»La hembra portadora infecta durante toda su vida al buscar su alimento en la sangre de otras personas. Les transmite el virus mediante la inyección del fluido salival, con la posibilidad de transmitir la infección cada vez que pica a un nuevo ser humano.
Huevos: quedan pegados a la paredes del recipiente, cerca de la superficie del agua. Su desarrollo demora de dos a tres días, en condiciones de mucha humedad y altas temperaturas. Pasada esta etapa, pueden permanecer fértiles durante un año y medio en condiciones de desecación y temperaturas extremas.
Larva: emergen del cascarón y transitan por cuatro estadios larvarios, que según las condiciones tardan generalmente de cinco a siete días. La duración de este período depende de la temperatura, la disponibilidad de agua, alimento, etc. Presentan fotofobia y su movimiento característico es vertical, en forma de látigo.
Pupa: no se alimenta, realiza movimientos rápidos, completando su desarrollo de dos a tres días. La transformación a la forma adulta se completa, con lo que terminan las fases acuáticas del mosquito.
Adultos: son de tamaño mediano y color oscuro. Se caracterizan por tener un dibujo de color blanco plateado en forma de lira en el dorso del tórax y anillos blancos en la patas. Entre los mosquitos el apareamiento ocurre a las pocas horas de emerger como adultos.