La moda ahora para seguir «machucando» al consumidor y, por ende, al prójimo, está matizada por subterfugios llenos de premeditación y alevosía
Llama poderosamente mi atención cómo algunos comerciantes (particulares y estatales) han hecho ajustes, mejor dicho, recortes en sus servicios en aras de buscar mejores dividendos. Ya no se trata del consabido truco de las pesas, dicho sea de paso, apenas veo aquellas pesas donde podías corroborar tu peso y que llamaban de protección al consumidor. Aunque parezca un trabalenguas de pesos y pesas, lo realmente cierto es que el que quiera protección tendrá que buscarse un guardaespalda al estilo de Kevin Costner.
Decía que la moda ahora para seguir «machucando» al consumidor y, por ende, al prójimo, está matizada por subterfugios llenos de premeditación y alevosía. Por ejemplo, los compañeros choferes de almendrones y otros carros de alquiler, que antes hacían largos recorridos como Parque El Curita-Santiago de las Vegas o Prado-Terminal Playa (por solo citar dos ejemplos) ya no hacen todo el viaje. Han picado en varios tramos la carrera y así obligan a que la gente gaste más dinero a la hora de atravesar la ciudad.
En muchas cafeterías el precio de los jugos, refrescos y batidos ha subido mientras que los vasos han bajado. Me explico. Le han agregado un peso o dos al costo del líquido que expenden mientras que han desaparecido los vasos estándar y en sustitución han surgido unas pequeñas vasijas de fondo de botellita que más bien parecen vasitos para tomar café. Insisto en que no son solo los cuentapropistas, también en algunas cafeterías estatales han aparecido estos minúsculos envases artesanales.
Para seguir la rima puedo asegurar que las medidas se siguen recortando: las pizzas parecen bambinas, el flautín no rebasa el tamaño del pan de perro caliente, los minicakes parecen marquesitas y las bolas de helado no exceden el diámetro de pelotas de yaquis… pero los precios se mantienen o aumentan.
Ahora me pregunto: ¿qué pasaría si todos los profesionales hiciéramos recortes para obtener mejores dividendos o trabajar menos? Un cirujano pondría menos puntos que los que lleva una sutura en aras de ganar tiempo y ahorrar hilo, además así le ahorra dolor al paciente con tantos pinchazos. Un profesor pudiera enseñar las tablas de multiplicar solo hasta el seis, también estaría ahorrando tiempo y esfuerzo, y acotar que de poco van a servir las matemáticas, pues no tendrán mucho que contar numéricamente hablando.
También he pensado en el caso de los periodistas, ese sector donde los salarios discretos están a pululu. ¿Qué podemos hacer? No podemos subirles el precio a los periódicos porque además de no beneficiarnos directamente, ya los revendedores lo hicieron antes. Quizá para estar a la moda «del recorte», podríamos publicar medias noticias, o solo una parte, y el que quiera saber el final que compre otro periódico, así la gente gastaría más dinero para conocer todas las novedades y a la vez aseguramos de que todas las publicaciones no digan lo mismo. Los caricaturistas realizarían sus dibujos con el globo en blanco y por un peso más escribir el chiste.
También podríamos disminuir el tamaño de las hojas del periódico y estaríamos asegurando tinta y papel para otros menesteres como hacer volantes y anunciar donde se presentarán los reguetoneros de avanzada o las pujantes paladares. ¿Recibiríamos una comisión por eso, no?
Por supuesto que exagero en aras de llamar la atención. Lo cierto es que recortar y subir los precios no es la solución, sobre todo porque siempre los más afectados serán aquellos a los que ya no es posible bajarles más sus ingresos.